La mañana en la pastelería era como cualquier otra. Jimin había llegado temprano junto a Yoongi, quien, como cada día, le dio las instrucciones básicas y le recordó la importancia de mantenerse atento. Jimin asentía, aunque una parte de él se preocupaba más por un detalle en particular: asegurarse de que no se escapara ni una sola de sus plumitas.Desde que había empezado a trabajar allí, había sido extremadamente cuidadoso. Las primeras veces, mientras limpiaba o ayudaba en la cocina, se había sorprendido a sí mismo soltando pequeñas plumas cuando se relajaba demasiado, sin darse cuenta. Solo la advertencia de Yoongi, con una mirada rápida o una pequeña sacudida de cabeza, lo hacía volver a la realidad. Nadie podía descubrir lo que realmente era.
—Recuerda lo que te dije, Jimin —murmuró Yoongi esa mañana mientras lo observaba atarse el delantal—. Si sientes que empiezas a relajarte mucho, sal un momento, respira hondo y vuelve. Es mejor eso que dejar escapar una pluma.
Jimin asintió con seriedad.
—Lo sé, lo sé… Pero a veces es difícil. Aquí estoy tan cómodo, que casi me olvido de todo.
Yoongi sonrió levemente, como siempre lo hacía, pero en sus ojos había una preocupación que no podía ocultar del todo.
—Solo ten cuidado.
La jornada comenzó como cualquier otra. Jimin se movía entre las mesas, limpiando, sirviendo, y a veces, acercándose a la cocina para ayudar con algunas preparaciones básicas. Aunque los primeros días había sido un poco torpe, ahora sus movimientos eran más seguros. Pero cada vez que se sentía demasiado cómodo, recordaba las advertencias de Yoongi.
En secreto, Jimin sabía que en la casa de Yoongi era diferente. Allí, en su pequeño refugio, no tenía que preocuparse por esconder quién era. Las plumitas amarillas se escapaban sin preocupación cuando se relajaba en el sofá o cuando dormía profundamente en la habitación que Yoongi le había preparado. Aunque no lo había dicho en voz alta, podía sentir la mirada de Yoongi observando esos pequeños rastros, y a veces creía percibir una especie de ternura en sus ojos. Sabía que a Yoongi no le molestaban esas plumas, pero aquí en la pastelería, la situación era completamente distinta.
Un día particularmente tranquilo, cuando apenas había clientes en la tienda, Jimin estaba en la cocina con Jin. Estaban preparando una nueva tanda de galletas, una receta especial que Jin había querido probar por semanas. Jimin seguía las instrucciones con precisión, su concentración absoluta.
—Pareces más relajado últimamente —comentó Jin, con una sonrisa en el rostro mientras mezclaba los ingredientes—. Es bueno ver que te has adaptado tan rápido, Jimin.
—Gracias —respondió Jimin, tratando de no parecer nervioso. Sabía que relajarse demasiado podía ser peligroso.
Sin embargo, justo cuando pensaba en eso, sintió algo en la parte superior de su cabeza. Una pluma. Jimin se tensó de inmediato y disimuladamente levantó la mano para comprobar si alguna había salido. Allí estaba, una pequeña plumita amarilla asomándose entre su cabello.
Trató de actuar rápido. Con una mano, la apartó de inmediato y la escondió en el bolsillo de su delantal. Nadie parecía haberlo notado, y respiró aliviado.
—Todo bien por ahí, Jimin? —preguntó Jin, girándose para mirarlo.
—Sí, todo bien —respondió rápidamente, sonriendo de manera nerviosa—. Solo me distraje un poco.
Jin asintió y volvió a concentrarse en la receta. Jimin soltó el aire que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo. Había sido un pequeño susto, pero eso le recordaba que nunca podía bajar la guardia.
🐤
Por la tarde, cuando la jornada terminó y la pastelería cerró, Jimin se dejó caer en una de las sillas de la sala, agotado tanto física como mentalmente. Se llevó una mano al cabello, verificando que no hubiera más plumas sueltas, y suspiró. No sabía cuánto tiempo podría mantener esa fachada, pero por ahora, no tenía más opción.
Yoongi se acercó, también visiblemente cansado, y se sentó frente a él, cruzando los brazos sobre la mesa.
—¿Cómo estuvo hoy?
Jimin se encogió de hombros.
—Sin muchos problemas… pero por poco me descuido con las plumas.
Yoongi lo miró, y aunque había un leve reproche en su mirada, también había comprensión.
—Lo estás haciendo bien. Es normal que te sientas estresado al principio. Pero recuerda que no tienes que hacerlo solo. Si te sientes demasiado agobiado, dímelo.
Jimin lo observó un momento antes de asentir. Aunque había aprendido a depender de sí mismo durante años, poco a poco empezaba a aceptar que tenía a alguien en quien confiar.
Esa noche, de vuelta en el apartamento, Jimin se relajó como no había podido hacerlo durante todo el día. Se dejó caer sobre el sofá, estirando las piernas, y cerró los ojos. En poco tiempo, sintió cómo las plumas empezaban a aflorar lentamente de su cabello, una tras otra. No eran muchas, pero las suficientes como para cubrir el cojín donde reposaba su cabeza.
Yoongi, que estaba en la cocina preparando algo de cenar, pasó junto a él y notó las plumas esparcidas por el sofá. Aunque normalmente no decía nada, esa vez no pudo evitar sonreír ligeramente.
—Si Jin viera eso, te regañaría por ensuciar el sofá —comentó en tono de broma.
Jimin abrió los ojos, sobresaltado, y de inmediato intentó recoger las plumas.
—¡Lo siento! —exclamó, nervioso.
Pero Yoongi solo negó con la cabeza.
—No te preocupes. Aquí puedes ser tú mismo —dijo, su tono más suave—. Solo estaba bromeando. Me gustan tus plumas.
Jimin lo miró sorprendido, pero una calidez se instaló en su pecho. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que, en ese pequeño apartamento, podía ser verdaderamente él mismo, sin miedo a ser juzgado.
Yoongi volvió a la cocina, y Jimin, sin poder evitarlo, dejó que unas cuantas plumas más cayeran, disfrutando del momento.
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Pollito [ YM ]
Kısa HikayeMin Yoongi, un joven con una vida tranquila y monótona, nunca imaginó que su mundo cambiaría por completo una noche al encontrar a un pequeño pollito herido en un callejón. Movido por la compasión, decide llevarlo a casa para cuidarlo, sin saber que...