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Hanbin miraba la pantalla de su móvil, donde la conversación con Gyuvin era invisible. El menor insistía en que se encontraba en casa, incluso le mando una foto. Suspiró, apagando el mismo y dejándolo en la mesa, viendo al chico delante suyo comer con desinterés mientras lo veía en silencio.

—¿Por qué te molestas? — preguntó Hanbin, rompiendo el silencio. Zhanghao lo miró confundido, está vez sin una pisca de burla. —Me refiero, ¿por qué molestarte en que esté, aquí, contigo? Podrías venir con algún amigo, o alguien más.

Zhanghao se encogió de hombros y bebió de su refresco. Hanbin trataba de descifrarlo, encontrar la razón detrás de aquella salida inesperada, pero el chico no mostraba emoción alguna aparte de la burla. No podía comprenderlo.

—Terminé. Ahora debo irme. — el rubio tomó su mochila y se puso de pie tras dejar unos billetes encima de la mesa, no queriendo dejarle toda la cuenta al pelinegro.

Salió del establecimiento, sintiendo la presencia de Zhanghao detrás suyo; no parecía tener algo que decir, tal vez sólo quería estar cerca o de alguna forma, estar con él, cosa que seguía siendo extraña para Sung, quien sólo suspiró y se cruzó de brazos, no dándole demasiada importancia al chico.

[ ¡ stop ! ]

—Llevas siguiéndome por una hora, ¿no tienes nada que hacer? — Hanbin se detuvo en aquel parque, el cual había rodeado más de tres veces con la intención de que Zhanghao se fuera. Se giró para verlo, encontrándose con la mirada tranquila del más alto.

—En realidad, no. — respondió metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Le parecía increíble que el tatuado sonará tan desinteresado cuando había dejado su motocicleta fuera del restaurante donde estuvieron en un principio, probablemente a cuatro cuadras de allí.

Hanbin soltó una risa seca y miró el cielo, volviendo su vista al moreno y después sólo dándose la vuelta para tomar asiento en una de las bancas.

—Entonces, ¿no me dejarás ir? — vio por el rabillo del ojo como Zhanghao encendía un cigarro, aunque claramente había un cartel que decía no fumar, aún siendo un lugar abierto. —¿Así es como tú pides una cita? ¿O sólo estoy haciéndome ideas locas?

—Como quieras creerlo. — soltó el humo, apoyándose en el respaldo y dejando caer su cabeza hacia atrás. —Pero no, así no pido una cita. — completó, girando para ver al curioso chico de ojos marrones verle fijamente.

No era como si quisiera apartar la mirada, había algo en el rubio que le llamaba la atención, sentía que nunca dejaba de conocerlo, y eso era algo que le gustaba en una persona. Quería llegar tan profundo que Hanbin no pueda siquiera mentirle sin que Zhanghao sepa que lo está haciendo.

Y de alguna forma, terminaba cayendo ante aquellos ojos marrones.

[ ¡ stop ! ]

ojito piojito

𝘀𝘁𝗼𝗽 - 𝗵𝗮𝗼𝗯𝗶𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora