| 21 días de Felicidad | VI

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Pudiera contar uno a uno los días que la ojiverde y la mayor pasaban juntas.

Lo que ocurría entre ellas ni el mismo destino podía apreciarlo tanto como lo hacían sus corazones.

Eran felices, lo eran de verdad.

"-. Y... Este es mi departamento -, comento abierto los brazos al ritmo que la puerta se abrió de par en par, mostrando un interior con exceso de blanco, poca decoración y pulcritud en cada milímetro del suelo. Mónica la miro esperando una respuesta, María Corina reacciono y sonrió cálidamente -. Bienvenida -, hizo un ademán con su cabeza, la mayor entro con un poco de cautela.

Solo llevaban veintiún días saliendo y hasta ese día ninguna había ido al departamento de la otra, excepto aquella tarde que Mónica paso el día con ella antes de su segunda cita.

"-. Es... -, no supo que decir, su departamento era solitario pero aquel era frío -. Bonito -, sonrió, se ahorraría la sarta de pensamientos.

-. ¿Quieres algo de beber? -, pregunto al cerrar la puerta y dejar su chaqueta perfectamente acomodada sobre el perchero -. ¿Agua... Jugo, tal vez? -, se encogió de hombros.

María Corina rio, tomándola de la mano para dejar un ligero beso sobre los labios café de la castaña.

-. Jugo -, afirmó, sonrió y lo pensó -. Tal vez -, volvió a reír, le gustaba aquella forma de molestar a la castaña.

-. Ten -, le ofreció una cajita de jugo de naranja, la mayor sonrió -. ¿Qué? No me digas que eres de las que piensan que son solo para niños -, rio - No way! -, soltó una carcajada -. Es solo jugo, en... Una... Cajita. Pero es solo jugo -, se encogió de hombros, sacando el pitillo del suyo y bebiendo de su jugo tranquilamente.

María Corina siguió su acción, realmente le habían enseñado que el jugo de cajita era para niños, pero... ¿Qué realmente era de niños y adultos? Solo era un jugo, en cajita, pero jugo."

Y así fue uno de sus tantos días, talvez hubo uno que otro más divertido pero todos se llevaban un premio en común, el sentido de la vida que Mónica le enseñaba a María Corina.

"-. Entonces, ¿Mi departamento? -, pregunto con ilusión, había pasado una semana desde que estuvieron en el de la castaña y habían bebido jugo de cajita.

-. Claro -, respondió feliz la ojiverde.

Regresaban de una cita en un parque abandonado, y le hacía mucha ilusión como en aquellos lugares se podían apreciar vivencias.

Cómo un madre aprendió que no es menos madre si su hijo cae de un juego por su leve descuido, como una pareja de novios inconscientemente planifican su futuro con sus hijos al ver los hijos de otros, o como simplemente ocurren miles de cosas en segundos.

María abrió la puerta, no se sintió capaz de actuar como actuaba la ojiverde en momentos como ese.

Simplemente la invitó a pasar con un par de besos, cerro la puerta y cayeron juntas al sillón, rieron, no estaba en los planes de ninguna intimar, no aún.

-. Lo siento -, se disculpo -. No quise lastimarte.

-. No lo hiciste.

-. ¿Jugo, agua, comida? -, pregunto levantándose del sillón, saliendo de entre las piernas de la ojiverde.

-. ¿Y si hacemos algo de comer? -, pregunto, María Corina la miro con cierta desilusión, una de las muchas cosas que tampoco sabía hacer -. No te preocupes, yo lo hago -, sonrió, acercándose para dejar un cursi beso en la punta de la nariz de la mayor.

-. Gracias -, susurro, Mónica sonrió. La miraba como la cosa más hermosa del universo y lo era, en su universo gris lo era, el negro de su cabello, el dorado de su piel, el café de sus ojos. Ella era el color de su vida, podía ser el amor de su vida, pero le parecía más justo que fuera su color, su pedacito hermoso de color -. ¿Chicharrones? -, pudo ver la ilusión en los ojos café y antes de esperar una respuesta de la mayor ella misma respondió -. Chicharrones.

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