Bruno duró parado frente a la casa con su camioneta nueva durante unos veinte minutos; estuve revisando la hora de mi celular todo el tiempo que duró afuera fumando cigarrillo; los veinte minutos pasaron lento, los segundos iban a pasos de tortuga.
Me escondí entre las cortinas transparentes de mi ventana pendiente de Bruno y de sus movimientos; aún había algo que debía averiguar, necesitaba saber quién era su contacto especial que me vigila como cámara de seguridad.
Me sería muy difícil averiguarlo por mi propia cuenta, tiene muchos conocidos y podría ser cualquiera de ellos o sin saber si me dijo la verdad... Mencionó a un solo contacto... Pero su palabra no es de confíar...
¿Será más de uno?
¿O el contacto especial es él?
La segunda pregunta me resultó más convincente; pudo haber dicho lo del contacto especial para distraerme y que pusiera mis ojos en otras personas y él burlarse de mí a mis espaldas mientras ve cada uno de mis movimientos.
Está al tanto de que después de él, no ha habido nadie más en mi vida; supo que mi papá me marcó los brazos; sabe que además de Oswaldo, no hablo con más nadie... Excepto con Brayan y Brenda que la saludo a larga distancia... Pero con Oswaldo soy más unido y sé perfectamente que él nunca me haría daño.
Apoyé mi frente en el marco de la ventana viendo como de la casa salía Santiago y entraba a la camioneta nueva. Cada día Santiago me decepcionaba más, como hermano dejaba mucho que desear y en momentos como ese siempre me pregunto: ¿Dónde está papá?
Seguramente está en su escritorio pensando en cómo hacerme público o en la entrevista a la que estoy obligado a ir junto con mi familia. Sería un día agotador, podía verlo.
La llovizna seguía regando el jardín y la cerca de madera que rodeaba la terraza. La casa se veía más oscura de lo normal, las lámparas de la entrada no daban suficiente luz para alumbrar un espacio tan amplio; lo único que resaltaba era el césped que parecía comestible.
Me perdí en cada tirita verde del jardín cuando ví a una silueta alta rondar por el jardín con los brazos cruzados en la espalda. El ritmo de sus pasos era lento y sus caderas se movían creando armonía con sus pasos. Lo seguí con la mirada, me parecía un sueño estar viendo algo tan sublime en el jardín.
El sujeto misterioso se acercó más a la luz, ví sus ojos brillantes y su cárdigan negro que lo arropaba hasta las rodillas. Me miró saludándome con la mano al aire.
—Scott Member... Ese es mi nombre.
No sentí pena de que los vecinos lo escucharan gritándome su nombre y su apellido bajo la lluvia. Pensé en serenata y en rosas, por alguna extraña razón.
Su cárdigan estaba empapado, podía ver la tela pegada a su cuerpo resaltando su figura masculina; con ese tamaño no le debió haber costado nada llevarme en sus brazos.
Busqué a sonreír con timidez ocultando mi cuerpo detrás de la pared; nunca había visto a alguien así como él. Que ganas de tenerlo entre mis brazos y secarlo con una toalla; debía de tener frío, su piel se puso más blanca de lo que ya era. Que ganas de pasarle la toalla por su cabello y lo que seguía después del cabello, oler su piel y ser atrevido por primera vez.
—Scott Member... Ese es mi nombre.
Volvió a gritar antes de desaparecer junto con la llovizna. Sentí que estaba enloqueciendo.
—¿Qué es lo que te está pasando Dylan Marqués?
¿Ser atrevido por primera vez?
Nunca he sido atrevido y no sé si lo puedo ser.
ESTÁS LEYENDO
Bajo la lluvia
RomanceLa historia de un amor dulce, inocente y luchador. La lluvia los acompañará en sus veladas y será testigo de que el amor entre dos hombres es posible. Las diferencias de clase, de gustos y de sueños no impedirán que se enamoren hasta los huesos. Su...