El rey Aurelio se encontraba inquieto por la visita de la diosa Diana a su hija Amara. La idea de que los dioses pudieran intervenir en los asuntos del reino lo llenaba de temor y ansiedad. Decidió convocar a sus hombres de fe, aquellos en quienes confiaba para orientación espiritual y consejo.
Reunió a sus consejeros en la gran sala del palacio, donde la luz titilante de las velas creaba una atmósfera de misterio y solemnidad. Los hombres de fe se postraron ante el rey, listos para escuchar sus preguntas y ofrecer su sabiduría.
—¿Qué debería hacer? —preguntó el rey, su voz resonando con incertidumbre—. La diosa Diana se ha manifestado ante mi hija, y temo las implicaciones de su intervención divina en los asuntos de nuestro reino.
Los hombres de fe intercambiaron miradas nerviosas, conscientes de la gravedad de la situación. Sabían que el rey esperaba respuestas que respaldaran sus propios deseos y ambiciones, no necesariamente lo que era mejor para el reino en su conjunto.
—Su majestad, tal vez la aparición de la diosa Diana sea una bendición —sugirió uno de los consejeros, su voz suave y melosa—. Podría ser un signo de favor divino hacia su familia y su reinado.
El rey Aurelio frunció el ceño ante la respuesta, no convencido por las palabras de su consejero. Sabía que estaba buscando respuestas más profundas, no simples halagos que alimentaran su ego.
—¿Y si la intervención de los dioses desequilibra el orden establecido en nuestro reino? —preguntó el rey, su voz llena de ansiedad—. ¿Qué medidas deberíamos tomar para garantizar la estabilidad y la seguridad de nuestro pueblo?
Los hombres de fe intercambiaron miradas incómodas, conscientes de que el rey estaba buscando una respuesta que ellos no podían proporcionar. Sabían que el verdadero desafío residía en encontrar un equilibrio entre los deseos del rey y el bienestar del reino.
—Su majestad, tal vez deberíamos considerar... la posibilidad de ignorar la intervención de los dioses —sugirió otro consejero, su voz temblorosa por el miedo a la represalia del rey.
El rey Aurelio asintió con solemnidad, su mente girando con las implicaciones de tal decisión. Sabía que no podía permitir que los caprichos divinos dictaran el curso de su reinado, pero también comprendía los riesgos de desafiar a los dioses.
—Gracias por sus consejos —dijo el rey, su voz llena de determinación—. Continúen buscando respuestas en los libros sagrados y en las prácticas ancestrales. Debemos encontrar una solución que proteja tanto el legado de nuestra familia como la seguridad de nuestro reino.
Los hombres de fe asintieron en silencio, sabiendo que la tarea que se les había encomendado era más difícil de lo que habían anticipado.
Amara se encontraba perdida en sus pensamientos mientras contemplaba la vastedad del océano desde los jardines del palacio. El sonido suave de las olas rompiendo contra la costa era como una canción que la envolvía en calma y reflexión.
De repente, una figura se acercó a ella, interrumpiendo su tranquilo momento de contemplación. Era la futura cuñada de Amara y prometida de su hermano, una joven de noble cuna cuya presencia irradiaba elegancia y gracia.
—Amara... —comenzó la joven, su voz suave y cautelosa mientras se sentaba junto a ella en el banco de piedra—. Sé que las cosas han sido difíciles para ti últimamente. Quiero que sepas que estoy aquí para ti, como amiga y como futura hermana.
Amara asintió con gratitud, agradecida por el gesto de compasión de la joven.
—Gracias, Isadora —respondió Amara, su voz reflejando la sinceridad de sus sentimientos—. Significa mucho para mí tener tu apoyo en estos tiempos turbulentos.
![](https://img.wattpad.com/cover/326704187-288-k865789.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Joven reina Amara
Mystery / ThrillerEl destino escrito por los dioses se cumplirá, con el peso de la corona y el odio de su padre.