Contempló con admiración la luna que brillaba sobre su cabeza; tan espectacular y hermosa. Sam se sintió cómoda, a pesar del frío que provocaba que tiritara cada dos por tres. Ella amaba las noches así porque le transmitían paz y cierta nostalgia.
Por el rabillo del ojo miró al chico que caminaba junto a ella, con las manos metidas en su chaqueta oscura y la vista clavada al frente, y de nuevo no pudo evitar pensar en el chico de sus pesadillas, y en la enorme similitud que ambos guardaban entre sí. También pensó en el Danny del que tanto hablaba en su diario, aquel del que creía estar enamorada en su adolescencia.
¿Podría ser que fuera la misma persona?
—Aquí estaremos bien, Sam.
La llamó con tranquilidad y ella sonrojó tenuemente cuando el chico le regresó la mirada. Había sido descubierta cuando estaba observándolo, y se mordió el interior de la mejilla derecha para evitar decir alguna tontería.
—Tenías razón, a estas horas no hay nadie por el parque —fingió una sonrisa y tomó asiento en una banca. Se sobresaltó por lo helado del metal, pero se sentó de todas formas—. Gracias, chico extraño. Tu amigo es agradable, pero no podía dejar de sentirme algo... rara, con todas esas preguntas.
El chico de ojos azules rió.
—Es una buena persona... a veces irritante, pero es mi mejor amigo —se encogió de hombros, quedando de pie frente a ella—. Solíamos venir muy a menudo por estos rumbos —extendió su sonrisa y Sam no paró de creer que se veía guapo—. Los tres juntos fuimos un gran equipo, simplemente imparables.
—¿Los tres? ¿Había tres de ustedes?
Se dio cuenta de que el chico dejó de mirarla, y en cambio, se concentró en jugar con una piedra invisible en el pavimento.
—Algo así —respondió, de pronto incómodo.
Sam suspiró. Admitía que tenía curiosidad al respecto, y que había algo extraño en todo ello, pero respetaría su privacidad, aún no eran lo suficientemente cercanos, o ¿sí?
—Tengo la impresión de haber pasado buenos ratos aquí también —exclamó, sin ser muy consciente de lo que decía—. Recuerdo vagamente caminar justo en medio de dos personas —se tocó la frente cuando un pequeño dolor la atravesó—. Y no sé por qué, pero siempre reía con ellos... Supongo que fui feliz.
El hombrecillo puso una mano en su hombro, como para asegurarse que ella estaba bien, después Sam le sonrió para indicarle que no había ningún problema.
—Cuéntame de ti, Sam —una corriente de viento los cubrió y Sam tembló. El chico se quitó su bufanda y la colocó justo en su cuello, envolviéndola con su calor. Sam negó con la cabeza, pero él no le dio oportunidad a replicar—. Tómala, no es negra, pero te cubrirá igual —se tomó un instante para taparla bien, después continuó—. Me gustaría escucharte.
Sam frunció los labios, meditándolo.
—¿Qué hay de ti, chico extraño? —se aferró a la bufanda roja y el aroma masculino inundó su nariz. Olía muy bien—. ¿Me dirás tu nombre?
Él soltó una pequeña carcajada.
—Está bien —se animó a sentarse a lado de Sam—. ¿Estaría bien si jugamos preguntas y respuestas para conocernos?
Fue el turno de Sam para reír.
—Es lo más tonto e infantil que he escuchado —trató de adivinar su reacción, pero él estaba inmutable—. Y creo que soy tonta e infantil ahora, porque tengo ganas de jugar —lo observó fijamente—. Comienzo yo.
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ACÉFALO |Danny Phantom|
Misterio / Suspenso[DANNYxSAM] Algo ha ocurrido en la vida de Sam. ¿Qué pasó exactamente hace cuatro años?, ¿quiénes son Danny y Tucker? Ahora se siente tan vacía y miserable, con una extraña cicatriz de un accidente que no recuerda. Sam tendrá que viajar a Amity Park...