La verdad

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La boda de Nerón e Isadora se celebró en el esplendor de la gran sala del palacio, una locación adornada con todos los lujos imaginables. Las paredes estaban decoradas con tapices dorados que reflejaban la luz de los candelabros de cristal. Las mesas estaban cubiertas con manteles de seda y las sillas adornadas con lazos de terciopelo. La atmósfera era de lujo y solemnidad, pero también de cierta frialdad, un reflejo del carácter pragmático de la unión que se estaba celebrando.

Las filas de invitados estaban repletas de nobles de alto rango, todos vestidos con sus mejores galas. El bullicio de las conversaciones y el tintineo de copas se mezclaban con la música de una orquesta que tocaba suavemente. A pesar del esplendor de la ocasión, había un aire de distancia y formalidad que recordaba a todos que esta no era una celebración de amor, sino un acuerdo de compromiso entre dos casas poderosas.

Nerón e Isadora estaban en el altar, rodeados de sus respectivos familiares y amigos. Nerón, con su traje de ceremonia elegantemente decorado y una expresión de determinación en su rostro, miraba a Isadora con un respeto casi reverencial. Ella, con un vestido de encaje y seda que caía en cascada a su alrededor, parecía serena pero no completamente feliz. Ambos sabían que este matrimonio era una necesidad política más que un acto de amor, y lo aceptaban con una mezcla de resignación y dignidad.

La ceremonia comenzó con el solemne intercambio de votos, en los cuales ambos prometieron lealtad y apoyo mutuo. Las palabras fueron recitadas con la formalidad adecuada, y aunque no había pasión en las promesas, había una clara intención de cumplir con el compromiso adquirido.

Cuando el oficiante declaró a Nerón e Isadora como marido y mujer, la sala estalló en aplausos formales. La celebración continuó con un banquete magnífico. Los platillos exquisitos y los vinos finos eran servidos con precisión, mientras los invitados disfrutaban de la compañía y de la ostentación del evento.

En medio de la fiesta, Nerón se apartó un momento para hablar con Isadora en privado. Mientras se dirigían hacia un rincón del jardín, alejándose de la música y las risas, Nerón expresó su gratitud a Isadora por su paciencia y comprensión.

—Isadora —dijo Nerón, su voz cargada de sinceridad—, quiero agradecerte por tu apoyo en esta boda que no elegimos por amor, pero que aceptamos con un espíritu de compromiso.

Isadora le respondió con una sonrisa cálida, reconociendo el esfuerzo que Nerón había hecho para mantener la cordialidad.

—Nerón, entiendo las presiones que enfrentamos. Aprecio tu gratitud y estoy aquí para ti.

Sin embargo, mientras conversaban, el ruido de una conversación lejana llamó la atención de Nerón. Miró hacia el lado del jardín y vio al marqués, el padre adoptivo de Conall, hablando en voz alta y claramente borracho con un sirviente.

—Es increíble que los tres nacieran el mismo día —murmuró el marqués—. Nunca imaginé que Conall terminaría en esta situación. Pero ahora todo está entrelazado, y el rey no se dio cuenta.

Nerón se preocupó al escuchar estas palabras y se apresuró a volver al salón de baile para hablar con su hermana. Sin embargo, al llegar, vio que la situación se había complicado. Amara estaba de pie junto al rey Aurelio y Conall, quien tenía una sonrisa siniestra en su rostro.

Nerón intentó acercarse para hablar con Amara, pero Conall, aprovechando el momento, levantó una copa y la hizo resonar para captar la atención de todos los presentes.

—¡Queridos invitados! —anunció Conall con voz resonante—. Dado que estamos celebrando la unión de Nerón e Isadora, me complace anunciar mi propio compromiso.

Los murmullos de sorpresa llenaron la sala mientras los asistentes se volvían hacia él con curiosidad. Conall continuó con una sonrisa triunfante.

—He decidido comprometerme con Amara. El rey me lo ha pedido directamente, y pronto estaremos celebrando otra boda en este palacio.

El anuncio de Conall dejó a todos atónitos. Los ojos de Amara se llenaron de lágrimas, y su rostro mostraba una mezcla de tristeza y esfuerzo por mantener la compostura. Nerón la vio de lejos, notando la desesperación en sus ojos y la sonrisa forzada en su rostro.

En ese momento, la sala se llenó de murmullos y confusión. Los invitados discutían el inesperado compromiso de Amara con Conall mientras Nerón se acercaba a ella. La tensión era palpable, y los rostros de los presentes reflejaban una mezcla de sorpresa y especulación.

Nerón se acercó a su hermana, consciente de la gravedad de la situación y preocupado por el futuro que se les venía encima.

Joven reina AmaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora