La ruleta rusa de las emociones(2/2)

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C u a t r o

Cada vez que intentaba traer de vuelta a Tris, mis esperanzas iban bajando de nivel y mi corazón se iba resquebrajando, hasta que, milagrosamente Tris abrió sus ojos mientras que atrapaba una bocanada de aire.
-Tris, Tris, pensé que te había perdido-a este punto era imposible no llorar ni un poquito para mí.-¿Cómo estas?
-No lo sé, Cuatro, ¿qué ha pasado?-Dijo sin apenas voz, mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas.
-Tris, no llores, por favor preciosa ellos no merecen la pena. No voy a dejar que se arrimen a ti nunca más, te voy a proteger, lo prometo, no cogas miedo por esto.-Dije-Y a lo mejor les expulsamos y todo, primero hay que descubrir quienes eran, claro. ¿Sabes quienes podrían haber sido?
Tris sollozó aún más fuerte.
—Ví a...-empezó a decir, pero luego las lágrimas volvieron a acumularse en sus ojos, y me temo que uno de sus agresores sea algún amigo suyo.
—Tranquila.
—A Al. Ví a Al...¿Cómo ha podido traicionarme? ¡No lo entiendo! Él era mi amigo...—Lloraba. La acogí en mis brazos para consolarla, pero su pequeño y escuálido cuerpo se contrajo rápidamente.
—Eh, tranquila, preciosa. ¿Te hago daño?—Le pregunté suavemente.
—Un poco, solo un poco, no pasa nada.—Me respondió, pero a juzgar por su cara, sé que le dolía mucho más. Se veía tan triste, tan indefensa... parecería que otra alma se habría metido en ella.
—Vámonos, te tengo que sacar de aquí.—Y sin discutirlo más, la cargé con sumo cuidado en mis brazos y la llevé al único sitio en el que de verdad estaría a salvo; mi apartamento.

Una vez allí, la recosté en mi amplia cama y fui a mojar un paño con un poco de agua templada, para poder limpiarle la sangre seca que recubría gran parte de su cuerpo. No pude hacer nada para que ella se quejara de dolor tan pronto como apoyaba el paño sobre sus pequeñas y frías manos.
-Tranquilo... no tienes que preocuparte por mí, estaré bien.
-Tris, mi ángel, se que no lo estás. Déjame ayudarte, por favor.-Acaricié suavemente su pómulo derecho, mientras que intentaba descubrir las preocupaciones que se ocultaban detrás de esos bellos luceros azul cielo, que por momentos, comenzaban a nublarse.
-Te lo agradezco, Cuatro, pero esto es lo que menos me preocupa ahora... me preocupa más Al, yo nunca le haría algo así... ni a el ni a nadie, ¡no lo entiendo! ¿por qué lo hizo?-Verla tan rota física y emocionalmente hacía que mi corazón se encogiese rapidamente, no podía creer que ella sería tan noble como para creer que ella tenía algo que ver con la descabellada idea de ese desgraciado.

Por otra parte, oirla hablar tan abnegadamente sobre su ex-amigo me ponía los pelos de punta, ¿que pasará si la interrogan los lideres de Osadía, y se darían cuenta de sus pensamientos tan divergentes? No me lo quiero ni imaginar, tengo que protegerla a toda costa. Traté de consolarla, y de mientras se me ocurrió algo que podía ser crucial para encontrar a los otros dos agresores.

-¿Pasó algo más antes de que yo llegara? ¿Dijeron algo mas? ¿Reconociste alguna otra voz? Cuéntame todo lo que recuerdes Tris, porque yo no hago muchas promesas, pero prometo protegerte y encontrar a las otras dos personas que acopañaban a Al anoche, ¿Vale?-Sequé las lágrimas restantes de su cara con mis manos mientras hablaba, y se quedó pensando un buen rato.-Ahora que lo dices... sí, sí que digeron algo mas, me preguntaron que cual era mi secreto, varias veces, a gritos, mientras me golpeaban. Todavía no se qué a que se referían. Tambien recuerdo oir unas risas y...-Se pausó unos segundos para respirar, aún con mucha dificultad por los golpes.-Y una voz femenina.

Asentí mientras escuchaba su declaración, y seguí limpiándole las magulladuras de sus pequeñas y frias manos con el máximo cuidado que podía emplear. Nos quedamos en silencio por unos minutos, y lo único que ocupaba mis pensamientos durante ese corto periodo de tiempo, era le respiración costosa, entecortada y probablemente dolorosa de Tris. Me empiezo a sentirme muy mal por haberla llevado a mi apartamento cuando debería de haberla llevado a la enfermería desde que la encontré. ¡En que estaba yo pensando! ¡Su corazón había dejado de latir, no estaba respirando, estaba muerta por unos instantes, y yo decidí llevarla a mi apartamento!

-Tris, cariño, ¿qué te duele? ¿por qué respiras así, te cuesta respirar?- La miré a los ojos, ahora mucho mas oscuros y perdidos que de costumbre-Yo... No lo se, me duele respirar, me duele la cabeza y me quiero ir a dormir ya, quiero olvidarme que el dia de hoy ha existido.

-Me siento muy mal por haberte llevado aqui, vamos a la enfermería-Nada mas pronunciar la última palabra, los ojos de Tris se abrieron al completo y se negó, afirmaba que solo quería dormir, que estaría bien si dormiría, que no la llevara a la enfermería por favor, que no quería ver a nadie mas que a mi por el resto de la noche, e incluso me prometió que a la mañana sigiente sí que iría la enfermería, y yo acepté sus súplicas, pero no muy seguro. Me levanté del suelo y me dirigí a mi armario, para poder darle ropa limpia.-Ten, cámbiate y ve a dormir.

Aceptó la sudadera negra que le di con una pequeña sonrisa capaz de derretir hasta el mas duro de los corazones, y se fue al baño caminando a trompicones para cambiarse. La sudadera, algo justa en mi cuerpo, se veía como un enorme vestido en su cuerpo, me dio mucha ternura verla con algo mio puesto. Se arrimó lentamente a mi y me dio un corto beso mientras me agradecia todo lo que había hecho por ella desde el momento en el que callo en la red.

-Ve a mi cama, preciosa, e intenta descansar.-Le susurre en su oreja, mientras seguíamos abrazados.-Yo me ire al sofa.

Frunció el ceño mientras giraba ligeramente la cabeza de la forma en la que solo ella era capaz de hacer, siempre tan hermosa, tan ella.-No, no te dejaré dormir en el sofa, tu cama es lo suficientemente grande como para que los dos estemos en ella. Además, no quiero dormir sola, te quiero a ti, quiero dormir contigo, ven.-Y eso fue lo que hice.

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⏰ Última actualización: Jan 27, 2019 ⏰

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