Veintiuno

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Había llegado al restaurante quince minutos antes de la hora que le había dicho a Ruby. Mis nervios eran una mezcla de miedo y esperanza, así que terminé acomodándome en una mesa cerca de la ventana para distraerme con la vista. No podía evitar pensar que, tal vez, Ruby no aparecería. Había sido tan dura con ella... ¿Por qué habría de darme otra oportunidad?

Miré el reloj, y mi corazón empezó a latir más rápido cuando la puerta del restaurante se abrió. Ahí estaba, mi mejor amiga de toda la vida, entrando al lugar. Por un instante, nuestras miradas se cruzaron, y tuve que contener el impulso de ponerme de pie y abrazarla. Ella se acercó lentamente, y yo intenté sonreír, aunque mi pecho estaba apretado.

—Hola, Ruby —saludé, mi voz apenas era un susurro.

Ella asintió y se sentó frente a mí. No decía nada, y su expresión era seria, algo que no me sorprendió. Yo también había sido demasiado distante, demasiado fría. Sabía que no podía esperar que todo se arreglara con un solo "lo siento".

—Gracias por venir... en serio, significa mucho para mí —dije, tratando de que no me temblara la voz.

Ruby no respondió de inmediato; solo me miró, y me sentí transparente bajo su mirada. Sabía que tenía que decir lo que había venido a decir sin rodeos, así que respiré hondo y continué.

—Ruby, no sé ni cómo empezar... siento tanto todo lo que pasó. Me equivoqué contigo, te alejé en los momentos en que más necesitaba tenerte cerca, y eso estuvo mal. Te fallé, y no hay excusa que lo justifique.

Ella me miró con una mezcla de tristeza y alivio, como si esas palabras fueran algo que había estado esperando escuchar por mucho tiempo.

—Fue difícil, Kylie —dijo finalmente, y su voz se rompió un poco—. Me sentí como si... como si ya no te importara. Intenté entenderte, estar ahí, pero... parecías poner una barrera cada vez más alta.

Cada palabra de Ruby era un golpe a mi corazón. La culpa era como un peso en el pecho, pero al mismo tiempo sentía que sus palabras eran el primer paso para sanar esta distancia que yo misma había creado.

—Lo sé, Ruby... y no tienes idea de cuánto lo lamento. Te necesito, eres mi mejor amiga, y quiero que sepas que estoy aquí para ti, para escucharte, para estar presente... ya no quiero ser una extraña para ti.

Ruby me miró, y un brillo de esperanza pareció asomarse en sus ojos.

—¿Y por qué ahora? —preguntó en voz baja, casi como si no quisiera que nadie más escuchara esa vulnerabilidad que estaba mostrando.

—Porque entendí que estaba huyendo de todos mis problemas, incluso de ti... me di cuenta de que te estaba lastimando, y no puedo soportar eso. Te quiero, Ruby, y no quiero que nuestra amistad se pierda por mi culpa.

Hubo un momento de silencio, en el que ninguna de las dos supo qué decir. Finalmente, Ruby suspiró y asintió.

—También te quiero, Kylie, y quiero creer que realmente estás aquí esta vez... pero quiero que sepas que esto no va a ser fácil para mí.

Asentí rápidamente, entendiendo sus dudas. La miré con la mayor sinceridad que pude reunir y le apreté la mano.

—Sé que no será fácil... y no espero que confíes en mí de inmediato. Pero haré todo lo que esté en mis manos para recuperar tu confianza.

Ruby me observó, y una pequeña sonrisa se asomó en su rostro.

—Está bien, Kylie. Solo... prométeme que no volverás a hacer esto, que seremos sinceras entre nosotras.

—Te lo prometo —respondí, y me sentí honesta al decirlo. No quería más distancias, ni más barreras entre nosotras.

Ruby suspiró y luego, como si toda la tensión se disolviera en el aire, sonrió un poco más.

Estocolmo - Kylia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora