SAROCHA.
– Deberías llevarte a Héctor o a Raúl – insistió Heng mientras introducía las maletas en el portaequipaje del Mercedes.
– No me imagino a ninguno de los dos paseando por el Louvre o fotografiándose con el pato Donald, la verdad – repliqué en tono socarrón sin dejar de mirar con impaciencia a la entrada de la casa ¿por qué tardaba tanto Rebecca en salir?
– ¡No te hagas la graciosa conmigo! – replicó mi antiguo guardaespaldas cerrando el maletero de un agrio portazo. – Si querías ir unos días a París, te podía haber acompañado yo, y no esa pinche policía más falsa que Judas.
– Heng, ya hemos hablado de ese tema.
– Sí, pero me preocupa que se te haya nublado el buen juicio – admitió él apoyando la espalda contra el coche y cruzando los fornidos brazos en actitud disconforme. – Además, no me gusta que andes por ahí sin protección por mucho que estemos en Europa.
– ¡Protección es justo lo que no me va a faltar! Estaré escoltada en todo momento gracias a la siempre espléndida policía española.
– ¡Pues eso es lo que más me preocupa! No me fío de ellos.
– ¿Y qué podrían hacerme? – inquirí encogiéndome de hombros – Nada, absolutamente nada. Es cuestión de tiempo que se den por vencidos y nos dejen en paz.
– ¡Tú sabrás!, aunque espero que no te explote en toda la cara el flirteo que te llevas con esa víbora traidora.
– ¡Eso mismo espero yo! – admití guiñándole burlonamente un ojo y sin molestarme en negar lo del flirteo. Heng me conocía demasiado bien como para no intuir los verdaderos motivos por los que me había negado a despedir a Rebecca con viento fresco tras tener conocimiento de su auténtica identidad.
– Eso, tú tómatelo todo a broma. No habrá mujeres en el mundo, ¡por los clavos de Cristo!
– Chsssss, ¡calla, que ya viene! – susurré visualizando a Rebecca salir de la casa con una feliz y nerviosísima Song de la mano. Llevaba un pantalón
suelto color caqui, una camisa blanca de manga larga y unas Converse de bota color hueso. No pude evitar imaginar cómo sería doblegar aquel cuerpo firme y esbelto en unas circunstancias más íntimas. ¿Lo averiguaría algún día? Siempre me había gustado conquistar a las que van de inaccesibles, pero empezaba a tener serias dudas de que en aquella ocasión lo fuese a conseguir.
– ¡Heng! – gritó Song acercándose de una carrera para lanzarse a los brazos del hombre, que la elevó soltándola por el aire y recogiéndola de nuevo en una especie de pirueta de infarto. – ¡Otra vez, otra vez!
– Tenemos que irnos ya – interrumpí la escena dirigiendo un leve gesto de cabeza a Raúl, quien se acercó de inmediato para tomar los mandos del vehículo no sin antes lanzar una mirada recelosa a Rebecca. Esos dos idiotas iban a conseguir que terminara por sospechar.
ESTÁS LEYENDO
Misión Pantera (Freenbecky)
FanfictionRebecca es una joven oficial de policía con grandes aspiraciones, apasionada por su labor y con un firme código moral fundamentado en el respeto hacia la ley y la justicia. Su vida da un giro inesperado cuando acepta una misión encubierta que la lle...