Capítulo 21: Evidente

241 24 43
                                    

El agua se volvió una depredadora para mí. Me aterraba sumergirme en ella y someterme a su implacable fuerza porque, durante mi infancia, estuve a punto de ahogarme en incontables ocasiones...

En medio del caos actual alguien tomó mi cintura, ayudándome a salir a la superficie para luego llevarme hasta las escaleras. El miedo y los horribles recuerdos me tenían paralizada, así que ni me inmuté en ver a mi salvador.

Solo quería hacerme pequeña y desaparecer, así que abracé mis rodillas, completamente empapada y con algunos mechones cayendo sobre mi rostro, temblando debido al frío... o tal vez debido al miedo...

—¿Pheebs? Pheebs, ¿estás bien? —emitió Cale, palpando mi hombro, desesperado.

—¡No me toques! —chillé, apartándolo de un manotazo—. No me toques, no me toques, no me toques... —murmuré repetitivamente, apretando con fuerza mis rodillas mientras miraba el agua, temblorosa.

—¿Pheebs...? —me llamó Caleb.

—¿Qué le pasa a Phoebe? —preguntó Flori.

Aunque sabía que los tres estaban justo a mi lado, sus voces se escuchan lejanas, como si estuviéramos en universos diferentes... o quizás era mi mente la que estaba en otro lugar... en el pasado...

—Flori, ¿podrías buscar una toalla para tu hermana? —pidió Cale—. Están en la habitación donde dejamos tus cosas.

—¿Phoebe...? —musitó Zack, acariciando mi brazo.

—No me toquen —gruñí, pero esta vez no lo alejé.

—Phoebe, yo... lo lamento... No sabía que le tenías tanto miedo al agua... —se mostró arrepentido mi mejor amigo—. Fue una tontería lo que hice. Realmente lo siento...

Ante sus palabras me mantuve en silencio, respirando lentamente mientras cerraba los ojos en un intento por calmarme.

—Phoebe, ¿qué te sucede? —preguntó Caleb al acunar mi rostro, haciéndome volver a la realidad. Esta vez su contacto no me molestó. Estaba más tranquila.

—Hay una razón para tu pánico al agua, ¿cierto? —concluyó Zack, suspicaz, pero me mantuve en silencio.

—No debes contarnos si no quieres... —habló Caleb, comprensivo.

—Cuando era pequeña yo... —emití finalmente—, casi me ahogo... —confesé.

—Lo imaginé —dijo Zack.

—Mejor dicho... mi madre casi me ahoga... —musité.

—¡¿Qué?! —chillaron al unísono, estupefactos.

—¿Vivian trató de ahogarte? —repitió Caleb, espantado, y yo asentí suavemente, abrazando mis rodillas mientras reprimía las ganas de llorar—. Esa perra... —masculló—. Disculpa, Pheebs, sé que es tu madre, pero... —se apresuró a decir, arrepentido.

—No tienes que disculparte —lo interrumpí—. Esa mujer hace mucho dejó de ser mi madre —añadí con una sonrisa amarga.

—¿Quieres hablar? —preguntó Zack, llamando mi atención.

—Nunca les conté, pero todo sucedió antes de que se mudaran. Yo tendría 6 o 7 años. Saben que Vivian era... alcohólica, ¿verdad? —indagué, avergonzada.

—Claro que lo sabíamos —contestó Cale, indignado—. Tú nunca lo dijiste explícitamente, pero muchas veces la vimos llegar casi arrastrándose. Zack siempre me avisaba cuando vigilaba.

—¿Entonces sí vigilabas mi casa? —me dirigí al susodicho, ligeramente sonriente.

—Fue casualidad —aseguró, desviando la mirada.

El secreto más evidente [R2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora