Estaba sentado, rodeando sus rodillas con los brazos y apretándolas fuerte contra su pecho. La cabeza sobre ellas, dejando que las lágrimas mojaran sus extremidades. Tal vez la Diosa le había mostrado eso para sanar el corazón de su hermano y restaurar la relación que mantenía con su pareja. Hai Kuan era el Alfa de Luna Creciente y Zhan se convertiría en el de Luna Nueva. Tendrían que trabajar codo con codo.
Aún así, su pecho dolía. Ver la culpa en los ojos de su hermano y la ira en los de su alfa, dolía. Aunque hubieran pasado casi 20 años, esos recuerdos seguían vívidos en la mente de Hai Kuan y ni el amor de su omega pudo hacer que lo olvidara.
Un ruido lo sacó de sus pensamientos. A su lado había una gran excavadora encendida. ¿Qué hacía ahí? Como si fuera arrastrado por una fuerza invisible, subió a la cabina. La máquina avanzó a gran velocidad. Yibo se asustó al ver un muro frente a él. Esperaba el impacto. La máquina lo golpeó y derribó la barrera. Se dirigió hacia el siguiente a más velocidad. Así tres veces más. El último era un muro metálico. El brazo de la pala lo golpeó. El metal se tambaleó y empezó a caer. Pasó por encima de la plancha y se detuvo.
Yibo bajó del vehículo. Frente a él, no muy lejos, vio una jaula. El suelo era de cemento, al igual que el techo, que estaba sujeto por grandes barras metálicas. Dentro de la jaula, vio algo. Se acercó. Fue impactante lo que descubrió.
En el suelo, había un hermoso lobo. Al menos eso parecía. Sus patas estaban atadas con grandes cadenas, al igual que su cuerpo. Un collar metálico alrededor de su cuello mantenía al animal pegado al cemento. Una mordaza apretaba su hocico. Estaba muy flaco y herido. Sus ojos derramaban pequeñas lágrimas. El animal lo miró lastimosamente, rogando por su ayuda.
Sin pensarlo dos veces, Yibo abrió la puerta de la jaula y entró. Empezó a quitar las cadenas que aprisionaban el cuerpo del animal. Abrió el collar y liberó su cuello. Una vez libre, se incorporó un poco. Yibo aprovechó para retirar la mordaza. Lo abrazó y lloró. Había entendido lo que pasaba y reconocido a ese animal.
- Lo siento. Mira lo herido que estás - acarició su pelaje con mucho amor -. Perdona a este tonto e insensato humano que te ha mantenido en este estado. Nunca más volverás a estar encarcelado. Ahora eres libre.
La luz iluminó el lugar. De la tierra yerma, hierba, flores y grandes árboles empezaron a surgir. Era de noche. Miles de estrellas iluminaban el cielo, que era azul. Un azul que nunca había visto. No era el cielo que siempre contempló. Parecía una cúpula enorme llena de pequeñas luces. Ya no estaban dentro de una jaula. Había desaparecido.
El lobo se puso en pie y sacudió su cuerpo. Caminó lento alejándose de él. Volteó su cabeza y lo miró. Yibo empezó a sentir que su cuerpo se volvía más ligero, liviano y a la vez más fuerte. El animal aulló. No era un aullido potente y fuerte como el de Zhan. Era un sonido agudo y melodioso. Su cuerpo vibró. Algo en su interior cambiaba a pasos agigantados. La respiración se le aceleró, su corazón bombeó fuerte. Se retorció y sus extremidades empezaron a doler. Su cuerpo entero dolía. Se retorcía en el suelo.
- ¡Aaaaah! ¡No, para! Duele... Duele mucho. ¡No!
- No estás listo.
El lobo se alejó con la cabeza gacha. Parecía desilusionado.
- ¡Espera! No te marches.
El animal volvió a mirarlo. Dio la vuelta y se acercó a él.
- Yo, yo quiero hacerlo. Quiero transformarme - negó con la cabeza -. No, debo hacerlo.
- No estás listo.
- ¡Sí lo estoy!
- Tienes miedo. No estás listo.
- No tengo miedo. Lo deseo.
- Tienes miedo - se acercó más y lo olfateó -. Lo huelo. Ahora yo soy libre. Tú sigues preso.
- ¿Qué dices? ¿Estás loco? ¿Acaso no me ves? Soy libre.
Nuevamente, Yibo sintió como su cuerpo se desgarraba de dentro hacia fuera. Como todos los huesos de su cuerpo se desencajaban, se rompían. Se retorcía otra vez sobre la hierba y gritaba de dolor.
- ¡Para, duele! No, no sigas. ¿Qué me estás haciendo? ¡Déjame! - dejó de sentir dolor y volvió a la normalidad.
- No estás listo, tienes miedo. Esta es la prueba.
- Si eres tan listo, entonces dime. ¿A qué le tengo miedo?
- Al dolor.
- ¿Quién no le tiene miedo al dolor?
- Sólo los humanos le tienen miedo al dolor. Nosotros lo aceptamos y abrazamos. Cuando lo aceptes, no lo volverás a sentir.
- El dolor no me da miedo. Simplemente duele y a nadie le gusta sufrir.
- El dolor puede ser liberador. Cuando lo entiendas, aprenderás a desearlo.
- ¿Qué? ¿Estás loco? ¿Cómo voy a desear algo que me hace sufrir?
- Cuando estés listo, cuando aceptes el dolor y entiendas que existe para liberarnos y transformarnos, entonces regresa a mí. Ahora vete. Ya has estado aquí mucho tiempo.
- Pero yo necesito...
El lobo se abalanzó sobre él con sus fauces abiertas. Lo engulló en cuestión de milésimas de segundos. La oscuridad lo absorbió. Abrió los ojos lentamente. ¿Dónde estaba? La luz era suave y se escuchaba un ligero crepitar. Se incorporó un poco. Ji Yang estaba sentado al lado de la anciana. Había regresado de su viaje.
- Veo que por hoy tu viaje ha terminado. Toma, bebé. Te ayudará a sentirte mejor.
- ¿Qué es esto? - preguntó desconfiado.
- Tranquilo, es sólo una infusión de jengibre y limón. Te ayudará.
Yibo miró para el humeante líquido. Repasó la conversación con su lobo.
- Existe un dolor transformador.
- Así es, pequeño. El dolor existe para alertar a nuestro cuerpo de que algo en él está mal. Es su lenguaje. También hay otro dolor que calma ese malestar. Como cuando te duele una encía y al hacer presión deja de doler.
- Me dijo que tengo miedo.
- Los humanos viven con miedo. Tú te has criado entre ellos y te han aprisionado con sus creencias. Debes liberarte de todo lo que te ata e impide que seas libre.
- Pero yo...
- No quieras correr sin antes aprender a gatear. Tómate esa bebida y marcharos. Se está haciendo tarde. Cuando así lo sientas, vuelve. Estaré esperando ese momento.
Yibo tomó la infusión. Era agradable para el paladar y reconfortante para su cuerpo.
- Si has terminado, vamos. No queremos que Zhan se entere de tu desaparición o mi cabeza dejará de estar sobre mis hombros.
- No permitiría eso, tranquilo, pero sí, vamos.
Se despidieron de la anciana con una reverencia y salieron de la cabaña. Esa vez Ji Yang giró a la derecha en lugar de cruzar el puente. Después de andar algo más de cinco minutos, llegaron al final del acantilado, al lado de la cascada que había visto al principio.
- Cuidado donde pones los pies. El camino es muy estrecho y húmedo. Pega tu espalda a la pared y camina de lado.
- ¿Dónde está el camino?
Ji Yang señaló un minúsculo saliente. Yibo tragó saliva y se santiguó. No tenía ni el ancho de sus pies.
- Este camino es peligroso, por eso entramos por la otra ruta. Sin embargo, no tenemos tiempo. El sol está a punto de salir.
Su acompañante empezó a caminar y él lo siguió. Con pasos lentos, finalmente llegaron hasta el campo. Yibo respiró al sentir la tierra firme bajo sus pies. Ji Yang se transformó y montó sobre él. Rápidamente, el lobo inició la marcha. Esta vez iba a más velocidad y sus saltos eran más altos y largos. Yibo lo estaba disfrutando. Cuánto más experimentaba esa sensación, más ganas tenía de poder correr así.
"Ya estoy más cerca de lograrlo. Yo también puedo, sólo debo ser libre."
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Luna nueva Luna creciente
FanficLa noche le cae encima a un joven montañista y parece que todo va en su contra. Perdido, sufre un accidente del cual no cuenta con sobrevivir. Esa misma noche, el clan Luna Nueva lleva a cabo la última prueba para elegir al nuevo alfa líder. Se trat...