Habían pasado ya algunas horas desde que Max había llegado a su casa y no tenía nada más que hacer. Ya había escrito los apuntes de la clase de química que Sebastián le había pasado, había terminado el resto de su tarea y había limpiado su cuarto. Ahora se encontraba acostado en su cama, mirando al techo con el más puro aburrimiento, sin tener idea de qué más hacer. Ya estaba oscureciendo y, por lo tanto, el joven de pelo negro no quería salir de su hogar.
Las otras ideas que se le ocurrían no eran tan interesantes tampoco. Los videojuegos usualmente le divertían y lograban saciar su aburrimiento, pero en ese momento no tenía ganas de jugar, al menos no solo. Sin embargo, sabía que sus hermanos probablemente estaban ocupados en sus asuntos. Era un viernes por la noche, y la familia de Max solía ser bastante responsable con sus deberes.
Sintiéndose un poco desanimado, agarró su teléfono para revisar sus mensajes. Entonces, una idea llegó a su mente: recordó algo que había pasado unos años atrás. Tenía ganas de hacer una pijamada. Quizás ya eran un poco grandes para eso, pero sabía que de todas formas disfrutaría mucho una pijamada, jugando con sus amigos, comiendo, e incluso podría hacer algo de cosquillas. La idea sonaba perfecta, y claramente invitaría a Azael y a Dan, sus mejores amigos.
Envió aquel mensaje un poco nervioso por la respuesta de sus amigos, pero su emoción era inmensa. Esta sería una oportunidad para conocerse más entre sí y divertirse fuera del colegio.
Pasó un minuto, y el sonido de una notificación en su teléfono lo distrajo. Al instante, volvió a la aplicación de mensajes y comenzó a contestar la conversación.
Al terminar aquella conversación, y ahora estando completamente seguro de que la pijamada se llevaría a cabo, estaba demasiado emocionado. Sin embargo, sabía que faltaban muchas cosas por preparar, así que salió corriendo de su cuarto y bajó las escaleras, encontrándose con su padre sentado en el sofá de la sala, viendo la televisión.
—¡Hey, papá! Invité a unos amigos a casa; van a quedarse toda la noche —dijo mientras se acercaba más a su padre.
Su padre, al escuchar esto, pausó el programa que estaba viendo y le prestó toda su atención.
—¡Vaya! No me esperaba que tuvieras una pijamada nuevamente. La última vez fue hace un par de años, ¿no? Con tus amigos Iván y Bryan —respondió, observando a su hijo.
—Ghh, preferiría no recordar eso —se rió de forma nerviosa, ya que realmente no tenía buenos recuerdos sobre sus anteriores amigos—. Pero sí, hace mucho que no tenía una pijamada. Quizás ya sea muy grande, pero seguro me divertiré.
—Espero que lo hagas... ¿Sabes? A tu edad también solía tener pijamadas con mis amigos. Claro, el internet apenas empezaba a formarse y las pantallas todavía eran cuadradas y anchas, con baja resolución, pero era suficiente para entretenernos —dijo sonriendo, recordando más detalles sobre aquellos tiempos que no le compartiría a su hijo por ser quizás demasiado personales—. Como sea, si quieres mi permiso para que se queden a dormir, está bien; no tengo problema con eso.
Max sonrió y salió de la sala, dirigiéndose al piso de arriba. Tocó la puerta de su hermano mayor, pero al no escuchar ninguna respuesta, la abrió sin más.
La habitación era como siempre: completamente desordenada. Su hermano estaba acostado sobre la cama, con los audífonos puestos y sus pies descalzos colgando de la cama. Eran muy similares a los de Max, pálidos y con el mismo color rosado en los dedos y talones, aunque los de Lynx eran algo más largos y definitivamente olían más que los del hermano del medio.
—¡Hey! Van a venir unos amigos a mi casa —le dijo a su hermano, simplemente para avisarle y que no se sorprendiera al verlos.
Lynx no respondió, solo levantó su mano izquierda, cerrando su puño y estirando su pulgar. Max, al ver esto, le devolvió el mismo gesto y ambos hermanos rieron. Ya habiéndole avisado a su hermano mayor, Max salió de su habitación y cerró la puerta. Luego fue hacia la habitación de al lado para avisarle a su hermano menor, Alex. La razón por la que les estaba avisando a ambos era porque no quería que hicieran algo que lo apenara frente a ellos.
—Pasa —respondió en voz alta inmediatamente después de que Max tocó la puerta.
Max abrió la puerta y vio la habitación de Alex, que era un punto intermedio entre el caos y el orden. No estaba tan ordenada como la de Max, pero tampoco tan desordenada como la de Lynx; era la habitación que se esperaría de un chico de su edad. Alex se encontraba jugando un videojuego en su consola cuando Max entró en su habitación.
—Unos amigos van a venir a dormir, así que no te quiero ver hacer nada raro frente a ellos —dijo casi riendo mientras miraba a su hermano.
—Pff, pensé que nuestro padre no nos dejaba hacer pijamadas. Ahora que ya lo sé, traeré a mis amigos la siguiente semana —respondió Alex, realmente sin darle mucha importancia.
Max suspiró y salió de la habitación de su hermano, para entonces ir corriendo a la suya y empezar a acomodar algunas cosas que había dejado tiradas debido a los estudios. Sabía que sus amigos no lo iban a juzgar al respecto, ya que Dan parecía alguien demasiado desordenado, pero igualmente se aseguró de limpiar y ordenar su cuarto. Entonces escuchó el timbre de la puerta sonar de forma estridente.
—¡Yo abro! —gritó Max y salió corriendo de su cuarto, bajando las escaleras y dirigiéndose a la sala. Se acercó a la puerta y puso su mano en la perilla. Sabía que esa noche sería divertida, pero también sería una oportunidad para volverse más cercanos, y solo esperaba que realmente la pasaran bien. Sus recuerdos de otras pijamadas eran bastante negativos, pero decidió dejar de pensar en ello.
Soltó un suspiro y giró la perilla de la puerta, abriéndola y encontrándose con Dan y Azael esperando en la entrada, ambos con ropa más cómoda que la habitual. Azael llevaba un pantalón de algodón y una camiseta blanca, mientras que Dan usaba un short negro, una camisa roja y las sandalias rojas que siempre solía llevar, lo que hizo que Max les echara algunas miradas a sus pies antes de sonreír y mirar a ambos a la cara.
—Vamos, entren; no tengan pena, jaja —dijo mientras abría la puerta por completo para que ambos pudieran entrar. A pesar de sentir un poco de vergüenza, Dan fue el primero en entrar, seguido por Azael. Cuando ambos estuvieron adentro, Max cerró la puerta.
Los tres chicos caminaron por la sala y se encontraron con el padre de Max, que estaba viendo la televisión. Al verlo, pausó su programa y sonrió mientras movía su mano en señal de saludo.
—Ellos son mis amigos, papá —dijo alegremente, dándole una mirada a su padre.
—¡Es un gusto conocerlos! Me alegra que se lleven muy bien con mi hijo, jaja.
—Muchas gracias, señor... jaja —respondió Dan de forma nerviosa, sin saber cómo causar una buena impresión.
—Bueno, iremos a mi habitación. Nos vemos en la cena —sonrió, mientras su padre asentía. Los tres chicos se fueron de la sala, con Dan y Azael siguiendo a Max mientras subían las escaleras hasta llegar a su habitación.
Dan y Azael solo observaron el gran cuarto de Max, impresionados por todas las cosas que tenía. Desde las ventanas podían ver la gran vista de la ciudad debido a estar en un edificio; sabían que sería una buena noche.
—¿Y dónde vamos a dormir, Max? —preguntó Azael mientras se quitaba los zapatos y los colocaba en un rincón, sin querer ensuciar el piso de Max, que tenía una alfombra.
—En mi cama no caben tres, jaja; ustedes dos van a dormir en el suelo, pero no se preocupen, haré que sea lo más cómodo posible para ustedes cuando quieran dormir —respondió Max.
Ninguno de los chicos sentía ni una pizca de cansancio, en parte porque aún era muy temprano (las 9 PM), pero también por la emoción de los tres; las ideas eran infinitas sobre lo que podrían hacer en ese momento.
Los tres chicos se sentaron sobre la cama de Max, que observó los pies de Azael, cubiertos con unos tenis blancos que mostraban sus tobillos, y los de Dan, aún cubiertos con sandalias, teniendo ganas de ambos.
—¿Y qué será lo primero que hagamos? ¿Jugaremos algún videojuego? —preguntó Dan con curiosidad.
—¡Suena como una buena idea! Solo que... ¿Qué opinan de hacerlo con un reto? —sugirió Max.
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Max: El Chico Nuevo del Colegio
Teen FictionMax, un joven chico sé encuentra con una situación terrible para muchos: Un cambio de ciudad y por lo tanto, empezar de cero su vida, tanto en el ámbito académico a su vez cómo el social. Pero para su fortuna, pronto sé dará cuenta que sus nuevos am...