| Ave Fénix | XXVII

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Intentó llamarla, buscarla en su departamento, luchar por ella, pero la pintora no estaba dispuesta a recibirla nuevamente en su muy destrozada vida.

¿Se había enojado con Mónica? Sí, tal vez aun lo estaba, pero sabía que todas las mentes eran distintas, la de Mónica mucho más, y no podía odiarla solo por hacer lo que había creído correcto.

Luego de ocho meses, aun con el corazón roto, la escritora se dio cuenta que tendría que aprender a vivir sin ella. Mónica así lo había deseado.

Tal vez era lo mejor.

Aun así, todos los días se preguntaba si la volvería a ver, si ella aún la amaría, si ella aún la recordaría.

Y, más importante aún, se preguntaba si vivía.

María Corina no esperaba ver a Guillermo en la editorial, pero lo recibió con los brazos abiertos cuando le pidió su opinión sobre un tatuaje fénix en el cuello.

El joven de piel morena tenía un brillo especial decorando sus ojos oscuros, y María Corina juraba nunca haberlo visto tan feliz.

-. Leo parece hacerte muy feliz -, opinó la mayor con su típica sonrisa.

Guillermo intentó devolverle el gesto, pero el sentimiento de verla sin brillo por primera vez le hizo estremecerse.

-. Lo soy -, aceptó el chico, y María Corina se alegraba que el haberla abandonado en aquella fiesta al menos no hubiera sido una pérdida de tiempo -... La soledad, sin embargo, no parece hacerte demasiado bien.

Su sonrisa se borró. María Corina intentaba ocultarlo, seguir adelante, pero su pecho aún estaba lleno de tristeza.

-. Supongo que te estás preparando para el reencuentro -, comentó su amigo.

-. ¿Reencuentro?

-. Eso he dicho -, contestó Guillermo mientras rodaba los ojos -. Ya sabes, su nueva exposición será inaugurada dentro de dos meses.

Sus dedos se había alejado de la laptop y ahora miraba a su amigo, y María Corina apenas podía respirar.

La exposición.

La maldita exposición.

Los malditos desvergonzados.

-. ¿No lo sabías, Cori?

La escritora sacudió la cabeza, intentando así alejar la idea de ver a Mónica nuevamente.

-. Lo siento, sé que es difícil. No hablaré más de eso -, se disculpó el pobre chico -... Como sea, tengo nuevas noticias que contarte.

-. ¿Nuevas noticias?

Guillermo respiró hondo, y tras sus palabras se encontraba la razón de su felicidad.

-. Voy a comenzar mi proceso de transición, Cori -, le contó con un suspiro -. Finalmente podré ser yo.

Esa noche se preguntó si asistir a esa exposición sería lo correcto.

No solo quería ver por primera vez la pintura de su cuerpo desnudo, cosa que la pintora le había prohibido anteriormente para lograr sorprenderla. Aunque intentara engañarse, estaba más que claro que su meta principal era reencontrarse con el amor de su vida.

-. ¿Pensando de nuevo? -, preguntó Paulina con cautela.

Era muy típico que la chica lo hiciera. Era muy típico que Mónica ocupara todo espacio en su cabeza.

-. La extraño, Pau -, susurró tristemente.

Su amiga simplemente se sentó a su lado en aquel sillón y acarició su hombro en forma de apoyo.

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