Capítulo 22.

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Alicia seguía riéndose en su cara, sin importar la fuerza que ponía en su hombros para lastimarla, no logró que dejara de reírse de él y eso lo enfureció a un límite que nunca imaginé.

—No sabes con quién te estás metiendo —amenazó papá respirando con ruido.

—Yo solo estoy haciendo mi trabajo como corresponde, y eso también implica descubrir la verdad de las cosas —informó la rubia señorial cambiando su expresión a una seria y decidida.

—Estás poniendo fin a tu carrera —Aumentó su fuerza contra ella.

—No te tengo miedo. "Perro que ladra no muerde" —lo miró de arriba a abajo con lástima en su gesto.

Papá se echó a reír dejándola más seria de lo que estaba y la soltó copiando su mirada —No te doy a ladrar más Alicia Correa... Pero no te sorprendas cuando te muerda. —la señaló. Arrugó su frente y una sombra cubrió sus ojos, en verdad dió miedo.

Alicia Correa medio tambaleante recogió su bolso de mano del suelo y salió a toda velocidad resonando el suelo con el tic tic tic de sus tacones.

Papá notó mi presencia cuando Alicia me hizo a un lado con su hombro; no dijo nada... Nada... Solo hizo como si nunca me hubiera visto y salió dejándome allí parado con la puerta abierta.

Alicia Correa me impresionó muchísimo, fué la primera mujer que se atrevió a desafiarlo de esa manera sin callarse nada y sin signos de arrepentimiento. Pero también siento algo de pena por ella... Papá la amenazó con dejarla en la calle y eso me preocupa, él tiene mucho poder y no sé si hayan más límites que sea capaz de alcanzar.

Quisiera creer que no... Que en el fondo tiene un poquito de corazón y de humanidad... Pero lo dudo, y temo que le haga algo a ella... Algo que perjudique su carrera para siempre y que lo pierda todo por su culpa.

...

Me cepille el cabello notando un centímetro más de largo, más brillo y más suavidad. Estaba frío como mis palmas que se aferraban a mi pijama para encontrar un poquito de calor.

Terminé mi peinado y me senté en la alfombra con mi libro de "Virilidad Masculina" que había dejado casi al final. En un instante me devoré las últimas páginas y sentí una gran satisfacción por terminar una historia tan bonita y un poco trágica a la vez.

La historia se terminó junto con mi vaso de leche caliente quedando solo el charco redondo debajo del vaso de vidrio y flores.

Me apoyé en el pie de mi cama y estiré mis piernas en la alfombra sintiendo algo de tensión en mis femorales; sin duda, estos últimos días habían sido muy duros y la entrevista solo logró una guerra entre mi papá y esa entrevistadora.

No podía dejar de pensar en ella... Nunca nadie lo había enfrentado de esa forma y menos una mujer, nunca lo hubiera creído. Aunque haya hablado así de mí no me importa... Eso es lo que menos importa en éste momento... Está en juego la carrera de Alicia Correa y me siento responsable por eso, porque gracias a mi colapso en la supervisión, es que está pasando todo esto y mi papá me lo va a hechar en cara, tarde o temprano, o más pronto de lo que espero.

Mi celular vibró pausadamente a mi lado, era Oswaldo que seguramente, tenía algo importante que decirme.

Contesté levantándome de la alfombra y sentándome en la orilla de mi cama frente a la ventana empañada.

Dylan: ¿Qué tal la cena con tus papás?

Inicié queriendo saber sobre su felicidad que también era la mía.

Oswaldito: Hablamos de todo. Mamá hizo unos cambios en la decoración y dejó el departamento como un vivero.

Comentó con gracia.

Bajo la lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora