Para cuando salió de la clínica, el camino suburbano estaba tranquilo, iluminado por el suave resplandor de las farolas. Eran casi las siete de la tarde. El estómago de Lisa gruñó. No estaba acostumbrada a reunirse con Ten tan tarde y su cuerpo le estaba haciendo saber que iba con retraso en cuanto a la comida. Su cita fija con el terapeuta era el primer lunes de cada mes a las diez de la mañana. Pero el hombre siempre estaba disponible para sesiones de urgencia si era necesario.
Era muy raro que Lisa necesitara ver a Ten más allá de sus sesiones mensuales, pero ocurría. Los desencadenantes nunca estaban relacionados con el trabajo, sino con su familia, sus amigos o alguna otra interacción social. Excepto esta semana. La presencia de Jennie Kim había provocado que Lisa llamara a su terapeuta mientras regresaba al trabajo desde su apartamento esa mañana. ¿Jennie se consideraba trabajo o social? La confusa posición que la pelinegra ocupaba en su vida había desconcertado a Lisa. ¿Cómo iba a tratar con Jennie?
Tras el shock inicial de verla, una explosión de ira y emociones reprimidas la golpeó con fuerza. Después de esa explosión descontrolada, acompañada del lanzamiento de varios objetos rotos (tengo que cambiar ese marco de fotos, pensó), llegó la tristeza. El dolor de los recuerdos enterrados hacía mucho tiempo, arrastrados bruscamente a la superficie, crudos y vívidos. Y entonces, cuando recuperó el control de sí misma, algo más cambió al pensar en las circunstancias en las que se habían encontrado. Jennie había acudido al Refugio del Cisne. Jennie había estado en peligro. Jennie buscaba un lugar seguro. Jennie necesitaba que Lisa la mantuviera a salvo.
Mientras subía a su auto, Lisa sabía exactamente cómo debía lidiar con la recién llegada a su refugio. El pasado estaba en el pasado. Sí, lo trataría en terapia con Ten, quien le había sugerido que aumentara sus citas a semanales durante un tiempo. Pero aparte de esa hora en la clínica, el enfoque de Lisa hacia Jennie era exclusivamente profesional. Le proporcionaría un lugar seguro donde quedarse, la ayudaría a superar lo que fuera que la había traído a Nueva York y la ayudaría a empezar a construir una nueva vida para ella y su hijo.
Antes de abandonar la acera, encendió el equipo de música, conectó el móvil por Bluetooth y seleccionó su lista de reproducción para el auto. Subió el volumen al número quince y se puso en marcha. Las calles estaban llenas de gente que salía de Manhattan en dirección norte. Lisa conducía en dirección contraria, con el piloto automático en marcha, mientras su mente daba vueltas a todo lo que ella y Ten habían hablado. No fue hasta que escaneó su pase y entró en el estacionamiento subterráneo que volvió al presente.
Miró a su alrededor y vio un auto desconocido al otro lado del estacionamiento. Rosé había dicho que había llegado en auto. Al salir, Lisa apuntó con su llave y cerró la puerta. Luego la abrió. Y volvió a cerrarla. Al pasar junto al nuevo vehículo, la matrícula de Michigan le confirmó quién era la propietaria.
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Refugio | JENLISA
RomanceEsta historia aborda contenido maduro y delicado como el abuso doméstico, el acoso escolar, la depresión, etc. Adaptación por © 90sjnn Traducción realizada por © 90sjnn Los créditos pertenecen al autor original. No poseo la trama, ni los personajes.