Capítulo 22: Invitación a casa.

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《Mansión de seguridad, zona de la mafia Min, Seúl, Corea del sur.》

Amor.

¿Qué es lo que realmente significa?

Aquella pregunta rondaba constantemente por su mente, cuando era un niño y no tenía mucha noción de lo que la vida le esperaba esa palabra tenia un significado más claro; para él el amor era su mamá, una mujer fuerte y amorosa qué cada mañana iba hasta su habitación para levantarlo con besos cálidos y cosquillas, que lo alimentaba con cariño, que le dejaba ayudar en el jardín hasta ensuciarse de tierra, que le contaba historias o le leía cuentos y que cuando las cosas se volvían feas lo ocultaba en su habitación y soportaba ella sola los maltratos del hombre que se supone era su padre.

Para Jimin el amor era su mamá.
Hasta que se fue. Y entonces su vida se tornó oscura y no hubo más que un enorme vacío qué se agrandada cuanto más grande era el recuerdo.

Cuando creció, la palabra amor dejó de tener sentido, él pensaba que no era alguien destinado a amar ¿Quién lo iba a amar? Su vida había sido arrebatada y lo peor es que no estaba muerto, no tenía control, se lo habían quitado, en su vida solo era un títere, una marioneta qué la gente usaba y después desechaba.
Y luego pasó lo inesperado.

Lo conoció a él. Con su mirada de ojos profundos y sintió qué tal vez después de todo lo vivido, de todos los días difíciles, de todas las noches sin libertad, de todos los daños y dolores qué tuvo que pasar, tal vez por fin había encontrado a alguien  que podía amarlo.

¿O no?

—Me gustas mucho YoonGi hyung.
Aquellas palabras salieron de su boca a modo de susurró, pero que fue audible para ambos debido al silencio reinante en la habitación.

Jimin le miró a los ojos, vio el brillo en la mirada ajena y sintió qué quizá decir aquello que su corazón gritaba no había sido tan mala idea.

Pero cuando los minutos pasaron y la respuesta no llegó, su corazón se apagó.
Como sentir un golpe directo sobre su estómago, el rechazo qué vino con ese silencio lo hizo palidecer.

¿Se había equivocado? ¿Había visto mal las señales? O quizá nunca hubo señales, quizá siempre fue él tratando de encontrar aquello que en el fondo anhelaba.

—Yo…—Susurró, se sintió patético ¿Por qué siempre resultaba ser un tonto?—Perdón…yo…

—Jimin…

—Lo siento, no debí…no debí decir eso.—Termino de alejarse, apenas lo hizo, el vacío se volvió más notorio.

—Jimin, es…

—Debo…debo irme, perdón.—Le interrumpió, se alejo de él y caminó hasta la puerta para después salir de aquella habitación qué parecía asfixiarlo.

No supo a donde ir.

Al final, no era realmente libre ahí tampoco.

YoonGi se quedo estático en el centro de la habitación, hasta ese momento, fue consiente del vacío que se extendía en su pecho como si lo hubieran golpeando cientos de veces, miró la puerta abierta y se sintió desolado, vacío y por sobre todo se sintió el mayor idiota del mundo.
Jimin avanzó por el pasillo, se sintió desolado ante el vacío qué se extendía en su interior y que parecía exteriorizarse en las enormes paredes de la casa, bajo las escaleras y dirigió sus pies de manera automática hacia el único lugar donde podía sentir que tenía libertad.

Cuando su rostro fue suavemente golpeado por el aire cálido del día y cuando la brisa de la mañana lo acuno se permitió sentir.

Dejó qué las lágrimas salieran de sus ojos como cascadas y que su corazón se rompiera solo un poco más.









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