Hurt me, Heal me

Capítulo 24

“La familia Jeon”

Las palabras resonaban en mi mente, un bálsamo cálido en medio del torbellino de emociones que me invadía. Ellos siempre fueron un refugio seguro en mis momentos de desgracia, un faro de luz en la oscuridad. Verlos juntos, tan unidos, me hizo pensar en lo bien que se sentía tener una familia así. Quizás por eso es que envidié tanto a Jungkook en el pasado.

Odiaba ver que tenía todo lo que yo no tenía: una familia que lo amaba incondicionalmente, un hogar lleno de risas y afecto. Jungkook amaba a sus padres, y yo los amaba como si ellos fuesen parte de mi familia, la única que realmente había conocido.

A veces, en los momentos más oscuros, sentimos que nuestro mundo se derrumba, que no hay nada que podamos hacer para remediarlo. En esos momentos, no nos detenemos a ver a quienes realmente están allí a nuestro lado, a quienes nos tienden la mano sin esperar nada a cambio. Preferimos encerrarnos en nuestra burbuja de soledad, convencidos de que a nadie le importa si vivimos o morimos.

Siempre creí que estaba mejor solo, porque así fue como crecí. Cuando mi abuela falleció, sentí que una parte de mí se fue con ella, el poco amor verdadero que había conocido. Pensé que si me iba de este mundo, nadie me extrañaría, porque la única persona que me amaba ya estaba en ese inmenso cielo esperando por mí.

Nunca tomé en cuenta a los amigos que hice en vida, a Jungkook o a sus padres, que siempre estuvieron conmigo. Al menos no hasta ahora.

— Debes comer bien, hacer caso a todo lo que el doctor diga, no te preocupes, todo saldrá bien — dijo la señora Jeon mientras preparaba el almuerzo.

— Creo que quien está preocupado es otro — sonreí, tratando de disimular la angustia que me carcomía por dentro.

Ella me observó y suspiró, mordiendo su labio inferior.

— Voy a estar bien, señora.

— Sé que vas a estarlo, lo sé, tiene que ser así — susurró.

Pude ver el momento exacto en el cual sus ojos se llenaron de lágrimas. Solo reí y me acerqué a ella para abrazarla.

— Sabe, me hubiese gustado mucho tener una madre como usted, señora Jeon.

— Jiminie — susurró, aferrándose a mí.

— Quiero que sepa que... si esto es una despedida, entonces nunca olvidaré todo lo que hizo por mí, siempre lo recordaré. Jamás me había sentido tan amado como me sentí aquí, con su familia.

— También somos tu familia — susurró, alejándose de mí y tomando mi rostro entre sus manos. — Ya eres parte de nosotros, pequeño rubio, sabes que puedes contar conmigo.

— Con ambos — habló el señor Jeon, entrando a la cocina. — Sabemos que vas a regresar, y cuando lo hagas, siempre tendrás un hogar aquí, pequeño.

En ese momento, supe lo que era tener una familia así de unida, así de completa. En ese momento, supe que tendría que regresar cueste lo que cueste. Porque finalmente, tenía un hogar al cual regresar.

.
🍒🌿🍒
.

Jungkook no lucía nada feliz. Me ayudaba a revisar mis maletas, pero su rostro estaba cargado de tristeza. Un gran puchero se extendía por sus labios, era algo gracioso y tierno.

Sabía que se estaba esforzando por no llorar frente a mí, por no decir nada que pudiera hacerme sentir peor. Aunque no había nada de malo en eso.

— Oye… — lo llamé pero pareció no oírme— Jungkook.

— Empaque tres de mis camisetas para ti, es para que no me extrañes. También me quedé con dos de las tuyas, aunque me quedan chicas, no importa — murmuró frunciendo el ceño.

—¿Qué?— lo miré con una pequeña sonrisa.

—¿Ves esto? —me mostró sus gafas de natación — Las usé en mi primera competencia — dijo dejando las gafas en la maleta — Es para que me recuerdes.

— Jungkook — reí sin poder evitarlo.

— No te burles, no es gracioso — me regañó.

— Santo cielos, eres increíble — suspiré y me acerqué a él, besando sus labios — No me hagas sentir como si jamás fuera a regresar…—  lo abracé.

Sentí cómo se aferraba a mí, ocultando su cabeza en mi cuello.

— Tengo... Tengo mucho miedo —  confesó, erizando mi piel — Tengo miedo de que no regreses. Yo... no sé qué haría sin ti en mi vida, no sé cómo podría seguir adelante, Park.

Mi corazón se encogió al oírlo con su voz entrecortada. Sus lágrimas humedecieron mi camisa en solo segundos.