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DELFINA CON SU ANUNCIO nos dejó a todos con muchísimos nervios, con miedo y con ganas de trabajar un montón. La razón de esto es el comunicado que nos dió.
— En este tiempo han demostrado todos ser verdaderos artistas — dijo Delfi en el escenario con una sonrisa —. ¿Qué es lo que va a pasar ahora? Vamos a seleccionar un grupo para seguir trabajando y van a pasar a la nueva etapa. Esto no es una eliminación. Vamos a elegir a diez becados para hacer clínica intensiva de proyectos. ¿Les gusta la idea? — todos nos miramos entre sí. No, no nos gustaba la idea. Era claro que no —. Los que no queden seleccionados, tranquilos, no es que se queden afuera. Se llevan todas sus herramientas y van a poder seguir trabajando en algún otro lugar.
No dejamos de mirarnos con nervios hasta cuando Delfina ya había finalizado su comunicado. Ese día no iba a dormir, definitivamente.
Rey se me acercó a mí al verme en crisis.
— ¡Ey, bebé! Tranquila. No hay chance de que te vayas vos. — se intentó acercar a mí, y yo no me moví. Estaba muy en otra como para hacerle drama ahora.
— Yo todavía no te perdono — lo señalé con el dedo índice —. Pero estoy muy nerviosa. Sé que no hay tal crisis pero… sabes que soy la cancelada del momento.
— Estás viendo solo lo negativo entonces, amor. Vi un montón de mensajes apoyándote a vos.
— ¿Cómo cuáles? A ver. — lo puse a prueba, cruzándome de brazos. Él sacó su celular y me empezó a mostrar.
— “Nadie me baja del barco sabrey”,“Todos nos equivocamos alguna vez”, este no me gusta tanto pero dice “yo también estaría confundida si tengo a un Pipe y a un Rey”. Supongo que… confusiones no tenes, pero había que leerlo para que veas lo que dicen. — se encogió de hombros.
— Deben ser los únicos tres — miré un momento a un costado, pensativa. Me gire en torno a él cuando me di cuenta de algo —. ¿Dijiste Pipe? ¿Ya no le inventas nombres?
Él pareció darse cuenta también de que lo llamó así, y se limpió la boca rápidamente.
— No. No lo dije — frunció el ceño. Me reí a carcajadas por lo que hizo. Parecía un nene chiquito —. Me gusta ver que te rías.
— A mí me gusta que me hagas reír. Pero si tanto te gusta verme así, no quieras ponerme celosa, porque no vas a conseguir precisamente que me ría. Ya sabes cómo soy, amor.
— Sí — asintió —. Perdón. No lo hago nunca más. Pero decime que vas a aceptar que te dé un besito… — hizo puchero, acercándose a mí mientras miraba mis labios. Yo me reí más y me alejé.
— Todavía no. Seguí esperando. — sonreí antes de retirarme de ahí.
