II - Primer Día de Clases (Primera Parte)

27 6 0
                                    

Al ingresar al aula, Max fue recibido por una atmósfera de desinterés colectivo. Los estudiantes, repartidos en grupos dispersos, estaban inmersos en conversaciones o sumergidos en sus propios asuntos, sin prestar atención al nuevo integrante que acababa de cruzar la puerta. Max, con la mochila colgando del hombro y una mirada de cierta incertidumbre, escaneó el lugar en busca de un asiento disponible.

Sus ojos vagaron por todo el salón, repleto de chicos de edad cercana, hasta que captaron el gesto de un joven que, desde su lugar, le hizo una señal con la mano, invitándolo a acercarse.

El chico, que aparentaba tener su misma edad, exudaba una energía bastante intensa. Vestía una gorra roja colocada al revés, el cabello negro despeinado, una camiseta sin mangas del mismo tono que su gorra, unos shorts negros y sandalias igualmente rojas. En su tobillo llevaba un brazalete oscuro que destacaba sutilmente. Era una apariencia que no pasaba desapercibida, especialmente sus pies, que parecían atraer la mirada con una extraña naturalidad.

—¡Hey, bro! —saludó el joven con una sonrisa amplia. Max se acercó a él, intrigado por su energía.

—Puedes sentarte detrás de mí. —añadió con un gesto amable, señalando el asiento vacío justo detrás del suyo.

Max, tras un breve vistazo a la sala, notó que no había muchas más opciones. Dejó caer su mochila al suelo y se acomodó en la silla detrás de su nuevo conocido. Apenas se sentó, una voz, esta vez desde atrás, se dirigió a él con un tono burlesco.

—¿Trajiste tu mochila? —La voz pertenecía a otro chico, cuyos rasgos contrastaban fuertemente con los del primero. Su cabello marrón le cubría parte de su ojo izquierdo, pero sus penetrantes ojos azules brillaban bajo la sombra de su copete. La palidez de su piel y la ropa negra que lo envolvía casi por completo le daban un aire serio y reservado, un poco intimidante.

Dan, el chico de la gorra roja, soltó una risa ligera al escuchar el comentario de su amigo, y girándose un poco hacia Max, dijo:

—No te preocupes. Cuando cambiemos de clase, te llevamos a los casilleros. —Le dedicó otra sonrisa, estirando su brazo en forma de saludo—. Soy Dan, por cierto. Y él es Azael —añadió, señalando al joven de negro detrás de ellos—. Siempre nos gusta ayudar a los nuevos. Si tienes alguna pregunta, no dudes en acercarte.

Max, algo sorprendido por la calidez con que Dan lo recibía, estrechó su mano con la de él. El apretón de manos fue breve, pero el gesto fue suficiente para que Max sintiera una ligera sensación de alivio. Mientras que la mirada calmada pero inquisitiva de Azael lo mantenía en alerta, como si entre ellos dos existiera un delicado equilibrio de personalidades.

La clase transcurrió sin mayores sobresaltos. Matemáticas no ofreció nada fuera de lo común, aunque para Max, la tensión de ser el nuevo en un ambiente desconocido hacía que cualquier actividad pareciera más densa. Dan y Azael, por su parte, mantuvieron una presencia constante. Dan, siempre dispuesto a hacer algún comentario que aligerara el ambiente, y Azael, en su silencio calculado, observaba todo con detenimiento.

Al finalizar la clase, Dan fue el primero en levantarse, moviéndose con la misma energía que lo había caracterizado desde el principio.

—¡Vamos, Max! —exclamó con entusiasmo, alzando la mano para indicarle que lo siguiera.

Max tomó su mochila, levantándose rápidamente para no quedar rezagado. Mientras lo seguía, notó que Azael también se incorporaba, caminando tras ellos, en silencio pero con una mirada que no perdía de vista ninguno de sus movimientos.

Llegaron a una hilera de casilleros después de atravesar un pasillo lleno de estudiantes que se movían de un lado a otro.

—Mira, este de aquí está libre —dijo Dan, señalando un casillero vacío entre dos ya ocupados.

Max: El Chico Nuevo del ColegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora