La camioneta de Casper repiqueteaba de vez en cuando. El sonido extraño que salía del motor ya la tenía demasiado preocupada. Eso, sin contar con la espesa neblina en la carretera que sólo conseguía hacer más difícil el camino.
Sam se aferraba al tirante del cinturón, mientras observaba a su novio conducir.
Casper tenía la vista clavada al frente. Estaba encorvado en su asiento hacia el parabrisas y sostenía con fuerza el volante, como si su vida dependiera de ello, como si así pudiera evitar estrellarse con algo.
Cambió de velocidad y el motor volvió a repiquetear.
La camioneta ya se la había parado dos veces. Una cuando comenzaron a andar por la carretera. La segunda vez ocurrió un kilómetro atrás. Casper forzó el motor para que no se ahogara de nuevo.
—Si continúas viéndome así, conseguirás que nos matemos —la observó de soslayo—. Me pones nervioso.
—No digas esas cosas. Tus nervios me ponen de nervios a mí.
La camioneta dio un fuerte salto, y ellos brincaron también sobre su lugar. Sam se lastimó al caer de lleno sobre los glúteos. Y Casper detuvo la camioneta.
—Mierda —masculló, encrespando los dientes y el ceño—. Mierda, mierda, mierda.
—¿Qué ocurre? —trató de alentarlo con una sonrisa tranquila que, para su gusto, le resultó muy fingida.
—¡Se ponchó la llanta! ¡Mierda!
Tiró un golpe al volante.
—Hey, tranquilo...
Casper nunca levantaba la voz. Sólo una vez le había gritado en una estúpida pelea, y luego le pidió perdón como un millón de veces; desde entonces él siempre era todo sonrisas y todo dulzura con ella. Pero ahora, parecía como un loco a punto de explotar.
—¡Maldita sea! —bufó. Sam distinguió el sudor cubriéndole la frente, aunque afuera estuvieran cerca de los 0°C. Casper se encontraba empapado de sudor—. ¡Así están las cosas!
—Hey, tranquilo chico...
Sam nunca le decía tranquilo chico. A menos que pretendiera hacerlo enfadar, y por supuesto que esa no fue su intención. Casper la fulminó con la mirada.
—Sam —dijo lentamente mientras se revolvía el cabello con gesto intranquilo.
Él siempre le decía cielo, cariño o linda, jamás por su nombre.
Ella comprendió que su novio hacía un esfuerzo casi sobrehumano para tranquilizar sus emociones. Se sintió tan culpable de un momento a otro que por poco se echaba a llorar.
—Casper, lo siento —le tocó el hombro, pero al instante él se apartó de forma brusca.
—Odio conducir en carretera. Y el clima no es de maravilla, ¿sabes?
Esta vez no le habló tan fuerte, pero su tono de voz seguía siendo igual de ácido. Estaba furioso, Sam lo sabía porque había dejado de utilizar sus típicos monosílabos al terminar cada frase. Casper siempre empleaba "Uhm" en sus oraciones.
—No debí arrastrarte a esto conmigo.
Él la miró.
—¿Qué dices, Sam? No pienso dejarte sola en esto —suspiró—. No pienso dejarte sola nunca. Nunca —tomó su mano y entrelazaron los dedos.
—Casper...
—No digas nada —acarició su mejilla en un gesto sincero. Casper ya se había recuperado, o posiblemente sólo intentaba aparentar estar bien—. Me alteré, tuve miedo.
—¿Miedo? —preguntó, aferrándose a su áspera mano—. ¿A qué le tiene miedo un chico tan increíble como tú?
Ella no mentía. Casper era, francamente, increíble. Dudaba que existiera una palabra mejor para describirlo. Cada vez que le preguntaban sobre cómo era su novio, ella respondía así: Increíble.
—Temí hacerte daño —giró la cabeza castaña hacia otro lado, de pronto avergonzado—. Me aterré al creer que no podría ser lo suficientemente bueno como para protegerte... Provocar un accidente en esta carretera de mierda.
Ella sonrió.
Él no solía decir groserías como aquéllas. En cierta forma, le pareció tierno.
—¿Te preocupas por mí y no por ti? Cuándo llegarás a pensar solo en ti.
Él la besó suavemente, luego paseó la yema de uno de sus dedos por el inicio de su labio inferior.
—Si llegáramos a tener un feo accidente, uhm, lo último que haría sería pensar en mí, primero comprobaría que tengas puesto el cinturón de seguridad, cielo.
Sam por fin pudo respirar sin sentir la tensión en el aire. Casper ya era como él mismo, el de siempre.
—¿Y si caemos al fondo del mar y mi cinturón está atascado y no puedo salir a la superficie? —se mordió el interior de la mejilla. Posiblemente Casper se burlaría por sus preguntas tan tontas, que sonaban completamente egoístas—. ¿Qué harías?
—Trozaría el cinto antes de ahogarme, con la navaja suiza que me regalaste en mi cumpleaños, uhm.
El corazón de Sam se estrujó, y la boca le supo muy amarga. Sin duda, era una mala chica. Los sentimientos de Casper eran sinceros, pero en su interior sabía que quizá se estaba aprovechando de su forma tan adorable de ser. Sam quería a Casper, pero no con la misma intensidad que él a ella.
Ella sabía todo eso. Pero al momento de palpar la calidez de sus manos y sus besos, podía sentirse un poco mejor. Las pesadillas desaparecían temporalmente, todo gracias a él.
—Volvamos a Ghost. No tenemos que pasar por eso para indagar en mis recuerdos.
—Dime que estás bromeando —se puso serio, aunque no tan frío como antes—. Cielo, a estas alturas, llegar a Amity Park es pan comido.
—Pero es posible que nieve.
—Será mejor que nos demos prisa, ¿no?
—No podremos avanzar con esta estúpida niebla.
—Uhm. Claro que es posible, solamente tendré más cuidado —sonrió—. Y si evitas mirarme mientras conduzco, todo estará OK —mostró su dentadura perfecta.
—¿Y la llanta?
—Casper nunca sale sin estar preparado, muñeca —le guiñó un ojo. Sam rio, rozándole levemente el codo—. Tengo todo lo necesario allá atrás para este pequeño percance —señaló la cajuela con el pulgar—. No hay ninguna excusa, cielo. Uhm. Sólo desearía saber cómo cambiar una llanta —susurró, mas Sam lo escuchó.
Sam asintió en silencio.
Casper abrió la puerta de su lado, y de inmediato una corriente helada los cubrió a los dos, obligando a Sam a esconder la cabeza en la gruesa bufanda. Casper estornudó al salir y la punta de la nariz se le puso roja.
—Cielo, uhm —se inclinó a su altura—. Si algo malo nos ocurriera... Quiero decir, si algo en verdad malo sucediera, no veas por mí, sálvate a ti —sorbió la nariz—. No te preocupes, si muero, el viejo Casper puede regresar por ti convertido en fantasma —soltó una carcajada que luego se transformó en tos. Quizá acababa de pescar un resfriado. Después, Casper se dirigió a la cajuela.
Sam se paralizó.
¿La gente podía transformarse en fantasma, así como así?
La cabeza le azotó con un dolor en las sienes. Apretó los párpados a causa del malestar.
Fantasmas. Por qué sentía que la piel se le erizaba tan de repente.
Todo se puso negro para ella. Y en la oscuridad, pudo distinguir ese par de ojos verdes, acechándola.
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ACÉFALO |Danny Phantom|
Misterio / Suspenso[DANNYxSAM] Algo ha ocurrido en la vida de Sam. ¿Qué pasó exactamente hace cuatro años?, ¿quiénes son Danny y Tucker? Ahora se siente tan vacía y miserable, con una extraña cicatriz de un accidente que no recuerda. Sam tendrá que viajar a Amity Park...