Diez

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La casa estaba extrañamente tranquila. Hoy, Kylie había salido con Ruby, y aunque al principio me ofrecí a acompañarlas, decidí que era mejor darles su espacio. Sabía que Ruby y Kylie tenían una relación cercana, algo que yo no entendía del todo, pero me sentía incómoda interfiriendo.

Caminé por los pasillos de la mansión, tratando de relajarme, pero la libertad que Kylie me estaba dando estos días no me sentaba bien del todo. Aún había algo en la mirada de los guardaespaldas; siempre pendientes de mis movimientos, aunque intentaran ser discretos. No era tonta, sabía que mi libertad era limitada.

Finalmente, me encontré en la parte de la casa que rara vez exploraba: el estudio de Kylie. La puerta estaba entreabierta. Algo dentro de mí me decía que no debía entrar, pero la curiosidad siempre ha sido más fuerte. Me acerqué y, al entrar, fui recibida por un espacio impecablemente ordenado. El aroma a cuero y madera fresca impregnaba el aire.

Caminé lentamente hacia el gran escritorio de Kylie, mi mano acariciando el borde de la mesa pulida. Todo estaba en su lugar. Tomé una respiración profunda, tratando de reprimir la inquietud que crecía dentro de mí. ¿Qué secretos guardaría aquí?

Me acerqué a los cajones, sabiendo que lo que estaba a punto de hacer no estaba bien, pero no pude evitarlo. Intenté abrir el primer cajón, pero estaba cerrado con llave. Mi corazón se aceleró. Fui por el siguiente, y este sí se deslizó fácilmente. Al principio, no vi nada fuera de lo común: papeles, algunos contratos. Pero entonces, al hurgar un poco más, encontré una carpeta escondida en el fondo del cajón. Mi curiosidad se transformó en ansiedad. ¿Qué era esto?

Abrí la carpeta, y lo que vi me dejó helada. Había nombres. Fotos. Historias. Mi mirada recorrió las páginas, y ahí, en medio de todo, estaba mi nombre. Mi foto. Pero no era solo yo. Había más chicas. No podía creerlo. Mi mente comenzó a revolverse con imágenes y pensamientos confusos. ¿No era la única?

Me senté rápidamente en la silla del escritorio, intentando procesar lo que estaba viendo. ¿Cuántas más había habido? Sentí un nudo en la garganta y el aire parecía escaparse de mis pulmones. ¿Y si todo esto había sido parte de un plan? ¿Si Kylie solo me estaba usando, igual que a las demás? Tal vez ella era igual o peor que mi padre.

Las imágenes de esas otras chicas me torturaban. Rabia. Eso fue lo primero que sentí. Rabia y celos. ¿Cuántas más había habido? ¿Cuántas más ocuparon este lugar antes de mí? ¿Me estaba usando también? ¿Iba a desecharme cuando ya no le fuera útil?

La ansiedad me golpeó como una ola, tan fuerte que apenas podía respirar. Sentí un mareo repentino y me levanté de golpe, corriendo hacia el baño más cercano. Me arrodillé frente al inodoro, vomitando los nervios que me consumían. Todo lo que había creído se desmoronaba. La confianza, el cariño, todo parecía una mentira.

Me senté en el suelo frío del baño, respirando con dificultad. No podía quedarme así. No podía seguir siendo la prisionera ingenua de Kylie. Necesitaba hacer algo. Pero, ¿qué? La desesperación me envolvía como una manta sofocante.

 Pero, ¿qué? La desesperación me envolvía como una manta sofocante

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~Kylie~

El vapor del spa envolvía la habitación, creando una atmósfera tranquila que contrastaba con el torbellino de pensamientos en mi cabeza. Ruby y yo solíamos venir aquí cuando necesitábamos despejar la mente. Ella era la única persona en quien realmente podía confiar en este mundo de traiciones y secretos.

—No puedo creerlo —dijo Ruby, rompiendo el silencio mientras se acomodaba en la silla junto a mí—. Tú y Malia. En serio, no puedo creer que hayas caído en las manitas de la hija del hijo de puta que era nuestro proxeneta.

Su comentario, aunque en tono de broma, golpeó algo dentro de mí. Me quedé en silencio, mirando el techo de la sala de vapor, tratando de ordenar mis pensamientos. Ruby tenía razón. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Nunca planeé que las cosas con Malia fueran tan lejos.

—Tampoco yo... —murmuré finalmente—. Pero tengo que devolverla, Ruby. No puedo darle esta vida de mierda. Si se alejó de su padre por eso... imagínate lo que pensaría si supiera quién soy realmente. Lo que soy.

Ruby me miró con compasión, algo que rara vez mostraba. Había pasado por lo mismo que yo; sabíamos lo que era crecer en un ambiente tóxico y cruel. Pero ella siempre había sido más fuerte, más pragmática.

—Kylie, lo sé —dijo suavemente—. Pero no puedes seguir torturándote por esto. Sabes que no hay salida fácil. Si Malia descubre todo, se va a ir de todas formas. Tal vez incluso peor. Y si la devuelves... bueno, no podemos controlar lo que su padre hará.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa. Sabía que Ruby tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil. No podía seguir reteniendo a Malia, pero tampoco podía dejarla volver a ese infierno.

—No la estoy reteniendo —dije con voz apagada, más para convencerme a mí misma que a Ruby—. Solo... quiero protegerla.

Ruby suspiró y se sentó a mi lado, colocando una mano en mi hombro.

—Cariño, sabes que eso no es verdad. La estás reteniendo porque tienes miedo de perderla. Y aunque te duela, vas a tener que decidir.

Me quedé en silencio, sintiendo cómo mi pecho se contraía. ¿Qué haría cuando Malia supiera la verdad? Que no solo la había secuestrado, sino que era mucho peor de lo que jamás imaginó.

Pero —continuó Ruby—, de todas las chicas que has tenido en tu vida... Malia es diferente, ¿no? Hay algo en ella, ese cabello rizado, esa mirada inocente que te atrapó más que ninguna otra. Admitámoslo, ninguna de tus novias anteriores te ha afectado así.

Malia. La imagen de su risa, su manera de arrugar la nariz cuando algo le daba ternura, y ese maldito cabello rizado que solía enredarse en mis dedos. Malia era diferente.

—Claro que es diferente. —Mi voz salió más áspera de lo que pretendía—. Pero eso no cambia lo que soy, Ruby. Tengo que devolverla. No puedo hacerle esto.

Ruby suspiró, su expresión se suavizó mientras me observaba con una mezcla de comprensión y tristeza.

—Kylie... si realmente la amas, vas a tener que tomar una decisión pronto. O le dices la verdad o la dejas ir antes de que todo esto explote. No puedes seguir aferrándote a ella por miedo.

Una vez más, esa rubia tenía razón. Tenía que hacer las cosas ya, no podía darme el lujo de quedarme de brazos cruzados.

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Un cap más hoy porque me costará escribir lo trágico 😔 JAJAJJAJA

Estocolmo - Kylia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora