Se reencontraron en el restaurante de sushi en el cual habían tenido su cuarta cita, en la misma mesa, y Mónica, de nuevo, pidió por ella.
Aun así, a pesar que la situación era similar, Mónica lucía casi incomoda en aquel lugar donde todos ponían su atención en ella. María Corina podía notarlo debido a su mirada baja y los brazos cruzados sobre su pecho, además de su pierna moviéndose nerviosamente de un lado a otro.
-. Podemos cambiar de lugar si quieres.
-. Me gusta este lugar, Coco.
Y, al contrario de las otras veces en las que la había llamado de esta forma, en ese momento María Corina realmente pudo apreciarlo.
-. Me gusta que me llames así.
-. Lo sé -, afirmó con una sonrisa. Y era una sonrisa real, como la de un niño al que su madre acaba de decirle que su dibujo es hermoso -, También te gusta que te toque cuando no te lo esperas, y mis ojos. También mis pechos, pero ese es otro tema...
María Corina se sonrojó de inmediato y rio nerviosamente.
Mónica tenía razón. Le encantaba todo eso de ella, y tal vez mucho más.
Le gustaba la forma en la que sus labios pintados con labial café formaban hermosas sonrisas. Le gustaban sus palabras. Le gustaba su sentido del humor, y también la manera en la que podía hacerla feliz con solo mirarla. Le gustaba la manera en la que apreciaba el cielo nocturno, y la devoción con la que comía todo tipo de alimentos.
Le gustaba Mónica Haro.
En medio de sus pensamientos el mesero de la vez anterior llevó las bandejas de sushi y un adicional de arepas para la mayor y se retiró antes de que Mónica pudiera decirle algo.
María Corina la miró, y fue así como se dio cuenta de que Mónica no le habría dicho nada al pobre chico. No esa vez.
-. Perdón por no responder tus mensajes -, se disculpó aunque no tenía que hacerlo —. La muerte de Katherine me ha deprimido bastante... En realidad, solo he salido de la cama hoy porque sabía que serías tú quién me acompañaría a tatuarme, y de alguna forma tú siempre logras subirme el ánimo.
No le gustaba verla así. No le gustaba verla tan rota.
Tampoco le gustaba saber que ella le subía el ánimo. No quería que Mónica necesitara que le subieran el ánimo.
-. Lamento lo de Katherine -, murmuró extendiendo su mano sobre la mesa para acariciar la de Mónica, quien miró aquel gesto de la misma forma en la que había admirado sus caricias durante la noche de la fiesta de condominio.
Al contrario de esa vez, Mónica no se alejó.
-. Yo también...
Y se hizo silencio.
-. ¿Cómo estás, Mónica? -, preguntó con preocupación.
Necesitaba escuchar la respuesta. Necesitaba comprobar que estaba bien... o, al menos, lo más cercano a la palabra "bien" que se puede estar luego de haber perdido una abuela, un hermano y una sobrina.
-. Contigo acá estoy de maravilla -, contestó con una sonrisa, y claramente no mentía -.
Así que no te extrañes si comienzo a visitarte todos los días. Me gusta esto de sentirme maravillosamente viva.La mayor simplemente sonrió con cierta timidez y bajó la mirada hacia sus manos unidas, dándose cuenta en ese mágico momento la razón por la cual la pintora miraba ese gesto con tanta adoración.
Sus manos encajaban a la perfección, y el que lo hicieran la hacían sentir de maravilla.
-. ¿Quieres que hablemos de algo?
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Shameless
RomanceSu primera cita no fue típica, tampoco la segunda y mucho menos la tercera. Ella no era típica y su historia tampoco lo seria. Basada en: María Corina Machado. Empezada el 09/01/2016 Terminada el 18/06/2016