2

694 143 22
                                    

─Mamá, tengo que hacer pis

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

─Mamá, tengo que hacer pis.

─ ¿Ya? Apenas hace una hora que salimos, ─ dijo Jennie mirando a su hijo por el espejo retrovisor.

─Sí, pero no hice antes de salir de la escuela y ahora quiero hacer pis.

─ Ok, espera. Hay una gasolinera a unos kilómetros de aquí.

El auto volvió a quedarse en silencio. De hecho, Luca había permanecido anormalmente callado desde que salieron de Lansing.

Después de que Jennie le asegurara que no iban a ir al dentista, se había entretenido con su almuerzo y descansó con su iPad, que había puesto en modo avión y desconectado del iCloud de la familia, por si acaso.

Tras unos minutos más, Jennie sacó el auto de la autopista y entró en el estacionamiento de una gasolinera. Salió del auto, dejó salir a su hijo y lo siguió hacia el sector de baños.

─Mamá, puedo ir solo, ─ protestó Luca cuando ella intentó que él la acompañara al baño de mujeres.

─ ¿Estás seguro?

─Tengo seis años y tres cuartos, mamá. Puedo hacer pis solo.

─ De acuerdo, te espero aquí fuera. No olvides lavarte las manos.

Jennie se apresuró a entrar en el baño de mujeres y orinó lo más rápido posible.

No tenía necesidad de ir pero pensó que debía hacerlo. Cuantas menos paradas hicieran, mejor.

Cuando salió, Luca aún no había salido. Merodeó por el exterior, dando golpecitos con el pie, mirando el reloj.

─ ¿Luca? ─ llamó a través de la puerta abierta después de casi un minuto.

─Mamá, estoy bien, ─ dijo Luca, saliendo enseguida. ─Sólo me estaba lavando las manos como dijiste.

─Lo siento, ─ dijo Jennie, tirando de su hijo para darle un rápido abrazo.

El niño se apartó. ─ ¿Podemos comprar caramelos?

─Hay una barra de chocolate en el auto.

─No, ya me la comí, ─ dijo Luca, mirándola con ojos muy suplicantes.

Jennie no acostumbraba a permitir que su hijo comiera mucha comida basura. Sólo en ocasiones especiales.

Supuso que conducir quinientas millas era una ocasión especial.

─De acuerdo, ─ aceptó. Luca sonrió y entró en la pequeña tienda de comestibles anexa a la gasolinera. Se paró delante de la colorida vitrina, con los ojos recorriendo la gama de golosinas, tratando de hacer una elección.

Refugio | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora