SAROCHA.
– Entonces... ¿me está usted invitando a que saque a la niña del colegio? – pregunté en tono de fingida inocencia a la directora de aquel elitista colegio considerado el mejor de toda la isla. La mujer, de aspecto estirado y dientes de conejo, me observó ceñuda tras sus gafas de montura dorada. No sé por qué, pero por teléfono me había imaginado a una señora gordita y con moño, y no a aquella especie de escoba desvencijada de modales un tanto impertinentes.
– Veo que, por fin, lo ha comprendido usted – replicó consultando descaradamente la hora en el reloj de su móvil y removiéndose inquieta sobre el acolchado sillón de terciopelo rojo detrás de su escritorio.
– Pero estamos casi a finales de curso – objeté tratando de razonar, una vez más, con aquella pedazo de idiota antes de tener que utilizar la artillería pesada. No tenía ninguna intención de sacar a Song del colegio a aquellas alturas del curso, sobre todo desde que parecía que la niña empezaba a integrarse con el resto de los compañeros. – Además, es normal que mi hija se defienda si se meten con ella.
– La violencia nunca es la solución, señora Salazar.
¡Bruja estúpida!; aquella mujer estaba agotando mi paciencia.
– Ya le he explicado a Song que así no se deben hacer las cosas. Estoy segura de que la próxima vez acudirá a la profesora en vez de tomarse la justicia por su mano.
– Ya hemos hablado de eso. No es política de este colegio admitir alumnos que se lían a puñetazos a la primera de cambio. Además, los padres del otro niño están pensando en demandar al colegio, ¿lo sabía?
– ¿Y saben los padres del otro niño que su querido angelito llamó a mi hija "inmigrante" y "niña sin padre", entre otras lindezas? – pregunté en tono cansino, aburrida ya de hablar con aquella vieja arpía.
– La decisión está tomada. Lo siento – sentenció la mujer con terquedad antes de levantarse de su asiento y dar tácitamente por finalizada la reunión. Yo valoré con rapidez mis opciones. Quizá debería enviar a Heng para que susurrara unas cuantas lindezas al oído de aquella insoportable mujer, pero en seguida deseché la idea al recordar mi firme propósito de evitar
comportamientos impropios de la nueva vida que había decidido abrazar. Era mejor actuar con formas más diplomáticas.
– He escuchado que el colegio ha comprado el terreno de al lado para ampliar las instalaciones deportivas – dejé caer como quien no quiere la cosa. La mujer me observó con un renovado brillo de interés en los ojos. – Yo podría sufragar los costes de construcción, quizá – añadí mostrando las palmas de las manos en ademán amistoso.
– Bueno, admito que eso podría cambiar las cosas – declaró ella sentándose de nuevo tras valorar mi propuesta durante unos segundos. Después me dedicó una sonrisa lobuna que me provocó cierto repelús –
¿Sufragaría todos los gastos, dice usted? – preguntó a continuación con una voz dulce como la miel y haciendo hincapié en la palabra "todos". No era de extrañar. Sabía de sobra que aquella vieja cacatúa no era solo la directora del centro, sino que poseía también un buen puñado de acciones del mismo que le hacían participar en el reparto de beneficios.
– Todos – repetí yo manteniéndole la mirada. – Aunque tendría usted que garantizar que no se va a repetir lo de hoy, por supuesto. Quiero que vigilen a mi hija más de cerca para evitar un episodio similar y, ya que estamos, que alejen de ella a ese pequeño acosador.
– Por supuesto, podríamos cambiar al niño a otra clase y hablar con la profesora de su hija para que esté más atenta, no se preocupe – contestó la mujer en un tono de lo más complaciente.
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Misión Pantera (Freenbecky)
FanfictionRebecca es una joven oficial de policía con grandes aspiraciones, apasionada por su labor y con un firme código moral fundamentado en el respeto hacia la ley y la justicia. Su vida da un giro inesperado cuando acepta una misión encubierta que la lle...