Capitulo 12

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El viento helado agitaba el cabello de Margo, haciéndolo danzar alrededor de su rostro mientras el cielo gris anunciaba una tormenta inminente, de nieve o lluvia

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El viento helado agitaba el cabello de Margo, haciéndolo danzar alrededor de su rostro mientras el cielo gris anunciaba una tormenta inminente, de nieve o lluvia. Sentada en una de las ramas más altas del árbol, balanceaba sus piernas con una indiferencia que contrastaba con el caos que sentía en su interior. A su lado, una pequeña ardilla mordisqueaba su comida, ajena a la inminente tormenta o los pensamientos que atormentaban a Margo.

— ¿Crees que tengo derecho a ponerme celosa? — le preguntó, dirigiendo su mirada a la criatura, como si esperara una respuesta más sabia de lo que su mente podía ofrecerle en ese momento.

La ardilla levantó la cabeza por un momento, mirándola con ojos brillantes antes de continuar comiendo, completamente imperturbable. Margo suspiró, dejando caer la cabeza hacia atrás, mirando las nubes oscuras que se agolpaban sobre el horizonte.

— Me estoy comportando igual que Tanya, — continuó, sacudiendo la cabeza como si se reprendiera a sí misma. — Digo, ni siquiera es mi novio y ya estoy celándolo.

La ardilla hizo un pequeño ruidito mientras mordisqueaba una nuez, como si le ofreciera una especie de respuesta. Margo asintió, un leve toque de amargura en su sonrisa.

— Tienes razón, — murmuró, casi para sí misma. — No tengo derecho.

El viento se volvió más frío, y comenzó el primer indicio de la tormenta que se acercaba. Pero ella no se movió. No aún.

— Pero me gusta mucho, — admitió Margo en voz baja, su mirada perdida más allá de las copas de los árboles que se alzaban como sombras contra el cielo gris. — ¿Por qué me gusta tanto?

Su pregunta quedó flotando en el aire, sin respuesta. La ardilla a su lado continuaba con su rutina, mientras el mundo parecía detenerse alrededor de Margo. Ella, sin embargo, no podía dejar de pensar en Edward.

— Digo, si es guapo, — continuó, como si intentara racionalizar sus sentimientos, — bueno, muy guapo. Es inteligente, es amigable.

Una sonrisa involuntaria comenzó a asomar en su rostro mientras lo describía. Cada cualidad de Edward la hacía sentir más segura de lo que estaba sintiendo.

— Nunca me aburro cuando estoy con él. — Sus palabras salieron con un tono suave. — Cuando estoy cerca de él... me siento viva otra vez.

El viento sopló más fuerte, arrastrando consigo las primeras gotas de lo que parecía ser una tormenta, pero Margo no se movió. Su confesión la dejó suspendida en ese momento, llena de una mezcla de vulnerabilidad y esperanza, sin saber qué hacer con esos sentimientos que la sobrecogían.

Margo miró a la ardilla que se refugiaba en el hueco del árbol, observando cómo se acurrucaba cómodamente, ignorándola por completo.

— Eres una pésima terapeuta, — le reclamó con una sonrisa divertida, — te estoy contando mis problemas y tú solo te dedicas a comer.

New Dawn | Edward Cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora