Epílogo

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Sam se sentó junto a la orilla de un pequeño lago en Amity Park, y contempló la luna llena con infinita ensoñación. No cabía dudas, Octubre tiene las lunas más bellas de todo el año. Tras aquella vista, se permitió ser libre para reflexionar.

Ahora podía recordarlo todo. Y de pronto se sintió tan nostálgica, porque los recuerdos comenzaron a doler y a picarle cada centímetro de piel. La cicatriz en su garganta ya no era una molestia, claro, pero todavía se empeñaba en usar aquella gargantilla de gamuza oscura para cubrirla; no por vanidad, sino porque dolía. Dolía verse en el espejo y recordar la forma tan humillante en que ella misma se había ocasionado tal herida, y dolía un infierno recordarlo a él, a Casper.

Sam suspiró, dejando que la brisa nocturna envolviera su cuerpo, titiritando tan solo un poco. Con la mirada clavada en la luna, anhelando tocarla.

El tiempo había pasado desde entonces. Exactamente, habían sucedido dos años desde que derrotaron a Dan, y literalmente, el planeta vivía en completa paz y armonía. Gracias a ello, Tucker, Danny y ella ahora tenían tiempo suficiente para concentrarse en otras cosas más importantes; en vivir su vida, por ejemplo. Y aunque de repente aparecían algunos fantasmas ocasionales con los cuales tenían que luchar irremediablemente, no eran la gran cosa. Danny se había fortalecido de mil maneras desde la última gran batalla, ahora era más fuerte, más listo, más analítico, y por supuesto, más atractivo.

Luego de que Dan muriera, lo primero que hizo Danny al volver a la Amity Park real fue besarla, y ella como adolescente embobada cayó rendida ante sus brazos. ¿Quién en su sano juicio se negaría a ser besada por el fantasma más guapo de todo el universo conocido y por conocer? Ella, claro que no. Se dejó besar y lo besó también. De esa manera volvieron a estar juntos.

Podría afirmar que las cosas habían salido bien, después todo. Sam nunca dejó de amar a Danny. Tal vez su memoria no fue capaz de recordarlo, pero su corazón nunca lo olvidó. Y cada vez que Danny la tocaba, todo su cuerpo parecía reconocerlo a él, como si le perteneciera.

Sam sonrió tenuemente, con la imagen del joven fantasma encima de ella, besándola como si nada más importara, solo ellos dos. Y quiso, deseó con sinceridad, que Danny la besara con tanta pasión como aquel primer día en Amity real, haciéndole el amor por primera vez. Porque sí, apenas llegaron a casa de Danny y notar que el mundo entero se había recuperado, que el gran agujero en el cielo estaba finalmente cerrado por completo, que la vida continuó siendo lo que era, donde los padres del joven los recibieron con amor y ternura, que sus propios padres la extrañaron, y para sorpresa de ella, estaban felices por volver a verla, entonces, y solo entonces, cuando el mundo volvió a girar en 360° se permitieron ser ellos de nuevo. Solo ellos. Mirándose a los ojos, acariciando sus mejillas y sus labios, entrando en ella del mismo modo que una estrella hace explosión en el universo. Así lo sintió, y quiso sentirlo de nuevo.

Danny y ella ahora eran uno solo. Y eso le encantaba.

Y pese a ello... a pesar de que era plenamente feliz, muchas cosas nunca volvieron a ser lo mismo.

Tenía que agradecer que estaba viva, que Danny la amaba sin condiciones, que Tucker seguía siendo un buen amigo. Sin embargo, no podía evitar el enorme vacío que se había abierto en su pecho. Una vez más.

Dejó escapar un bufido de frustración.

Un segundo después escuchó unos pasos firmes a su espalda, acercándose con cuidado, como si esa persona no quisiera molestarla. Y supo de inmediato que era él, y con temor de preocuparlo, se enderezó y fingió estar de maravilla. Pero Sam nunca fue una buena actriz.

—Sam. ¡Por fin! Aquí estás, te estuve buscando por todos lados —la chica sonrió al hombre que se acomodaba junto a ella—. Es horrible allá dentro, ¿verdad? Hay gente en todas partes, simplemente no entiendo por qué Tucker se volvió tan popular...

ACÉFALO |Danny Phantom|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora