¡Christina!

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En esa misma noche...

T r i s

Ayer a la noche, pensé sobre todo, desde el comienzo de mi vida hasta este punto, y pensé:
"¿Qué es lo que de verdad quiero ser?"
Osada, eso es lo que quiero ser, lo que deseo.
"¿Qué tengo que hacer para ser osada?"
Pasar el corte.
No le dí más vueltas al asunto, si lo que tengo que hacer es pasar el corte tengo que esforzarme.
Cogí ropa limpia, una toalla y me fuí a duchar. Eran las 3:45 de la madrugada cuando salí de la ducha, todavía tengo tiempo.
Después, cuando ya estaba completamente seca, me vestí y fuí descalza a la sala de entrenamiento, para evitar hacer el menor ruido posible.

Me calzé, y empezé a entrenar con los sacos de arena, entrené como si mi vida entera dependiera de ello.
Al final, terminé con los nudillos al rojo vivo y con las palmas de las manos con pequeños surcos, allí donde había clavado mis uñas.

Unos minutos después, algún que otro iniciado empezó a entrar en la sala. Las horas pasaron y perdí la noción del tiempo. Ya eran las 8:30 de la mañana.
Salí disparada de la sala de entrenamiento y me dirijí a la cafetería.
Comí unas dos manzanas para poder empezar el día correctamente, y volví a subir a la sala de entrenamiento.
Todos los iniciados estaban golpeando sacos de arena.
Diablos, llegué tarde.
Me arrimé a uno de los sacos de arena como si nada, pero Cuatro se había dado cuenta y venía hacia mí.
Tragué grueso, y empezé a golpear el saco mientras los latidos de mi corazón se aceleraban progresivamente.
Se cruzó de brazos a mi izquierda.
-No deverías de haber llegado tarde, estirada.-Me dijo. Alzé las cejas, sin tan siquiera mirarle. Ya estaba acostumbrada a que me llamen estirada, pero pensé que aquí ya dejarían de llamarmelo. La verdad es que también me sorprendí por lo que me dijo, yo me imaginé que me quitaría puntos y que me riñera, montándome un enorme numerito en frente de todo el mundo, no esas simples palabras.

Esperé unos minutos para darle tiempo a que se fuera, y miré hacia la izquierda.
Diablos, seguía ahí, como congelado en el tiempo, observándome.
Volví a concentrarme en el saco, golpeándolo.
-Eres débil.-Comentó, de improviso.
"Vaya, no lo sabía." Pensé.
Cuatro se arrimó todavía más, quedando relativamente cerca mío, tanto, que su respiración me hacía cosquillas en el cuello, erizándome el bello.
-Si quieres que tus golpes sean efectivos,-Me empezó a explicar, tranquilamente.-Tienes que fijar la fuerza aquí.-Colcluyó, presionando mi abdomen, causando que toda fibra y musculo que se encontraba ahí, se tensara. Noté como el rubor se subía a mis mejillas, la verdad es que no se por qué.
Caray, este chico sabe como ponerme nerviosa.
-Vale, gracias por el consejo.-Le agradecí, al cabo de un minuto, esperando que quitara su mano de mi estómago, cosa que hizo unos minutos después. Esto es raro.
Volví a golpear el saco, poniendo en practica su truco. Vaya, sí que funciona.
-Ah Tris, una cosa más.-Dijo.
-¿Hmm?-Murmuré.
-No estaría nada mal que te quedaras aquí después del entrenamiento, si es que quieres pasar el corte.-Añadió...con un aire nervioso en la voz. Espera, ¿Nervioso por qué?
Me limité a asentir, mientras seguía entrenando.

Minutos después, Eric entró por la puerta como se acostumbra a hacer en cada entrenamiento.
Maldije por lo bajo.
Cuatró silvó, indicando que pararamos.
-Christina contra Peter. Las normas que impuse ayer se mantendrán en todas las peleas.-Anunció Eric.
Me arrimé a ella para desearla suerte, y después se aproximó al ring.

La pelea entre ellos comenzó bastante fuerte. Peter golpeó a Christina en la cadera con una rodilla, derribandola.
-¡Vamos Christina!-La animó Lily, desde algún punto de la sala.
Christina se levantó y le propinó un buen puñetazo en la frente.
Peter se cargó de furia y se tiró encima de ella. Una vez en el suelo, Peter empezó a golpearla en la cara con ira.
Yo apenas me atrevía a respirar, no me gustaba verla así.
Christina retrocedió protegiéndose con una de sus manos.
-Ya vasta, ya vasta. Es suficiente.-Dijo, con la respiración entrecortada.
Eric entrecerró los ojos, dudoso.
-Vale.-Cedió, mientras se aproximaba a ella y la tendía un brazo para ayudarla a levantar.
Gracias a Dios. Aunque que Eric sea amable, es sospechoso.
-Seguidme.-Dijo, mientras Ayudaba a Christina a caminar.
Me arrimé a Lily para no perderla de vista, y fuimos tras Eric.
Caminamos por el pozo, hasta llegar al abismo.
-¿Ya estás mejor?-Preguntó Eric a Christina. Pude notar un tanto de sorna en su voz, como si se estaría riendo de ella.
-Sí, gracias.-Dijo, mientras se quitaba la sangre fresca que tenía en la nariz, antes de que esta se secara.
-En ese caso...-Empezó a decir Eric de improviso, agarrando a mi amiga de la mano y sacándola fuera de la cornisa del avismo, dejándola tendida allí mismo.
Christina soltó un sonido raro, entre un grito de sorpresa y un grito de dolor.
Mis manos fueron automaticamente a mi boca, por instinto.
-Bien Christina, tienes tres opciones.-Explicó Eric lentamente, haciéndola agonizar. ¿Cómo puede existir una persona tan mala en este planeta?-O bien te rindes, te ayudo a subir y te conviertes en una sin-facción, o bien te caes y mueres, o bien aguantas cinco minutos agarrada a el borde del avismo y hacemos como que no ha pasado nada. Es tu propia decisión.-Finalizó.
-¡Vamos Christina!-Exclamé, porque lo que más necesita ahora son ánimos.
Pequeñas gotas turbias que retenía la cornisa le calleron a Christina en la cara.
Retuve la respiración.
Los dedos de su mano derecha se fueron soltando poco a poco, como en reacción en cadena.
-Un minuto.-Anunció Eric.
Ella soltó un grito horrible mientras uno de los dedos de su mano restante se resbaló.
Lily ni siquiera podía mirar, y llegó a un momento en el que yo tampoco podía hacerlo, pero tenía que estar atenta para que cuando pase el minuto pueda ir a ayudarla.
Puedes sacar a la chica de Abnegación, pero nunca podrás sacar la abnegación de la chica. Es por ley.
-¡Tiempo!-exclamó Eric.
Will, Al, Lily yo corrimos en su ayuda, y menos mal que la agarramos a tiempo, ya que se soltó de la cornisa rápidamente.
La sentamos en el suelo y empezó a llorar desconsoladamente en mi hombro.
-Aquí nunca nos rendimos.-Repuso Eric, con aires vanidosos.
-Ya podéis iros.-Agregó, y la muchedumbre se marchó.
-¿Estás bien?-la pregunté, separando su cara de mi hombro.
-Sí, gracias.-Dijo, apartando las lágrimas de su rostro.
-¿Quieres que te llevemos a la enfermería?-Ofreció Will.
-No, de verdad que estoy bien.-Respondió nuevamente, mientras Lily la ayudaba a levantarse.
-¿Ya podemos ir a comer?-Saltó mi hermana, sin ir a cuento.
Christina rió.
-Ir vosotros, Cuatro me ha recomendado quedarme con él a entrenar ahora, me conviene hacerlo si quiero pasar el corte.-Explicé.
Christina me dedicó una mirada pícara, a lo que respondí con un codazo amistoso.
-Luego te veo.-Me dijo Lily, besando mi mejilla.
-Hasta luego enana.-La respondí, y cuando ya estaba lejos de ellos, les despedí a todos con la mano.

Beatrice Prior's sister.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora