Al octavo mes ella se destruyó.
El cambio había sido tan sutil, tan lento, que María Corina no había logrado notar lo grave que era. Nadie, en realidad, fue capaz de darse cuenta.
Los lentes de sol, el gorro, la chaqueta, las vendas en sus muñecas, el uso de colores, su eterno cabello ondulado, los zapatos en sus preciados pies, la posición de la mesa en la cual se sentaban... Detalles tan pequeños que pueden parecer insignificantes, pero que definitivamente marcaron una gran diferencia en la pintora.
El día inició como lo hacía desde el mes anterior: con María Corina entre los brazos de Mónica.
-. Hora de despertar, Coco.
Lentos besos tiernos descendían por su espalda desnuda, y con un suspiro adormilado intentó mantener los ojos cerrados para disfrutar más de aquel momento.
-. Sé que estás despierta, amor. Eres terrible actuando.
Una sonrisa se dibujó en sus labios al escuchar aquel cariñoso tono de voz.
-. Aún es muy temprano -, se quejó al entreabrir los ojos. Una cortina de sueño aun la recubría, y cada segundo sus ojos amenazaban con volver a cerrarse.
-. Lo sé, pero tuve un sueño interesante que me encantaría recrear junto a ti.
-. Si ese sueño no involucraba el dormir juntas en esta cama no quiero siquiera saber que existió.
- Involucraba cosas mucho más interesantes que dormir en esta cama, lo juro -, insistió la pintora antes de comenzar a trazar patrones en las desnudas piernas de la mayor, quien comenzaba a sentir ese placentero cosquilleo en el vientre.
Sus toques se sentían como pinceladas sobre su piel, y eran tan sensuales como artísticos.
Aun así, su mente amenazaba con regresarla nuevamente al mundo de los sueños. Sus párpados pesaban tanto como el deseo que le recorría el cuerpo en ese momento.
"A la mierda" Pensó con un bostezo
"Podemos recrear esa escena más tarde"
-. Déjame dormir un poco más, Mónica. Tengo que trabajar hoy.
-. Coco... -, se quejó.
Sus palabras estaban llenas de necesidad.
-. Si tan desesperada estás puedes ver porno y divertirte un poco contigo misma. No voy a molestarme por eso.
-. Yo no quiero ver porno, coco. No me gusta.
-. ¡Claro que sí! Eres una amante de las vaginas, ¿no?... ¡Busca un par de fotos!
-. No soy una amante de las vaginas -, se quejó con cierta frustración.
Aun con los ojos cerrados María Corina supo que estaba haciendo un adorable puchero.
-. Realmente espero que eso sea una broma. La última vez que me miré al espejo no había nada más allí abajo.
Mónica se rio de ella, y solo con este sonido la escritora habría cedido ante todas sus peticiones.
-. Solo soy amante de una vagina, Coco. La tuya.
Sus palabras le habrían resultado graciosas de no ser por la traviesa mano que se escabulló entre sus piernas para hacerla gemir.
-. Está bien, tú ganas. Pero que sea algo rápido. Quiero dormir de nuevo.
Mónica sonrió antes de besarla, y afirmó entre suspiros que nunca se había sentido tan viva.
El día fue bastante normal. Libros, pinturas y situaciones comunes se hicieron presentes.
Nada anunciaba el desastre que se acercaba.
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Shameless
RomanceSu primera cita no fue típica, tampoco la segunda y mucho menos la tercera. Ella no era típica y su historia tampoco lo seria. Basada en: María Corina Machado. Empezada el 09/01/2016 Terminada el 18/06/2016