s ǝ ɹ ʇ ʎ ɐ ʇ u ǝ ɹ ɐ n ɔ

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Jack y Bee corrieron a la par hasta salir al patio

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Jack y Bee corrieron a la par hasta salir al patio. Ahí, los animales en la mesa se encontraban de pie, atemorizados, y miraban hacia la entrada del terreno.

—¡¿A dónde se fue?! —les preguntó Jack en un grito.

—Por allá. —Polly señaló hacia la derecha—. ¿Qué está pasando, Jack?

—¡No hay que dejar que se vaya! ¡Ayúdenme a buscarla!

—¿Qué hay de la...? —Bee interrumpió con el rostro alterado, pero él la cortó.

—¡Ella es más importante!

Empezó a correr hacia dicho lugar, seguido de Bee y los otros animales que los habían seguido con rapidez. De inmediato, todos se adentraron en el bosque y atravesaron el camino que llevaba hacia el remanso y las grandes montañas.

—¡¿Por qué está escapando?! —gritó Lancelyn, dando sus saltitos—. ¿Acaso vio...?

—¡No hay tiempo para hablar! ¡Ahí está!

A los lejos, la vegetación se abrió y la luz se hizo visible.

...

Con la respiración entrecortada y los labios secos, Darly se volteó hacia atrás cuando llegó al final del camino y observó a Jack y los demás correr hacia ella. Soltó una maldición y aceleró sus pies lo más que pudo. No tenía idea de a dónde estaba yendo, solo sabía que quería alejarse de todos ellos, de esa cosa y perderse lo suficiente para que no la encontraran.

«¡¡¡¡Despierta, Darly!!!! ¡DESPIERTA!».

Fuera o no fuera creación de su mente, deseó que todo eso terminara y despertara en su casa. O en cualquier otro lugar que no tuviera lo que acababa de ver. Todavía llevaba la sensación extraña en todo el cuerpo y sentía la electricidad del corrientazo hervir dentro de ella, pero no iba a darse el tiempo de parar a pensar en qué podría ser. Tenía que escapar.

Delante de ella se extendía el remanso, pero no se observaba tan bello como a diario. El cielo nublado solo hacía que el agua se viera opaca y las nubes apagadas. Tomó algo de aire y rodeó las montañas, continuando hacia el norte. Esquivó cualquier árbol que se le atravesó y saltó entre la maleza. Estaba segura de que esa travesía le iba a costar caro luego, pero en ese momento se sintió más enérgica que nunca. Como si le hubieran inyectado algo en la sangre y la alentara a avanzar por su vida.

—¡Darly, detente! —La voz de Jack sonó en un eco detrás de ella. La piel se le erizó y obligó a sus piernas a subir la velocidad.

El paisaje empezó a cambiar y Darly lo notó. Jamás se había aventurado hacia el norte del País, apenas había llegado hasta el remanso, así que se sorprendió cuando observó el gran terreno repleto de claveles blancos frente a ella.

—Lo siento, lo siento, lo siento... —balbuceó mientras pasaba por encima de ellas. Miró hacia atrás por un instante y vio de refilón a Bee llevándole la delantera a todos.

Persuadida SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora