VIII - Brandon

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Al ver a Brandon, Max fue sorprendido inmediatamente por lo que estaba haciendo. Había intuido vagamente por sus gemidos que Brandon se estaba masturbando; sin embargo, esto no era lo impactante. Brandon se encontraba con una de las sandalias de Dan en su cara mientras se masturbaba. Max podía escuchar cómo la olfateaba y cómo le daba algunas lamidas, algo que lo hizo retroceder de inmediato. Sin embargo, era obvio que Brandon ya lo había visto, y al darse cuenta de la situación en la que había sido descubierto, soltó la sandalia al suelo y se subió el pantalón mientras miraba a Max.

—¡No es lo que crees! ¡Te lo juro! ¡Mierda! —dijo Brandon, bastante frustrado por haber sido descubierto en el acto.

Mientras tanto, Max solo lo observaba, algo nervioso. Sería hipócrita juzgarlo, ya que prácticamente él había hecho lo mismo que Brandon: este se había masturbado con las sandalias de Dan, mientras que Max había hecho lo mismo con los calcetines de Matthew. Sin embargo, a pesar de eso, no dejaba de parecerle impactante encontrarse con otro fetichista de pies, y sobre todo, descubrirlo de esta forma. Claro, ya había conocido a los gemelos, pero no le había impactado tanto como ahora.

—¡Yo solo estaba viendo las sandalias y nada más, te lo juro! —se excusó Brandon, con el rostro completamente rojo.

—Uh, amigo... No tiene caso mentir, te vi masturbándote con las sandalias de mi amigo en tu rostro —dijo Max.

Brandon se encontraba completamente sonrojado por lo apenado que se sentía. Había logrado soportar ese gusto durante años, y ahora que finalmente se dejaba llevar, había sido descubierto por el chico nuevo. Estaba a punto de decir algo; sin embargo, antes de que pudiera abrir la boca, vio cómo Max se sentaba junto a él. Esto le pareció extraño, ya que, después de que cualquiera hubiera visto a alguien oliendo las sandalias apestosas de otro chico, probablemente se alejaría sintiendo desagrado, pero Max no era así. Era obvio que Max se sentía identificado debido a esto.

—Sabes, no tiene nada de malo esto; es un gusto que no puedes controlar. Quizás no haya sido lo correcto tomar las sandalias de Dan y hacerlo, pero... —De su bolsillo, Max sacó los sudados calcetines de Matthew, que Brandon reconoció de inmediato—. Yo también lo hice...

Ahora que ambos chicos sabían que al menos compartían el mismo fetiche, se sintieron aliviados. Sin embargo, Max ya había sido el encargado de aliviar a los gemelos, así que parecía correcto ayudar a Brandon ahora. Entonces, Max se quitó una de sus Vans y la puso en la nariz de Brandon de forma dominante, algo que este no se esperaba, pero que inmediatamente lo hizo comenzar a olfatear el interior del zapato cálido y apestoso de Max.

Mientras que el olor de las sandalias de Dan era ácido e intenso, concentrado, el olor a plástico mezclado con el sudor del atleta era masculino y potente. El olor de los zapatos de Max era algo más parecido a humedad, un aroma embriagante de sudor acumulado y puro, por lo tanto, olía un poco más limpio que los de Dan. A Brandon le costaba decidir cuál olor le agradaba más, sin embargo, disfrutaba ambos bastante.

—Pff... Apesta —dijo Brandon, muy excitado mientras su miembro comenzaba a endurecerse.

—¿Y qué tal si me prestas los tuyos? Jej —dijo Max.

Brandon sonrió y levantó sus pies, poniéndolos encima de las piernas de Max. Como Dan se había llevado sus tenis, Brandon solo calzaba unos calcetines de color azul. Max colocó sus manos alrededor de sus tobillos y, de forma lenta, comenzó a retirarle suavemente los calcetines, hasta que sus pies estuvieron descalzos. Entonces, acercó uno de los calcetines sudados a su rostro y empezó a olfatearlo mientras contemplaba las plantas de sus pies.

Las plantas estaban ligeramente rosadas y se veían bastante suaves. A pesar de ser un atleta, se veía que los cuidaba mucho. Sus dedos quizás eran muy largos, pero le quedaban bien. Aunque tenía ganas de darles una lamida, Max pensaba en otra cosa. Solo para probar, pasó su dedo índice por la planta izquierda de Brandon. Este solo reaccionó cerrando sus dedos y arrugando levemente sus plantas. Al ver esta reacción, Max esbozó una sonrisa y, para evitar que pudiera quitar sus pies, se levantó rápidamente y se sentó sobre sus tobillos. Ahora, sus pies estaban entre sus piernas, rozando su entrepierna y siendo imposible que pudiera quitarlas. Brandon solo miró curioso; entendía lo que iba a pasar ahora, pero le daba un poco de curiosidad, así que se dejó hacer.

Max: El Chico Nuevo del ColegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora