❧ ༒︎ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔.46 ༒︎ ❧

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Se revolvía en sus sueños. Imágenes aterradoras de su vida se mostraban frente a él. Según se acercaba a ellas, como si fueran frágiles cristales, se rompían en pedazos. Así una tras otra. Estaba perdido en ese túnel oscuro, avanzando sin parar y viendo como esos recuerdos se desintegraban en la nada. Finalmente algo apareció frente a él.

Era la imágen de sus padres. Ambos corrían a su encuentro. Se fundían en un abrazo y se daban un tierno beso. Después lo miraron y sonrieron. Se empezaron a deshacer, convirtiéndose en miles de pequeñas bolas de luz doradas. Una luz cegadora le hizo cerrar los ojos. Al abrirlos se dio cuenta de que estaba en la habitación que compartía con Zhan.

Aún era de día, aunque las nubes negras tapaban el cielo y la lluvia caía con un constante y relajante tintineo sobre la ventana. Miró a la izquierda. Vio el rostro de su alfa. Se giró hacia él y lo acaricio. Pasó sus dedos por cada una de sus fracciones. Era un hombre hermoso. Acarició sus labios y dos iris azabaches lo miraron. Una línea curva se dibujó bajo sus dedos.

- ¿Dormiste bien?

- ¿Cómo llegué aquí?

- Te desmayaste y yo te traje.

- Zhan, ¿de verdad ya acabó todo?

- Sí, mi amor. Lo hiciste. Ya no hay nada más que te retenga.

- ¡Oh, Zhan! Estoy muy feliz.

- Yo también, mi vida. Me pregunto qué favor me habré ganado con la Diosa para ser digno de alguien tan maravilloso como tú.

- No digas tonterías. Vas a hacer que me sonroje...

- Me encanta verte sonrojado.

Zhan se incorporó un poco y besó esos dulces y carnosos labios. Yibo correspondió al beso de forma ávida e insaciable. Se sentía bien, libre, tranquilo, en paz. Ansiaba los besos y caricias de su pareja. Recorrer con sus manos toda su piel. Sentir el calor que le proporcionaba. Él era su lugar seguro, su hogar. Enredó los brazos alrededor del cuello contrario y profundizó el beso. Recorrió la piel que tenía a su alcance y logró separar la telas que cubrían su hombro y pecho, dejándolos al descubierto. Acarició esa piel. Era suave y tersa. La recorrió una y otra vez sintiendo un gran placer sensorial.

Zhan se separó un poco y lo miró. Acaricio su faz y depositó suaves y dulces besos por cada uno de los rincones de su tez. Acarició su cuello con dulzura y luego repasó con los dedos las líneas que dibujaban sus clavículas. Deseaba más, sin embargo, no estaba seguro de seguir. No quería forzar a su hermoso omega a entregarse sólo por su deseo de poseerlo y adentrarse en él. La pierna de Yibo rozó su intimidad haciendo que unas intensas corrientes recorrieran su cuerpo y que su rostro dibujara una lujuriosa mueca, terminando de despertar su miembro.

- Yibo, mi amor. Será mejor que vayamos a comer. Debes de tener hambre.

- Zhan, no quiero. Quiero seguir acariciándote, besándote y recorriendo tu piel. Es muy suave y firme. Me gusta. Quiero más.

- Mi amor, me alegro de que te guste, sin embargo, eres toda una tentación para mí.

- Hazlo.

- ¿Qué? - abrió los ojos llenos de sorpresa.

- Te pido que hagas lo que deseas.

- Yibo, sabes que... - se vio interrumpido por un beso -. ¿Estás seguro?

- No lo sé - desvío su mirada -. Sólo sé que deseo sentirte.

- Está bien, mi amor. Pero antes quiero que sepas que no es necesario llegar hasta el final. Iremos poco a poco y si en algún momento quieres que pare, lo haré.

Yibo asintió con la cabeza. Zhan besó su frente y fue bajando poco a poco por su delicado y hermoso rostro. Siguió hasta besar su cuello, prestando atención a la marca que le había hecho. La besó y luego chupó. Escuchó un dulce gemido. Con sus manos retiró la tela que cubría su pecho y acarició la piel de su torso. Volvió a escuchar un gemido cuando su mano rozó su rosado pezón. Siguió trazando un camino de besos hasta llegar a su otro botón. Lo tomó entre sus labios, lo lamió y mordió mientras hacía algo similar en el otro. Después de atender esa parte de su cuerpo durante unos minutos, besó sus labios y acarició la parte interna de sus muslos, llegando hasta la ingle, pero sin rozar su intimidad.

- Zhan... - susurró Yibo casi sin aliento.

Las caricias y besos lo estaban llevando a otro nivel de consciencia. Se sentía flotando en el limbo y su cuerpo se llenaba de impaciencia. Su miembro dolía y rogaba por atención.

- Tócame, Zhan. Duele.

Obediente, apartó las telas que cubrían su hombría y acarició suavemente el largo y duro miembro. No era el único que reclamaba atención. Giró el cuerpo de Yibo hacia él y juntó ambos penes. Los dos estaban calientes y goteantes. Dejó que se frotaran entre ellos. La espalda de Yibo se arqueó y Zhan besó su manzana de Adán. Esa protuberancia que tanto le gustaba y tanto deseo le generaba. Rodeó con las manos sus partes íntimas y comenzó a moverla. Yibo gritó de placer y él dibujó una sonrisa de satisfacción. Su mano se encontraba húmeda por el líquido preseminal. Entonces agarró la de Yibo y la guió hasta la entrepierna de ambos. Sintió la calidez del contrario sobre su miembro. Masajeó sus firmes glúteos y fue colando un dedo hacia el interior.

- Si te molesta, dímelo - Yibo asintió y Zhan besó sus labios con pasión.

Estaba nervioso. Notaba el dedo del mayor jugando con su entrada. Su respiración estaba alterada y no sabía si era por la excitación o por los nervios que sentía. Fue algo extraño cuando uno de los dígitos dejó de jugar con su anillo y se abrió paso hacia su interior. No sabía muy bien cómo describir esa sensación. Sin embargo, Zhan empezó a trazar círculos dentro de él proporcionándole un gran placer. Poco después sintió un segundo dedo y creyó ver el cielo cuando estos rozaron una parte muy sensible de su anatomía.

- ¿Te gusta, bebé?

- Sí, me gusta.

Le gustaba, quería que siguiera dándole en ese lugar. La mano libre de Zhan envolvió la suya y comenzó a masajear a los olvidados miembros. Yibo tragó duro al notar lo grande y grueso que era Zhan ahí abajo. Sin embargo, pronto se olvidó de eso, pues unas oleadas de placer lo llevaron al éxtasis en el momento en el que sintió un tercer dedo ancheando su trasero. El ritmo del masaje de Zhan aumentó. Sus manos unidas rodeando sus miembros y el roce lo estaban llevando al cielo. Era la primera vez que experimentaba eso. Un cosquilleo empezó a acumularse en su vientre.

- Zhan... Creo que... ¡Oh, Zhan! Me voy...

- Hazlo bebé, vente conmigo.

Las embestidas de sus dedos y el masaje en sus miembros se aceleraron. Tocaba con precisión el punto dulce de Yibo. Disfrutaba de esa sensación. El líquido caliente se derramaba sobre su miembro a punto de explorar. Tras unas profundas arremetidas, finalmente, lograron alcanzar el ansiado y esperado orgasmo, derramando y mezclando su esencia.

Satisfechos por tan placentera experiencia, se abrazaron.

- Zhan... ¿Por qué no lo hiciste?

- ¿El qué?

- Pues... Ya sabes...

- Te dije que iríamos poco a poco y que no necesitaba llegar hasta el final. Esto para mí ha sido maravilloso, mi amor - sujetó su rostro y lo beso en los labios -. Tenemos mucho tiempo para hacerlo. No quiero apurarlo. Quiero que disfrutemos juntos y se puede hacer de muchas formas. Cuando estés preparado, ten por seguro que me hundiré en ti hasta que grites y clames piedad.

- Jajaja. ¡Eres un bruto descarado!

- Pero aún así, me amas.

- Aún así, te amo.

Se besaron hasta que la luna salió.

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