SAROCHA.
– ¡Mamá! ¿por qué haz cerrado tu cuarto con llave?
La voz infantil de Song llegó a mis oídos como procedente de un mundo muy lejano; otra galaxia, casi. De inmediato abrí los ojos hasta encontrarme con el delicado rostro de Rebecca frente a mí. La policía dormía respirando de forma rítmica y tranquila. Su cabello, largo y sedoso, se derramaba con gracia sobre la almohada, y sus labios, ligeramente entreabiertos, le otorgaban un aspecto algo infantil. Era la primera vez, en mis treinta y tres años de vida, que compartía cama una noche entera después de un encuentro sexual, aunque calificar lo ocurrido con Rebecca como un mero "encuentro sexual" me pareció, de pronto, un auténtico sacrilegio. ¡Dios!,
¿qué había sido aquello? No es que yo tuviese demasiada experiencia en asuntos amorosos, más bien nula, pero algo me decía que la increíble conexión que había tenido la noche anterior con mi invitada trascendía, con mucho, la mera experiencia carnal.
– Rebecca, ¡despierta! – susurré besándola en el puente de la nariz con suavidad. Sus pestañas, largas y oscuras, se entreabrieron con lentitud hasta mostrar el curioso tono gris verdoso de los ojos. La expresión de su rostro, somnolienta, se tornó de inmediato en un gesto de sorpresa.
– ¡Sarocha! – exclamó pronunciando mi nombre con cierto desconcierto, como si no se creyese del todo que acababa de despertar enredada entre las sábanas de mi cama. Deseé acercarme a ella para besarla, pero los golpes que comenzó a dar Song en la puerta del dormitorio me hicieron cambiar de idea. ¡Qué oportuna la niña! Ya podía haber dormido un rato más.
– Mamá, ¿me abrez la puerta?
– Será mejor que me encierre en el cuarto de baño – susurró Rebecca levantándose como un resorte de la cama y arrastrando parte de la sábana en un inútil esfuerzo por cubrir su desnudez. – ¡Dios!, ¿dónde está mi vestido...? – agregó buscando, nerviosa, entre la ropa desperdigada por el suelo. Yo disfruté del espectáculo de observar a mi bella amante desnuda por la habitación tratando de encontrar su ropa interior mientras me vestía rápidamente con un pijama.
– ¡Mamáaaaa!
– ¡Ya voy, ya voy! – dije acercándome a la puerta y recogiendo de paso mi ropa al tiempo que Rebecca se encerraba en el cuarto de baño con gesto apurado. Yo le guiñé un ojo antes de quitar el cerrojo y accionar el picaporte
– A ver, ¿se puede saber por qué te has despertado tan pronto? – pregunté esquivando como pude a los perros, que entraron en tromba a la habitación junto a la niña. Song, como casi todas las mañanas, se dirigió rápidamente a mi cama para lanzarse sobre ella de una voltereta.
– No tenía zueño. ¿Por qué te haz cerrado con cerrojo?
– Bueno, tuve una pesadilla y me dio miedo.
– ¿Pero tú tienez miedo de algo? – inquirió la niña en tono de sorpresa tras tumbarse en el mismo sitio en el que, instantes antes, había estado Rebecca.
– Todos tenemos miedo de algo – respondí de forma ambigua. No estaba para charlas trascendentales a las ocho y media de la mañana, y menos aún con una niña de siete años.
– ¿Qué hace el móvil de Beck aquí? – dijo entonces cogiendo de la mesita de noche el teléfono de Rebecca, inconfundible por la funda color rojo brillante que lo envolvía.
– Se lo dejó anoche abajo, habrá que devolvérselo... – contesté rápida de reflejos.
– ¿Y también ze dejó el reloj? – preguntó la niña, de nuevo, señalando el Apple Watch color blanco que solía llevar la policía y que descansaba también en la mesita de noche como mudo testigo de lo acontecido la noche anterior. Por un momento me pregunté si Song no sería la mismísima reencarnación del detective Perry Mason.
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Misión Pantera (Freenbecky)
FanfictionRebecca es una joven oficial de policía con grandes aspiraciones, apasionada por su labor y con un firme código moral fundamentado en el respeto hacia la ley y la justicia. Su vida da un giro inesperado cuando acepta una misión encubierta que la lle...