23 - Confusion en el corazón

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El aire fresco de la mañana me despertó antes de que sonara la alarma. Era sábado, uno de esos días en los que todo el mundo aprovechaba para dormir hasta tarde, pero yo no podía. Había algo en mi mente que no me dejaba descansar. Me di vuelta en la cama y miré el techo, intentando ordenar mis pensamientos. Todo volvía a lo mismo: Iván.

Era extraño. Había algo en él que me atraía, aunque no sabía bien qué. Al principio, su actitud fría me había molestado, como si estuviera decidido a mantener a todo el mundo a distancia. Pero con el tiempo, había comenzado a notar que había más detrás de esa fachada. A pesar de su aparente indiferencia, Iván tenía momentos en los que mostraba una vulnerabilidad que me desconcertaba.

Mientras me levantaba y me preparaba para el día, no podía dejar de pensar en nuestra última conversación. Lo había sentido más cerca, más abierto, aunque seguía siendo misterioso, como si estuviera luchando contra algo que no podía o no quería admitir. ¿Por qué me importaba tanto lo que él pensara? ¿Por qué cada vez que lo veía, mi corazón daba un vuelco?

Bajé a la cocina, donde mi mamá estaba preparando el desayuno. La rutina diaria me ayudaba a despejar la mente, pero hoy ni siquiera eso funcionaba.

-¿Estás bien, Emma? -preguntó mi mamá, mirándome con curiosidad-. Parecés distraída.

-Sí, estoy bien -mentí, mientras servía un poco de jugo-. Solo tengo muchas cosas en la cabeza.

Ella me observó por un momento más antes de soltar una sonrisa comprensiva.

-Bueno, sabés que podés contarme lo que sea -dijo, volviendo a su tarea.

Asentí, pero no respondí. Sabía que podía hablar con ella, pero no estaba segura de si siquiera sabía cómo expresar lo que sentía. Y si le decía que estaba confundida por un chico, probablemente se emocionaría demasiado.

Después de desayunar, decidí salir a dar una vuelta por el parque. Necesitaba despejar mi cabeza, y el aire fresco me ayudaría a poner las cosas en perspectiva. Caminé sin rumbo, viendo a las familias pasear y a los niños jugar. Pero en el fondo de mi mente, todo giraba alrededor de Iván.

Me detuve en una banca y me dejé caer en ella. Miré al cielo, buscando respuestas que no encontraba. Había algo en mi corazón que no entendía. ¿Era posible que me estuviera enamorando de Iván? La idea me asustaba un poco. No me había sentido así por nadie antes, y la confusión me nublaba los pensamientos.

Me llevé una mano al pecho, como si eso pudiera calmar los latidos acelerados de mi corazón. Recordé nuestras conversaciones, cómo a veces me miraba con esos ojos serios que parecían ver más de lo que yo quería mostrar. No podía negar que, cuando estaba cerca de él, sentía algo distinto, algo que nunca había sentido antes. Pero también había tantas barreras entre nosotros. Iván era reservado, complicado, y parecía que siempre estaba lidiando con algo que no compartía con nadie.

Y luego estaba Sofía. Aunque no la conocía bien, había escuchado suficientes cosas como para saber que no era alguien a quien se debía subestimar. Sabía que ella estaba interesada en Iván, o al menos lo había estado, y aunque él no parecía corresponderle, había algo en esa situación que me inquietaba. Sofía era una persona difícil, y no quería verme atrapada en una especie de guerra que ni siquiera entendía.

Pero, a pesar de todo, cada vez que pensaba en Iván, una parte de mí se emocionaba. Me hacía sentir cosas que no podía controlar. Y aunque me preocupaba lo que eso significaba, también había una parte de mí que quería explorarlo. Quería entender lo que realmente sentía, aunque eso significara arriesgarme a salir lastimada.

Suspiré y cerré los ojos por un momento, dejando que el aire fresco me envolviera. ¿Qué sentía realmente por Iván? ¿Era solo una atracción pasajera, o había algo más profundo?

"Es más que eso", pensé, casi con miedo de admitirlo. Me importaba Iván más de lo que estaba dispuesta a reconocer. Había algo en él que me atraía de una manera que no podía explicar. Quizás era su fortaleza, o la forma en que, a pesar de su distancia, había momentos en los que me miraba como si fuera la única persona en la sala. Había algo real ahí, algo que me hacía querer conocerlo más, entender lo que pasaba por su cabeza.

Abrí los ojos y observé el parque a mi alrededor. ¿Qué haría con todo esto? No podía seguir ignorando mis sentimientos. Necesitaba enfrentar lo que estaba pasando, aunque no estaba segura de cómo hacerlo. ¿Debería hablar con Iván? ¿Decirle lo que estaba sintiendo? La sola idea me ponía nerviosa.

Justo en ese momento, mi teléfono vibró en el bolsillo. Lo saqué y vi un mensaje de Rodrigo.

Rodrigo: "Ey, ¿estás en el parque? Te vi desde la ventana de mi casa. ¿Te paso a buscar?"

Rodrigo. Él era mi roca, siempre allí cuando lo necesitaba. A veces me preguntaba si notaba lo que estaba pasando entre Iván y yo, o si se daba cuenta de lo confusa que me sentía. Sin embargo, no podía hablar de esto con él... todavía no. Lo último que quería era complicar las cosas entre los tres.

Yo: "Dale, estoy cerca de la fuente. Nos vemos."

Guardé el teléfono y esperé, con la vista perdida en la fuente del parque. Sentía que estaba en medio de una encrucijada. Sabía que no podía seguir escondiéndome de lo que sentía. Tenía que tomar una decisión pronto. Y, aunque aún no tenía todas las respuestas, estaba segura de algo: Iván había logrado hacer que mi corazón latiera de una manera que nadie más había logrado.

Quizás, solo quizás, era hora de arriesgarme.

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3/? Maratón

Boee, re largo el maratón

Sigo..?

La chica nueva ; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora