❧ ༒︎ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔.45 ༒︎ ❧

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Un grupo de la manada se dirigía nuevamente a la antigua casa de Yibo. Ese sería el último día de trabajo. La maleza había sido limpiada y eligieron esa noche para liberar a los animales que estaban atrapados.

La semana había pasado rápido. Cortar y quemar las silvas y hierbas había sido una tarea más agotadora de lo que se esperaban. A mayores, eran pocos los que podían realizar el trabajo. No querían llamar la atención con un grupo grande, aunque la casa quedara apartada del resto de viviendas y se movieran por la noche, prefirieron tomar las máximas precauciones. Esa noche, la anciana, también los acompañaba. Todo estaba listo.

Yibo sacó las llaves, respiró y abrió las cerraduras.

- ¿Estás listo, pequeña Luna?

- Sí, Zhanzhan. Lo estoy. Después de esto, podré dejar atrás este lugar. Que el fuego se lleve los restos de este horrible pasado.

- Lo hará, mi amor.

Zhan lo agarró y dejó un beso en su sien. Yibo se sintió reconfortado y con decisión abrió la puerta. Con ellos estaban Jianmin, Hao Xuan, Ji Yang, Bowen y Ziyi. En los límites del bosque, el resto de la manada permanecía alerta. Nada podía interrumpir ese momento.

La pareja se tomó de la mano y Zhan fue el primero en entrar.

- ¿No hay nada que desees conservar? - preguntó la anciana.

- No, Yingchun. Las únicas cosas que me importaban ya las saqué: mi padre y el único recuerdo que tenía de ellos. No hay nada más.

- Está bien, jovencito. Entonces, guíame.

El grupo avanzó por el interior de la destartalada vivienda. Llegaron a la sala principal y tomaron el pasillo de la izquierda. La primera puerta a su siniestra fue abierta. Los ojos de sus acompañantes reflejaban el horror y asco que sentían al ver todo aquello.

- Esto es peor de lo que me imaginaba - comentó Hao Xuan.

- Y qué lo digas - confirmó Ji Yang.

- ¿Cómo puede haber gente capaz de disfrutar de estas cosas?

- Ni idea, Ziyi. Cualquier persona en su sano juicio aborrecería todo esto - respondió Bowen.

- No os dejéis impresionar, muchachos - interrumpió la anciana -. Vamos, es hora de devolver a estas criaturas a la madre naturaleza. Pobres e inocentes criaturas - la mujer entró en la sala moviendo una rama de laurel para espantar a los malos espíritus -, que os han arrebatado la vida por la satisfacción y codicia de unos seres viles y crueles, atrapando vuestra esencia para el regocijo de unos pocos. Esta noche os ayudaré a regresar a donde perteneceis. Que los cánticos, el humo y las llamas barran y transmuten vuestro dolor. Os doy ya libertad de ser libres.

Encendió un atado de hierbas amargas y saumeó la sala. Nuevamente, la anciana entonaba extraños sonidos. Recorrió cada rincón, limpió con el humo cada uno de los cuerpos que ahí se encontraban. Los demás sacaron de las vitrinas de cristal los cuerpos embalsamados de aquellos animales. Hao Xuan fue el primero en abandonar esa sala y, tal y como había hecho Zhan un par de semanas antes, vaciar el contenido de su estómago. Ji Yang suspiró. Dejó la pequeña jineta que tenía en sus brazos sobre una mesa de madera y salió a acompañar a su pareja.

- Eso es horrible - pronunciaba entre lágrimas -. ¿Cómo existen seres capaces de hacer estas cosas? ¡Esa nutria era una bebé!

- Ya, ya - Ji Yang le daba palmaditas en la espalda.

- Espeluznante, abominable, deleznable, imperdonable...

- Llévatelo de aquí - ordenó la anciana -. Está siendo afectado por la energía densa. ¡Largaos antes de que empeoré! - Ji Yang agarró a Hao Xuan y se dirigieron a la salida -. Ese joven siempre fue sensible a las energías negativas. No debería haber venido. En fin, prosigamos y acabemos cuanto antes.

Unos minutos después, la mujer encendió una antorcha y la dejó caer sobre la piel de lobo que cubría el suelo. Rezó un par de oraciones, se inclinó mostrando respeto a las almas de los animales y se dirigió a la salida. Los demás la acompañaron. Una vez fuera, vieron cómo las llamas consumían esa habitación.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Yibo. Sintió los brazos de Zhan a su alrededor y el calor del pecho ajeno en su espalda. Agarró los brazos del alfa. Un par de minutos habían pasado cuando pudo ver varias bolas de luz escapando de aquel lugar. Al salir tomaban su forma original. Eran siluetas de luz pura rodeadas de un halo dorado. Pasaban por su lado y corrían hacia el bosque. Percibió las emociones de todas aquellas criaturas. Eran libres y le estaban agradecidas por haber cumplido su promesa. Yibo lloró de alegría.

- ¿Todo bien, mi amor? - le susurró Zhan.

Asintió con la cabeza mientras se secaba las lágrimas. Miró hacia el bosque y vio como esos espíritus estaban alcanzando los lindes.

- Correr libres y regresar a vuestros hogares, con vuestras familias. Deseo que encontréis la paz y que viváis en armonía en vuestra próxima vida - pronunció.

Yingchun sonrió. La Diosa había elegido una buena Luna. No solo eso. Un buen sucesor. Se dio la vuelta y caminó feliz de regreso a su guarida.

- Permítele Diosa que disfrute de la felicidad que se merece ese muchacho. Que sea feliz al lado de su alfa. Aún es joven y tiene mucho que aprender. Ya vendrá a nosotras cuando esté listo. Será una Luna digna de ti.

Siguió caminando sin volver la vista atrás.

Zhan y Yibo quedaron solos observando cómo poco a poco la casa se desmoronaba y era consumida por el fuego. Unas gotas empezaron a caer. Pronto se convertirían en aguaceros.

- Será mejor que regresemos.

- Quiero quedarme hasta el final.

- Está bien. Nos quedaremos hasta que estés satisfecho - le contestó y besó su mejilla derecha.

El corazón del omega estaba acelerado. Mientras escuchaba los sonidos de los vidrios rompiéndose, las vigas cayendo, el suelo desmoronándose y las paredes resquebrajándose, los recuerdos de los momentos vividos en ese lugar aparecían por su mente. La lluvia se hizo más fuerte y, sin poder evitarlo, Yibo cayó de rodillas, lloró y gritó. Con cada grito liberaba una emoción reprimida, una palabra no dicha, un sentimiento oculto. Las lágrimas limpiaban las heridas de su corazón y espíritu para sanarlas.

Zhan permanecía a su lado, asegurándose de que no sufriera ningún daño. Le dolía verlo así, tan desgarrado y roto, sin embargo, sabía que era necesario. Tenía que soltar lo que llevaba dentro. Aguantaba firme a su lado. Era capaz de sentir como todo su dolor escapaba con cada grito y cada llanto.

"Así es, pequeña Luna, deja todo eso que no te sirve aquí para que puedas empezar una nueva vida."

No sabían cuánto tiempo llevaban bajo la lluvia. Yibo había agotado sus fuerzas y cuando las paredes exteriores de la casa se derrumbaron, él cayó inconsciente sobre la tierra mojada.

Zhan lo tomó entre sus brazos. Acarició su rostro manchado de barro. Besos sus fríos labios y lo cargó con mucho amor.

- Regresemos a casa, cariño. Esta pesadilla ya llegó a su fin.

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Y con estos dos capítulos, concluimos esta etapa de la historia. Espero que hayáis disfrutado esta primera parte. Ahora viene otra parte que espero o resulte igual de emocionante. Algo que lleváis esperando muchos capítulos.

Mañana, nueva actualización con más aventuras de nuestro shipp culposo, al menos el mío sí lo es al 100%

Gracias por todo vuestro apoyo y por seguir esta historia. Seguiré trabajando para traeros más capítulos emocionantes, porque vosotr@s lo valéis.

Nos leemos!!! 💖💖💖💖

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