Cuatro

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Después de ese día en la ducha, todo cambió. No he visto a Kylie desde entonces, y ya han pasado dos largos días. No es ella quien me trae la comida. El hombre grande, uno de los que me atrapó cuando intenté escapar, es quien ahora deja las bandejas en mi puerta. Ni siquiera me mira. Abre la puerta, deja la comida, cierra la puerta con llave nuevamente y desaparece. Cada vez que eso ocurre, mi corazón se hunde un poco más.

Extraño a Kylie. Es una sensación rara, porque debería estar agradecida de no tener que verla. Después de todo, ella es la razón por la que estoy atrapada aquí. Pero esa ausencia me pesa. Cada minuto que pasa sin verla, más lo siento en mi pecho. Tal vez fue un error besarla. De hecho, lo sé. Fue un error terrible.

Nunca antes había tenido la necesidad de besar a alguien, no era una persona muy de citas o cosas casuales, siempre fui más la nerd tímida. Incluso en la universidad, me volví más sociable pero, seguía siendo tímida para relacionarme.

Pero por tratar de hacerle caso a mis impulsos, esto pasó, claramente no era algo bueno. Podía quedar loca cada si estaba un día más sola sin hablar con nadie que no sea yo, diciéndome los síntomas principales de la esquizofrenia, para no olvidar todo lo que había estudiado en mi carrera.

Día 3

Estaba tirada en la cama, mirando el techo, perdida en mis pensamientos cuando de repente, la puerta se abrió sin previo aviso. Salté por el susto y me encontré con Kylie, parada en el umbral, mirándome con esos ojos oscuros que nunca podía descifrar del todo.

Odiaba confesarlo pero, me emocionó verla después de tantos días.

—Levántate —dijo, su voz suave pero con una firmeza que me hizo obedecer al instante.

Me senté en la cama y la observé con cuidado. No parecía enfadada, pero había algo en su expresión que me hizo sentirme vulnerable. Cerró la puerta detrás de ella y caminó lentamente hacia mí, como si estuviera calculando cada uno de sus pasos.

—Es hora de tu verdadero castigo —dijo, sin rastro de enojo en su voz, pero con una determinación fría que me hizo estremecer.

—Kylie, yo... lo siento por lo de la ducha... —intenté explicarme, pero ella levantó una mano, deteniéndome de inmediato.

—Quítate la ropa —ordenó, su mirada nunca apartándose de la mía.

Mi respiración se aceleró. La obedecí con las manos temblorosas, bajando la camiseta y dejándola caer al suelo. Realmente hoy no esperaba visitas entonces solo traía la camiseta oversize que encontré en el clóset y la ropa interior del mismo ropero.

Sentí mis mejillas arder de vergüenza, pero había algo en la forma en que Kylie me observaba que me hizo seguir adelante. No era rabia, no era desprecio... había algo más. Algo que si bien me ponía nerviosa, también llegaba a gustarme.

Kylie se agachó frente a mí y sacó de su bolsillo un pequeño dispositivo, el cual no dudó en ajustarme a la cintura. Su tacto hizo que me ponga nerviosa, pero su respiración chocando en mi piel hizo que tambalee un poco.

—Esto va a doler —advirtió, mirándome a los ojos con una intensidad que me dejaba sin aliento— Pero no tanto como lo haría con otra persona.

Antes de que pudiera procesar sus palabras, presionó un botón y una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo. Sentí un dolor agudo en el estómago, pero lo que más me sorprendió fue lo que vino después. El dolor fue rápidamente reemplazado por una sensación que no esperaba. Era como si mi cuerpo reaccionara de una manera distinta, como si algo profundo se encendiera dentro de mí.

Casi obligaba me senté de rodillas en el piso, vi apenas como Kylie se fue a sentar al borde de la cama, viéndome como si fuera una entretenida película.

Mi respiración se volvió errática y, a pesar del dolor inicial, un calor extraño empezó a formarse en mi bajo vientre. Mi cuerpo se tensó, pero no era solo por el dolor.
Esto que me estaba volviendo loca. Y entonces, un gemido escapó de mis labios.

Kylie se quedó quieta. Sus ojos se abrieron un poco más, y me miró con incredulidad.

—¿Qué... qué es esto? —preguntó, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.

Yo tampoco podía entenderlo, pero mi cuerpo ya había tomado el control. Con cada nueva descarga, sentía cómo el placer superaba cualquier otra sensación. No podía contenerme. Mis piernas temblaban, mi piel se erizaba, y todo mi cuerpo ardía.

Nunca antes en mi vida había experimentado este tipo de placer. En realidad nunca había hecho nada sexual. Pensé que capaz por eso ahora mi cuerpo sentía de manera tan exagerada esa palpación ahí abajo.

—¡Basta! —gritó Kylie de repente, acercándose enojada y arrancando el dispositivo de mi estómago, lanzándolo lejos como si fuera basura.

Respiraba con dificultad, y podía ver que estaba tan sorprendida como yo. Pero yo... yo ya estaba perdida en ese mar de sensaciones que era tan fuerte que casi no podía pensar bien. Bajé la mano hacia mi vientre, incapaz de detenerme, buscando el alivio que mi cuerpo necesitaba desesperadamente.

Kylie me miró, furiosa y confundida a la vez. De repente, agarró mi mano con fuerza.

—¿Qué crees que estás haciendo? —susurró, sus ojos ardiendo con una mezcla de emociones. Agarrandome torpe del cuello con su otra mano.

Me quedé quieta, avergonzada de repente por mi propio impulso. Sentí el calor subir a mis mejillas, y aparté la mirada. Pero Kylie no me soltó. Su mirada viajó lentamente hasta mi pecho, donde mi busto estaba descubierto, subiendo y bajando con mi respiración acelerada.

Sentía su mirada, pero, la necesitaba, me gustaba.

—Malia... —murmuró pesado, con voz algo ronca, volviéndome aún más loca, empapándome más. —No puedes hacer esto —susurró, sus labios tan cerca de los míos que sentía su aliento cálido.

De repente sentí como dejó el agarre de mi brazo, ahora me tocaba delicadamente con sus dedos, subían hasta mis clavículas y bajaban hasta mi sostén. Mi piel se estremeció bajo su tacto. El aire entre nosotras se hizo más denso, más cargado de esa tensión que había sentido desde el principio.

Mi cuerpo respondió antes que mi mente. Sentí cómo mi espalda se arqueaba involuntariamente, buscando su toque. Kylie se detuvo un momento, como si estuviera luchando contra algo en su interior. Y entonces, sin previo aviso, me besó.

No fue un beso suave, no fue un beso lleno de ternura. Fue duro, urgente. Sentí su lengua deslizarse entre mis labios y mis rodillas se debilitaron por completo. Mi cuerpo estaba rendido ante ella, incapaz de resistir. Su mano seguía en mi cuello, y la otra ahora se deslizó por mi espalda, atrayéndome más hacia ella, como si necesitara sentirme completamente.

El beso cada vez se ponía más intenso, más de lo que ya estaba. Muchos chasquidos salían de nuestras bocas al mover nuestras cabeza con desesperación y nuestras respiraciones empezaron a desenfrenarse más.

—¿Esto es lo que quieres?—murmuró, su voz tensa, casi... furiosa, aunque mantenía un tono controlado.

—Si— jadeé entre besos.

—Será a mi manera— dijo abandonando mi boca, jalándome del brazo, obligándome a ponerme de pie como ella, llevándome hacia la cama y rudamente empujándome en esta.

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Al final no será G!P.
Pero prepárense que se viene 🗣️🗣️(literalmente)

Estocolmo - Kylia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora