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Escuchó la radio del autobús y frunció el ceño. Normalmente disfrutaba los viajes con música, sobre todo si eran clásicos de los ochentas, aunque no la música que solía escuchar Casper, que eran como de tipo Country. No obstante, aquélla no era una situación para dedicarse a escuchar y observar el paisaje. Sam tenía tantas cosas en la cabeza, que no podía simplemente estar tranquila.

¡Casper era un fantasma! ¡Danny era un chico fantasma!

Apenas tenía una pizca de cordura en sí como para no enloquecer y pensar que todos allí eran fantasmas. ¿Quién podía asegurarle que el chico de ojos azules y el chico moreno no estaban mintiendo? ¿O que ella misma no era un fantasma?

Y sin embargo, existían todos esos rumores que había escuchado cuando estaba en Ghost acerca de Amity Park y sus escalofriantes historias paranormales. En el fondo, ella también creía que eran ciertos, e incluso tenía la esperanza de encontrarse con algún fantasma de verdad. Pero, no de esa forma. Se supone que los fantasmas deben ser aterradores y no chicos súper guapos como Danny o Casper. Definitivamente, las cosas resultaban relativamente inferiores a su entender.

Una corriente eléctrica la asedió desde la punta de los dedos. Ahora sonaba Shout y Sam apretó todavía más los dientes. ¿No había alguna ley que multara a los chóferes por traer música tan fuerte? Afortunadamente, no era un estilo que le desagradara, pero qué pasaba con los demás pasajeros a los que no les gustaba. O quizá solamente estaba fastidiándose a sí misma, porque en ese punto no estaba para soportar a nadie.

Sam masajeó despistadamente las sienes. Se odiaba profundamente por no ser capaz de recordar su pasado a los catorce años. Y tal vez, sólo tal vez, su pérdida de memoria también fue un hecho planeado. Posiblemente se equivocaba y especulaba de más, pero a esas alturas ya no podía fiarse ni de su propia sombra.

—¿Te encuentras bien, Sam?

La voz de Danny la sacó de su ensoñación. Lo miró por el rabillo del ojo y trató de poner su mejor cara de tranquilidad. No funcionó. Nunca fue la mejor actriz.

—Lo estoy, en serio —se encogió de hombros mientras volvía la mirada hacia la ventanilla, observando distraídamente el paisaje cubierto por una densa neblina. En otras circunstancias, Sam se hubiera permitido unos minutos para admirar cada espacio por el cristal, o se hubiera puesto a pensar que la carretera le parecía muy peligrosa en aquellas condiciones. Pero, parecía estar hundida en su ignorancia—. Estoy bien, Danny.

El chico mitad humano tomó su mano para brindarle calor, frotando sus dedos suavemente alrededor de su dorso.

—¿Por qué siento que me estas ocultando algo, Sam?

—¿Igual que como tú lo hiciste? No soy tan inteligente.

—Sam —plegó el entrecejo. Sam sabía que tenía el don para importunar a las personas en ocasiones, y aunque se sentía mal al ver la decepción en sus ojos azules, no podía dejar las cosas a la ligera, como si nada pasara—. Lo hice para protegerte. ¿Por qué te cuesta tanto entenderlo? Creí... solamente creí que Casper era una buena persona y que tú estabas enamorada de él. No quería interferir en tu "dulce" felicidad. Tsk.

Sam enmudeció. No tenía palabras para contrarrestarlo, así que se dejó acariciar por los delgados dedos de Danny que viajaban por sus brazos, al mismo tiempo que un calor inexplicable se acumulaba en sus mejillas.

—No sé por qué me cuesta entenderlo. Es mi culpa por haber regresado a la vida cuando se suponía que tenía que morir. Despertar un día con una gran cicatriz en el cuello... ¡Ah! Además con amnesia.

—Estás siendo muy molesta —la soltó repentinamente y cruzó los brazos—. Sé que debe ser difícil para ti. ¿Pero no lo es también para Tucker y para mí? Y sin embargo, ninguno de los dos está llorando y quejándose todo el tiempo. Tsk —bufó—. Te desconozco. Tú no eres así, Sam.

ACÉFALO |Danny Phantom|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora