[15] Parte tres

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Corrieron como si su vida dependiera de ello. Prácticamente, eso era lo que estaba sucediendo; si no huían lo más rápido posible, iban a morir. Y morir no era una opción. Ninguno de los tres entendía lo que recién ocurrió frente a sus ojos. De un minuto a otro, en cuestión de un parpadeo, Dan estaba frente a ellos atacándolos con un poderoso lamento fantasmagórico, nunca antes visto, y después de allí todo lo demás se volvió muy confuso.

¿Qué había hecho Dan con sus amigos? Tucker lucía fatal, y no dejaba de tocar y frotarse las manos cuando pensaba que nadie más podía verlo, pero ella sí, y se daba cuenta de que cada tres segundos se pellizcaba los nudillos como si algo le estuviese causando molestias, entonces apretaba los labios con discreción. Mientras que Danny permanecía en silencio y en su forma humana, con un aspecto igual de lamentable. Y cómo no. ¡Dan le había arrebatado sus poderes fantasmales! Tanto Tucker como Danny tenían incrustados en la piel un aparato que ponía en juego su vida. Tucker con esa especie de chip que reaccionaba mal si usaba cualquier clase de dispositivo electrónico, y Danny que tenía el deflector de fantasmas que lo electrocutaba si intentaba convertirse, aunque sería imposible, ya que Dan lo despojó por completo de sus habilidades. O eso era lo que había escuchado y visto.

Podría decir que ella había salido con más suerte, pero tampoco estaba tan segura. Sí, tenía un brazo herido que no dejaba de arderle y no paraba de sangrar, pero, ¿y eso qué?

Tucker le prestó su gorra e insistió en que la utilizara como venda, indicándole que ejerciera presión constante con la palma de la mano buena. Sam no estuvo de acuerdo, y trató de convencerlos que realmente se encontraba bien, pero terminó aceptando. Eso evitaba que dejara un rastro de sangre por todo el camino.

Sam no sabía hacia dónde, exactamente, pretendía llevarlos Danny, pero se permitió confiar en él. Cada vez le resultaba más difícil seguir de pie, las piernas se le trababan instantes que se le antojaron eternos, como si tuviese una enorme polaina de diez kilos en cada tobillo que le impidiese avanzar al mismo ritmo que sus amigos. Además, casi no tuvo oportunidad de observar las calles por las que se iban adentrando, mejor dicho, no tenía atención para otra cosa que no fuese exclusivamente Dan, Danny y Tucker. Entonces Sam suspiró aliviada cuando, luego de casi media hora de avanzar sin rumbo, Danny se detuvo. Sam observó la espalda del azabache y cómo ésta se encorvaba ligeramente por el cansancio, en ese momento quiso decir algo pero Tucker se le adelantó.

—¿Qué hacemos aquí?

Ante su seriedad, ella levantó la cabeza y pudo notar entonces el edificio de un hospital. Y ella tuvo la misma pregunta que Tucker.

—¿No es obvio? Están lastimados y necesitan atención. Es una suerte que al fin encontráramos un hospital.

—Sí, en medio de la nada —susurró ella.

Reparó detenidamente en la estructura del lugar. Más que hospital parecía una clínica clandestina en donde sucedían cosas malas. No era un lugar grande, ni mucho menos limpio.

—¿Seguimos en Amity Park siquiera?

—La verdad no lo sé, pero eso no debería importarnos.

—No veo ningún fantasma por aquí, viejo —habló Tucker. Ese tono de voz tan particular e inusual que estaba utilizando estaba poniéndola muy nerviosa. La piel se le ponía de gallina sólo de oírlo así—. Parece que nos metimos a un pueblo que no ha sido atacado por los fantasmas, no todavía.

Eso era cierto. Las calles largas y desiertas no deberían ser una señal de alivio. Sam no podía ver ninguna casa o edificio a la redonda, solamente árboles repletos de color que adornaban unos enormes campos de cultivo. Era increíblemente extraño, ni siquiera sabía que hubiese sitios como ése en la ciudad. ¿Acaso no era una ciudad? Se le mirara por donde se le mirara, eso no podía seguir siendo Amity Park, porque en realidad tenía la apariencia de una comunidad suburbana, pero una fantasmal, o bueno, no literalmente. Y por pura inercia, examinó el cielo.

ACÉFALO |Danny Phantom|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora