El Retorno (2)

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Oscuridad, todo lo que aquella existencia podía ver era una profunda y absoluta obscuridad, un inmenso mar de nada mas que puro y absoluto vacío a su alrededor, con desesperación, ajito sus manos y sus piernas, no fue hasta que lo hizo que acordó que poseía tales, no sabia si se estaba moviendo, aquel vacío no le permitía identificar si lo hacia, la sensación de sus pulmones encogiéndose lentamente en su pecho le hizo recuperar la memoria de que los tenia.

Memoria...

Lo recordó, sus memorias comenzaron a llegar a su cabeza como un torrente, recordó porque se movía, lo necesitaban, sus amigos lo necesitaban, pero no sabia que hacer, intento gritar con algo que estaba lejos de ser una voz,  grito y grito, entonces, algo respondió. Desde abajo, lo que ahora el comprendía como el "abajo", un lejano punto rojo brillo, nado hacia el, poco a poco el punto creció y creció, aquello era una llama, una pequeña, como si de una vela apunto de extinguirse se tratara. Con temor creciente la tomo.

 Fuego...

Su sangre se convirtió en fuego liquido, no supo lo frio que estaba hasta que aquella llama lo consumió, no supo lo sediento que estaba hasta que aquel mar lo consumió, no supo lo débil que era hasta que ese poder lo envolvió. No era chakra, si aquello era chakra entonces todo lo que había usado hasta ese entonces no eran mas que gotas, gotas contadas que caían en su reseca boca, al menos así era hasta que aquel océano de poder lo envolvió.

Estaba Vivo...

Nunca lo había estrado hasta ese momento, todo lo anterior a aquello no era mas que una pobre replica de lo que realmente era estar vivo, los colores se volvieron mas radiantes, tanto que lo que antes considero color ahora no eran mas que una gama de grises sin sabor. Podía hacerlo, podía saborear los colores, podía sentir los olores, podía ver el sonido. 

 -Mátalo... 

La memoria de sus amigos lastimados llego a su mente, la ira comenzó a emerger a borbotones de su pecho mientras adquiría  la seguridad que que era lo que haría.

 -Lastimaron a nuestros amigos...

 -Nos insultaron.

 -Nos intentaron matar...

 -¡Nos Subestimaron!

 -Tenemos que salvar a nuestros amigos..

 -¡VAMOS A HACERLOS PEDAZOS!



El vaho de su aliento ascendía a las nubes tras cada exhalación, el dolor en sus nudillos le hizo acordar a sus lejanos años como genin, La hizo abrir y cerrarse mientras recuperaba su aliento.

Conto los enemigos que había derribado, cinco ninjas que merodeaban el nivel chunin, objetivos fáciles en cualquier otra situación, pero en aquel momento, con el efecto de aquel extraño te aun en su sistema, aquellos débiles rivales se convertían en temibles adversarios.

 -Ese estúpido te... 

Al recordar la misteriosa infusión no pudo evitar apretar las mandíbulas, lo peor de aquello era que esa enigmática planta no parecía haber sido un plan del enemigo, fue mera casualidad, tuvieron la mala suerte de haber consumido lo que parecía ser la infusión mas peligrosa en todo el mundo shinobi justo antes de un ataque enemigo de aquel calibre.

Se tambaleo mientras se incorporaba y retomaba su camino hacia donde sus niños debían estar. <<Machin Shin...>>  Repitió el nombre como saboreándolo en su boca. Una planta con un efecto tan terrible... totalmente desconocida, en el mundo ninja el arma mas peligrosa siempre es la mas desconocida, si los efectos de aquella planta llegan a oídos de la persona equivocada... Considerar una cuarta guerra ninja no seria una locura. Un arma impregnada con aquella planta seria simplemente letal, un golpe y la totalidad del chakra enemigo seria suprimido. Sintió un escalofrió recorrer su columna, como si el frio dedo de la muerte pasara atreves de ella.

 Sacudió su cabeza como si intentara despejar de tantos problemas, hallaría la manera de de eliminar el problema que suponía aquella planta de una vez por todas, pero, solo después de poner a salvo a sus chicos. Y con eso en mente, el sannin dio un paso al frente...



  -Levántate chico. -Si bien la voz no fue un grito, aun así seguía escuchándose como una orden.

Shino regreso a si mismo. Después de haber presenciado como el sujeto que se hacia llamar profeta acababa con la vida de su compañero, su mente simplemente se puso en blanco, era consiente de que el Profeta se había llevado a la Hyuga, pero pedirle mas información a sus memorias era inútil. 

Una palmada golpeo su hombro, era uno de los arqueros, le extendió una mano como si le intentara ayudar. Shino se tomo un momento para analizar si aquello era una burla o simplemente un gesto de empatía, sin tiempo para pensar en ello, negó el gesto y se levanto por su propia cuenta.  Comenzó a organizar sus prioridades mentalmente, su estado físico era deplorable en el mejor de los casos,  las inyecciones de chakra de sus kikaichu habian desgarrado sus músculos, las armas de sus enemigos habían conectado en su cuerpo lo suficiente como para saber que dejarían una marca en su piel y eso sin contar el enorme tajo en su brazo, afortunadamente sus insectos daban apoyo a sus heridas manteniéndolas cerradas, desafortunadamente, sus chances de escapar de esta eran nulas.

 -¡Benji! Trae a ese niño ya, yo me llevare al muerto.

Aquellas palabras fueron para Shino como un amargo trago de vinagre. El Abúrame se había mentalizado para este día desde que estaba en la academia, este tipo de cosas pasarían irremediablemente, pero aun así.. no esperaba que ocurrieran tan pronto.

Sin saber muy bien el porque, camino hacia el cuerpo de su difunto camarada.- Yo lo llevare -Sabia a la perfección que no se encontraba en posición de hacer un anuncio en lugar de una petición, pero ya sea porque sus raptores estaban igual de heridos que el o por  una muestra de empatía, se lo permitieron.

La cálida sangre de su colorado compañero escurrió desde su hombro hasta su brazo y sus heridas aun abiertas,  al terminarlo de acomodar se levanto y comenzó a seguir a sus captores. Cuando uno entrena para convertirse en ninja, la idea de que cualquier misión se deforme hasta este punto siempre esta presente, pero cuando ocurre... Sin dudas es algo doloso. Shino siempre se consideró del tipo racional, las explosiones sentimentales nunca fueron lo suyo, pero aun así se sorprendió sintiendo un calor naciente en su corazón, quizás ira?... Pero, su sorpresa fue aun mayor cuando se percato de que el calor iba en aumento, su hombro eh incluso las heridas en su brazo comenzaron a arder, sus insectos comenzaron a zumbar con nervios alejándose lo mas posible de el inerte cuerpo de su camarada, sus pensamientos comenzaron a volar por su mente, y antes de ser capaz de llegar a una conjetura, sintió como el cuerpo sobre su hombro... se tenso. 

Muerte.

Aquel Chakra era muerte, involuntariamente llevo sus manos a su boca y nariz en un vano intento de dejar de percibir aquel repugnante chakra, todos sus músculos se tensaron, se negaba a moverse siquiera un milímetro, tenia la seguridad de que si lo hacia moriría, no se movió, incluso después de escuchar los gritos, incluso después de sentir el húmedo calor de la sangre salpicándolo. Suprimió el reflejo de su estomago tragando de regreso un vomito que apenas se había dado cuenta que venia. No fue hasta que el sonido a su alrededor se acallo que se permitió abrir los ojos, ni siquiera se había percatado de haberlos cerrado en primer lugar.

Sus captores ahora tenían mas similitud a un conjunto de prendas que algún perro se había propuesto desgarrar,  y ese perro estaba en medio, no... La bestialidad de aquel acto estaba lejos de ser comparable con la travesura de algún perro. Aquello era pura violencia, no había otra forma de describir aquello, fue un acto de pura violencia cullo único objetivo era hacer sufrir a aquellas personas lo mas posible. En el centro de aquel huracana de viseras y sangre había un niño, o al menos lo que parecía la silueta de uno. En aquella oscura noche, el par de ojos brillantes de aquel niño parecían brillar con luz propia, probablemente lo hacían, eran oro liquido, y veían en lo profundo de su alma. En las mejillas llevaba unos profundos surcos con forma de bigotes de canino, sus fauces iban adornadas con cuatro pequeñas dagas que tenia por colmillos. Fue allí cuando se percato.

 -Naruto...?

Y en un rojizo destello, la pequeña figura de su compañero desapareció. 

Naruto Ojos DoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora