La coronación de Amara como reina y Conall como rey consorte fue una ceremonia imponente, destinada a demostrar la fortaleza y la continuidad del reino de Nesuria. El salón del trono estaba adornado con banderas y estandartes que ondeaban orgullosos, mientras los nobles y dignatarios del reino se reunían para presenciar la ascensión al poder de los nuevos soberanos. La atmósfera era solemne y cargada de emoción; la tensión entre la alegría de algunos y el luto persistente por la reciente pérdida de Nerón se mezclaba en el aire.
El salón del trono, un espacio grandioso con altos techos abovedados y columnas de mármol, estaba decorado con tapices que contaban la historia de los reyes anteriores de Nesuria. A lo largo de las paredes, antorchas encendidas proyectaban una luz cálida y parpadeante, creando un ambiente casi místico. Los asistentes, vestidos con sus mejores galas, llenaban la sala con un murmullo de conversaciones y expectativas.
Amara, vestida con una túnica real de seda azul profundo y bordados dorados, caminó por el pasillo central del salón del trono. Sus pasos resonaban en el silencio expectante, y su mirada permanecía fija al frente, irradiando una calma y determinación inquebrantables. Detrás de ella, Conall, ataviado con una capa de terciopelo carmesí y una corona resplandeciente, seguía con una sonrisa de triunfo que no lograba ocultar la frialdad de sus intenciones.
La ceremonia comenzó con una serie de rituales ancestrales. Los sacerdotes, vestidos con túnicas blancas y portando símbolos sagrados, recitaron plegarias y bendiciones, invocando la protección de los dioses para los nuevos soberanos. Luego, uno de los ancianos más respetados del reino se adelantó con la corona real, una pieza magnífica incrustada con joyas que reflejaban la luz de las antorchas.
Amara se arrodilló ante el anciano, quien colocó la corona sobre su cabeza con manos temblorosas pero seguras. Al levantarse, la nueva reina giró hacia la multitud, su rostro sereno y majestuoso. Un aplauso atronador resonó en el salón, aunque no todos los presentes compartían la misma emoción. Para muchos, esta coronación simbolizaba esperanza y renovación; para otros, representaba una farsa y una traición.
Conall se adelantó para recibir su propia corona, la de rey consorte. La sonrisa en su rostro era de pura satisfacción, sabiendo que finalmente había alcanzado el poder que siempre había deseado. Mientras el anciano colocaba la corona sobre su cabeza, Conall levantó la vista, sintiendo que nada ni nadie podría arrebatarle su poder.
Luego, Conall se dirigió al centro del salón para dar su discurso de coronación, siguiendo la tradición de los reyes anteriores, incluyendo el difunto rey Aurelio. Levantó las manos para silenciar a la multitud, y su voz resonó fuerte y clara en el salón:
—Nobles de Nesuria, hoy es un día de gran importancia para nuestro reino. Hemos pasado por tiempos de gran dolor y pérdida, pero hoy nos levantamos con renovada fuerza y determinación. Como rey consorte, prometo guiar a Nesuria hacia un futuro de prosperidad y grandeza. Juntos, superaremos cualquier adversidad y construiremos un reino que será la envidia de todos los demás.
La multitud respondió con aplausos y vítores, aunque Amara no compartía el entusiasmo de los presentes. Para ella, la coronación era una farsa, un cruel recordatorio de la traición y la pérdida.
Al finalizar la ceremonia, Conall se acercó a Amara, quien lo observaba con una mirada llena de desdén. La princesa del sur, su concubina, no había asistido a la coronación, ya que Conall no quería que su embarazo fuera evidente para los nobles y dignatarios presentes. Conall se detuvo ante Amara, sus ojos llenos de una fría determinación.
—Ahora que soy el rey consorte —dijo Conall con voz firme—, es hora de que cumplas tu papel como mi esposa. Mi concubina dará a luz pronto, y tú serás la encargada de criar a ese niño como si fuera tuyo.
Amara sintió que un nudo de ira y repulsión se formaba en su garganta. La idea de criar al hijo de la concubina de Conall, de cargar con la responsabilidad de un niño que representaba la traición y la codicia de su esposo, era insoportable.
—¿Esperas que críe al hijo de tu amante mientras intentas destruir todo lo que mi hermano y yo luchamos por proteger? —replicó Amara, su voz temblando de rabia.
Conall la miró con una sonrisa satisfecha.
—No tienes elección, Amara. Como mi esposa, estás obligada a cumplir con tu deber. Este niño será educado para gobernar a mi lado, y tú serás su madre, te guste o no.
Amara apretó los puños, sintiendo que el fuego de su indignación ardía más intensamente. Sabía que Conall estaba tratando de manipularla, de usarla como una herramienta para consolidar su poder. Pero también sabía que no podía permitir que su odio y resentimiento la controlaran.
—Nunca serás un verdadero rey, Conall —dijo Amara con voz firme—. Puedes obligarme a criar a ese niño, pero nunca podrás romper mi espíritu ni mi lealtad a Nerón y al verdadero legado de nuestra familia.
Conall soltó una carcajada cruel.
—Tu lealtad está fuera de lugar, Amara. Nerón está muerto, y tú solo eres una reina de nombre. Tu deber es conmigo y con el futuro de nuestro linaje.
Amara lo miró a los ojos, sus palabras llenas de desafío.
—El futuro de este reino no será moldeado por el miedo y la traición, Conall. Puede que me obligues a criar a ese niño, pero nunca podrás obligarme a aceptar tus ideales ni tus métodos.
Conall se dio la vuelta, satisfecho con su victoria aparente. Amara, sin embargo, sabía que la batalla apenas comenzaba. Su compromiso con el legado de Nerón y el bienestar del reino la impulsaba a mantenerse fuerte, incluso en la adversidad.
Con el tiempo, Amara encontró consuelo en la idea de que el hijo de la concubina, aunque no fuera suyo, podría ser una fuerza para el bien en el futuro. Se prometió a sí misma que lo criaría con integridad y valores, en memoria de su hermano y del reino que Nerón había soñado.
Mientras observaba a Conall alejarse, Amara sintió que el peso de su decisión se aligeraba. Sabía que, aunque el camino sería arduo y lleno de desafíos, tenía la fuerza y la determinación necesarias para enfrentar cualquier obstáculo que se le presentara.
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Joven reina Amara
Mystery / ThrillerEl destino escrito por los dioses se cumplirá, con el peso de la corona y el odio de su padre.