Naruto Ojos Dorados

El Retorno (1)

Toda su vida supo que había algo mal con el, los múltiples maltratos, el indiscriminado odio que la gente le profesaba incluso antes de conocerle, entre muchas otras cosas mas. En el fondo siempre lo supo, el era un monstruo, era la encarnación de la catástrofe, era el Kyubi.

Pero a pesar de ello no dejaría que eso marque su destino, la bestia en su interior no definía quien era el, esa cosa era una existencia externa a si mismo, el era Naruto. Las palabras del albino resonaron una vez mas en su cabeza. La oportunidad de deshacerse de la mancha que esa creatura representaba estaba allí, frente a sus ojos.

Trago saliva, o al menos lo intento pues sintió como si la misma se hubiera convertido en piedra a medio camino y se hubiera atascado en su garganta.- Entonces... Ese tal Orochimaru puede ayudarme?.

El peliblanco sonrió, probablemente la primera sonrisa que le había visto esbozar,  creyó que habría malicia en esta pero no fue así.- Lord Orochimaru me salvo, y también puede salvarte a ti. -Extendió su mano, una mano tan pálida que casi parecía brillar incluso con la escasa luz que brindaba la luna, era un rayo de luz filtrándose entre las hojas de los arboles, anhelante, esperanzadora.

Extendió la propia, por un momento casi sintió el frio tacto de los dedos de su aliado cernirse sobre su mano en un saludo, pero el crujir de las manos tras de ellos los detuvo. En un instante, el Kaguya  tomo distancia de el, casi no comprendía la acción, pero pronto sintió como su mano era arrojada con fuerza, lanzándolo a el mismo contra un árbol. Sintió un calor liquido recorrer la palma de su mano aun alzada, no fue hasta que la observo que lo entendió. Lo que parecía un cuchillo, tan blanco como la luna, mantenía su mano clavada contra el árbol. Sintió como si alguien hubiera tomado su corazón y lo hubiera aplastado hasta hacerlo un ovilló, el aire escapo de sus pulmones y el temor hizo que sus pies echaran raíces en el suelo mientras sentía como aquella amenazante figura tomaba forma a medida que entraba en el claro.

Largo cabello castaño sujetado con un adorno dorado en forma de rosa haciendo un moño alto en su cabeza, un largo flequillo que cubría la mayoría de su frente apenas dejando ver sus finas cejas, grandes ojos ámbar que le miraban con el mismo interés con el que un león observa a una cría de su presa intentando huir. Por las evidentes curvas que su ropa dejaba ver era claro que era una mujer, aunque si se lo preguntabas a Naruto, aquella persona era la muerte misma.   

Afilados huesos comenzaron a salir de los antebrazos del Kaguya mientras avanzaba hacia la mujer.- Que extraño... Juraría que era un hombre al que buscaba.

La mujer hizo lo propio y avanzo, llevo una de sus manos a su espalda, como si fuera a desenfundar una espada pero allí no había nada, o al menos eso creía Naruto. Pues de la nada, Una suerte de espada, que mas bien parecía una columna vertebral, emergió.-  Renegado... Por el pecado de obrar contra tu madre... Te sentencio a brindar tu cuerpo al retorno.

 -Lo siento, mi cuerpo ya le pertenece a alguien mas... -Naruto supo que aquel chico era fuerte desde el segundo uno, la forma en la que miraba al resto y en la que hablaba le recordaba a Sasuke, incluso la forma en la que caminaba le era similar a como lo hacia el Ero-Sannin y el Abuelo. El peliblanco era letal, y aun así, sabia que no tenia oportunidad contra la mujer frente a el.- Naruto, esta mujer es mi objetivo, ve a ayudar a tus amigos.

Talvez las agallas de su compañero le fueron contagiosas, talvez solo se reusaba a verse débil frente al enemigo, cualquiera que haya sido la causa, Naruto hayo valor, y de un fuerte tirón logro liberar su aprisionada mano del árbol. Miro hacia atrás, tentado a quedarse, pero viendo la determinada mirada de su aliado supo que hacerlo solo seria una ofensa para el.

Dio media vuelta y se dispuso a regresar con sus compañeros, en una explosión de energía, sus piernas lo impulsaron de regreso en su camino, ignorante de que el aliado que dejaba atrás había cubierto su huida deteniendo el ataque de múltiples flechas.