Capítulo 20: Infierno

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Caleb se tomó en serio las clases de natación después de casi ahogarme en la fiesta de Paris, motivo por el cual nos invitó al día siguiente a la piscina de su casa y yo aproveché la ocasión para incluir a Flori, puesto que sus padres no paseaban con ella a menudo y probablemente tampoco sabía nadar.

—Pasa el tiempo y este lugar no cambia —comentó Cale con las manos en el volante cuando llegamos a nuestro antiguo vecindario.

—¿Nostalgia, Shines? —emitió Zack con una sonrisa torcida, recostando su cabeza en el asiento del copiloto.

Ambos insistieron en acompañarme a recoger a mi hermana porque querían evitarme malos ratos con Taylor y Vivian.

—No teníamos mucho, pero éramos muy felices... —añadió con una sonrisa triste—. Mi hermana vivía y tu familia también...

Ante las recientes palabras de su mejor amigo, Zack bajó la mirada y tensó la mandíbula. La muerte de su familia era un tema muy delicado.

—Oigan, no quiero verlos deprimidos —llamé la atención de ambos, tomando sus manos desde el asiento trasero y sonriendo alentadoramente—. Se supone que hoy nos divertiremos.

—¿Aunque te obligamos a aprender a nadar? —replicó Zack, arqueando una ceja.

—No me lo recuerdes —gruñí, poniendo los ojos en blanco, lo cual provocó que elevara una de sus comisuras.

¿Cómo el simple hecho de sonreír podía hacerlo ver tan sexy?

—¿Por qué no aprendiste a nadar, Pheebs? —indagó Cale.

—Me parecía innecesario —mentí, desviando la mirada.

—¿Innecesario? —repitió, escéptico—. Estuviste a punto de ahogarte —me recordó.

—Iré a buscar a mi hermana —cambié el asunto, evasiva, bajándome del auto.

—¿Por qué huyes de nosotros? —insistió, siguiéndome junto a Zack.

—No huyo —refuté, acelerando el paso y ellos hicieron lo mismo.

—¿Hay algún motivo especial por el que no quisiste aprender a nadar? —inquirió Zack a mis espaldas cuando llegamos frente a la puerta.

Ante su interrogante suspiré profundamente.

Sí, había una razón...

Pocos segundos después de tocar el timbre nos abrió el desagradable de Taylor Brooks, mi padrastro.

—Tenía fe de que no vinieras —emitió, desganado.

—Lamento decepcionarte —rebatí, tomándome la libertad de entrar junto a mis amigos—. ¿Flori está lista? —indagué, contemplando la pequeña y descuidada sala de estar.

—Está en su habitación —contestó de mala gana.

—¿Podrías decirle que ya llegué? —pedí con fingida amabilidad.

—Sabes perfectamente que no apruebo tu acercamiento con mi hija —gruñó, tomando asiento—, así que no haré lo que me pides.

—Comentaste que tu padrastro era un imbécil, pero esa palabra no es suficiente —intervino Caleb, burlesco, avanzando hacia Taylor con las manos en los bolsillos.

—Pensé que el grandote era tu chico, Pheebs... —canturreó Taylor, depositando su mirada color ámbar en Zack, quien se encontraba en un rincón de la habitación—, pero ya veo que heredaste el talento de tu madre... —dejó suspendida la frase con una sonrisa torcida.

—¡¿Qué acabas de decir?! —rugió Caleb, tomando a Taylor por el cuello de su camisa y forzándolo a ponerse en pie—. ¡Repítelo si te atreves! —bramó al zarandear a mi padrastro, descontrolado.

El secreto más evidente [R2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora