XXII - Confesión

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Max entró al hogar de Sebastián, un lugar que ya había visitado antes, pero esta vez se sentía diferente. La nueva relación que había surgido entre ellos generaba una confianza distinta.

Era la primera relación de Max. Un novato en el amor, no sabía qué hacer. ¿Debería ser cariñoso con su nuevo novio? ¿O avanzar de forma progresiva para no abrumarlo? Max sobrepensaba todo, queriendo evitar arruinar lo que tenían.

—¿Tienes hambre? Si quieres, puedo preparar algo de cena —preguntó Sebastián, relajado, observando el rostro de su novio, notando un leve sonrojo que delataba sus nervios, lo cual le parecía tierno.

Max había comido bastante durante el día, pero la idea de recibir comida preparada por Sebastián lo entusiasmaba. Sin embargo, tuvo que declinar.

—Estoy lleno aún, pero un desayuno hecho por ti mañana sería genial —respondió Max, mientras caminaba por la sala del hogar de Sebastián.

—¡Hey, toma asiento! No es la primera vez que estás aquí, siéntete como en casa —dijo Sebastián alegremente, empujando levemente a Max hacia el sofá.

Max asintió y se recostó con más confianza en el sofá. Ya había confesado sus sentimientos, lo cual lo aliviaba, pero aún le faltaba sincerarse del todo. No le había contado sobre su fetiche ni que conocía su cuenta de Instagram. Esto sería tan difícil como haberle confesado su amor.

Sebastián se sentó junto a él, con una sonrisa nerviosa. Ninguno de los dos sabía qué hacer después, ni quién tomaría la iniciativa.

—Veamos la tele, seguro hay algo entretenido —mencionó Sebastián, sonriendo mientras encendía la TV y empezaba a cambiar canales.

Max sonrió también y, mientras Sebastián buscaba algo para ver, rodeó su espalda con un brazo, acercándolo más. Sebastián, algo sonrojado, apoyó su cabeza en el hombro de Max.

El silencio los envolvió mientras sus manos se unían suavemente. La atención de Max estaba en la TV, pero no por mucho tiempo. Un leve sonido lo distrajo y al bajar la mirada, vio cómo Sebastián se había quitado el zapato hasta el talón, dejando expuesto su suave y redondeado talón. Max se sentía frustrado, pues le era cada vez más difícil resistir sus deseos. Su novio seguía provocándolo de manera inconsciente.

Sebastián, por su parte, no tenía idea de lo que Max estaba pensando. Claro, si le contara, seguramente lo entendería. Después de todo, tenía una cuenta de Instagram dedicada a sus pies. Pero Max no podía evitar sentir vergüenza, especialmente con Sebastián.

—¿No tienes una TV en tu cuarto? Creo que sería más cómodo seguir viéndola acostados —preguntó Max.

—¡Oh, sí! Solo deja que apague todo aquí y podemos subir a mi habitación —dijo Sebastián, dándole un pequeño beso en la mejilla antes de apagar las luces y la TV.

Ya en el dormitorio, ambos se tiraron sobre la cama. Max, sin pena, se quitó los zapatos, algo que llamó la atención de Sebastián, quien lo imitó descalzándose también.

Se abrazaron de nuevo mientras prendían la TV, y sus pies comenzaron a rozarse. Las plantas de Sebastián sintieron el suave algodón de los calcetines de Max. La curiosidad de Max sobre los pies de Sebastián lo llevó a romper el hielo.

—¿No te gusta usar calcetines, Sebastián? —preguntó Max, tomando desprevenido a su novio.

—No es eso. Es que hace tiempo que no compro ropa nueva, y me faltan calcetines. Ir descalzo dentro de los zapatos no está mal, aunque a veces me terminan doliendo al final del día.

—Pienso lo mismo, aunque creo que es más cómodo ir sin calcetines —dijo Max con una sonrisa.

—¿Y por qué si es más cómodo, estás usando calcetines? —preguntó Sebastián, curioso.

Max: El Chico Nuevo del ColegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora