Romelí quiso incorporarse apenas al oír que un visitante se acercaba, sintiendo la tensión en el aire mientras Khafra iba hacia la entrada. Pero Mavros le impidió levantarse. Ella no sabía para qué la quería a sus pies, pero al escuchar como emitió un suspiro de ligera impaciencia, obedeció por las buenas. Él se recostó de nuevo en su asiento, como si la inesperada visita fuera una molestia en su entretenimiento.
Unos pasos firmes y seguros resonaron en el salón, y pronto apareció el soldado Isak. Vestía una toga y armadura de la guardia Onirica, pero con los colores de El Abismo, rojo y púrpura. Aquella tela gruesa que usaban los esclavos le recordó a Romelí el día de su escape, cuando tiñó su cabello. La capucha se encontraba echada sobre sus hombros, dejando ver un cabello oscuro indómito, tan rebelde como el brillo en esos ojos negros.
Lo había visto, varias veces, mientras vivió en las afueras de Oniria. Era el jefe de ejercito, de la legión del faraón Jocsan II, un esclavo subido al rango más alto, fiel a su señor. Romelí sabía, que si miraba en la palma de su mano encontraría la marca de la fidelidad y que si él movía la cabeza de la forma correcta, ella vería la tira de tela que pendía de la oreja de todo esclavo, con sus generales de ley.
Apenas ingresó en la sala, su atención se desvió de Mavros hacia Romelí. Se detuvo en seco, como si algo en ella le hubiera arrebatado momentáneamente la voz y el pensamiento. Ella inmediatamente se tensó.
El soldado observó a Romelí con intensidad, sus ojos recorriendo cada detalle, desde el vino oscuro de su cabello hasta la firmeza en sus ojos, esa mirada feroz y desafiante que contrastaba con la aparente sumisión que Mavros había intentado imponerle. Era un desafío sutil, Isak lo sentía.
—¿Quién es esta criatura? —preguntó, su voz teñida de asombro, pero también de una curiosidad hambrienta, como quien contempla un tesoro exótico e inalcanzable.
Romelí suspiró internamente, no la reconocía. Agradeció a Sirakan por ocultarla con eficacia bajo ese color en su cabello. Claro ¿cómo la reconocería? si ella apenas y entraba al poblado de Oniria, mucho menos a El Abismo mientras vivieron ahí? y cuando lo hizo, fue una más. Una mujer negra extranjera más. Él no tenía forma de reconocerla.
Mavros, con un destello de orgullo y posesividad en la mirada, dejó que el silencio se estirara unos momentos antes de responder.
—Esta es mi más reciente adquisición. —Cada palabra resonó como un recordatorio calculado, una advertencia de que Romelí, bajo su dominio, ya estaba reclamada y fuera del alcance de cualquier otra mirada— Pasaré tu descortesía al no saludarme como se debe, si admites que la belleza de esta gota de sangre de Vespera es la joya más hermosa de todo Silvenis.
Isak esbozó una sonrisa apenas perceptible, sin apartar la vista de Romelí, quien sentía cómo aquellos dos hombres parecían disputarse su presencia sin pronunciar palabra.
<<Te lo dije>> murmuró Khafra en su cabeza, volviendo a calmarla <<Lo planee mejor de lo que yo mismo lo imaginé>>
Con una reverencia casi provocadora, el soldado se inclinó hacia ella, su porte regio intacto, el fuego de su deseo apenas contenido en su mirada.
—Tal belleza es digna de ser admirada. —murmuró en un tono solemne que apenas ocultaba el hambre— Quizás la diosa de Racotis ha bendecido a esta joven más de lo que su cautiverio pueda limitarla.
Mavros, sin dejar de observar la reacción de Isak, deslizó su mano hasta el mentón de Romelí, levantándolo lentamente para que su mirada se encontrara con la de él. Con un susurro bajo, casi para que sólo ella pudiera oírlo, añadió:
—La diosa puede bendecirla, pero sólo yo tengo el privilegio de poseerla. —Luego, de manera casi desafiante, inclinó la cabeza y trazó con sus labios una línea lenta y deliberada sobre el pulso de Romelí, dejando que sus labios rozaran su piel con una caricia ardiente, hasta que el aliento de ella se entrecortó. En un acto de audacia calculada, atrapó suavemente el lóbulo de su oreja entre sus dientes y lo mordisqueó, como si saboreara la envidia que sabía que estaba generando en Isak.
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El color del alma
FantasiaEnfrentada a un destino incierto, Romelí se ve obligada a adentrarse en el peligroso y seductor mundo del harén imperial, un nido de intrigas y rivalidades donde la traición acecha en cada rincón. Conscientes de su singular belleza, muchos la subest...