Tres

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Han pasado tres días desde que Kylie me secuestró. Me esforcé en portarme bien, aunque fue difícil al principio. No causar problemas era la única manera de que ella pensara que no intentaría escapar. Tal vez si me veía como alguien tranquila, podría confiar en mí lo suficiente para bajar la guardia. Y entonces, cuando estuviera menos alerta, encontraría la manera de salir de aquí.

Kylie siempre traía la comida a la habitación, y a veces me hablaba de cosas triviales. Otras veces, simplemente se limitaba a observarme mientras comía, como si intentara leer algo en mis gestos o palabras. Ambas sabíamos que la confianza entre nosotras no existía.

Hoy, sin embargo, su actitud cambió. Cuando entró a la habitación, sus ojos parecían más brillantes, casi emocionados, y eso no me gustaba nada.

—¿Quieres ver a tu gato, Malia? —preguntó con una sonrisa fría y calculadora.

Mi corazón dio un vuelco al escuchar esas palabras.

—Sí —respondí de inmediato, intentando sonar calmada.

—Bien, entonces alístate —dijo mientras caminaba por la habitación y abría el clóset—. Toma una ducha, arregla esos rizos, y ponte algo elegante. Esta noche iremos a una fiesta de máscaras.

Una fiesta. Mis ojos se abrieron de par en par. ¿De verdad me llevaría a una fiesta? ¿Entre gente? Esto podía ser mi oportunidad. Si me sacaba de aquí, si lograba alejarme aunque fuera por unos minutos, tal vez podría pedir ayuda. Tal vez incluso podría encontrar la manera de hablar con mi padre. Si Kylie sabía dónde estaba, no tardaría en encontrarme de nuevo, pero cualquier oportunidad era mejor que quedarme en esta habitación esperando.

Me metí en la ducha, dejando que el agua caliente ayudara a aclarar mis pensamientos. Necesitaba un plan. No podía escapar sin estar preparada. Al salir, me sequé rápido y definí mis rizos, tal como ella lo había pedido. Aunque me tomó algo de tiempo, mi cabello lo necesitaba.

Cuando miré el clóset, busqué algo que fuera lo suficientemente llamativo para no levantar sospechas, pero también funcional en caso de que necesitara correr. Mi mirada se detuvo en un vestido negro, elegante y sobrio. Tenía detalles dorados en la cintura, lo que lo hacía perfecto para cualquier evento sofisticado... y también para cualquier plan de escape.

Después de maquillarme como solía hacer en eventos importantes, me miré en el espejo. Me vi como la chica de hace algunos años, aquella que se arreglaba por obligación para los eventos que organizaba mi padre. La única diferencia es que esta vez era Kylie quien me obligaba. Qué raro había sido el rumbo que había tomado mi vida.

El vestido resaltaba mi figura, y el maquillaje era lo justo para destacar mis rasgos. Mi cabello estaba recogido en una media cola, dejando que algunos rizos cayeran sobre mis hombros. Respiré hondo. Esto era lo que Kylie quería, y por primera vez, iba a usarlo a mi favor.

Cuando Kylie volvió a entrar en la habitación, me recorrió con la mirada de arriba abajo. Su sonrisa se ensanchó cuando sus ojos se detuvieron en mi cabello.

—Te ves... increíble —dijo con una sonrisa pequeña, pero sus ojos brillaban de una manera que me inquietaba.

—Gracias —respondí, intentando mantener la voz neutral, aunque el rubor en mis mejillas era inevitable.

Kylie también se veía impresionante. Llevaba un vestido guindo, con un escote que dejaba poco a la imaginación.

Ella se acercó, bajando la voz como si estuviéramos compartiendo un secreto.

—Recuerda, Malia... si algo sale mal por tu culpa, será adiós gato, adiós cuarto bonito y... —se inclinó hasta que su rostro quedó a centímetros del mío— adiós a cualquier oportunidad de liberarte.

Estocolmo - Kylia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora