Serie: Una noche.
Libro #2
Román tenía clara dos cosas:
La primera; quería jugar fútbol toda la vida y la segunda; Hannah lo volvía loco.
Por otro lado Hannah tenía certeza de algo: nunca caería en los brazos de Román Pierce.
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Capitulo 21: Parte 2
Hannah
De alguna manera la vida parecía una película de terror, no sabía en qué momento las cosas habían cambiado tanto.
Esa tarde seguía en el hospital, aunque sentía que sobraba en ese lugar, no podía moverme de allí, mi excusa era que quería ayudar a Rose y apoyarla, aunque en parte era verdad, lo cierto era que estaba allí porque no quería alejarme de Roman.
El señor Ronald estaba a mi lado, nos encontrabamos en la cafetería del hospital, le había convencido de venir a comer algo, el hombre se veía demacrado, y su vista estaba ausente, no podía ni imaginar lo que estaba sintiendo, saber que un hijo estaba sufriendo debía ser lo más doloroso del mundo y más si no podías hacer nada.
—Por favor, coma un poco —dije suavemente tratando de traerlo de vuelta a la realidad, estaba perdido en sus pensamientos con la comida frente a él.
—Ay mi niña, la verdad es que no tengo nada de hambre. —La voz del padre de mi mejor amiga sonaba ausente, sabía que el hombre debía estar carcomiendose la cabeza intentando comprender cómo iba a ayudar a su hijo.
—Pero debe intentarlo, no queremos que se enferme. —Él me miró directamente por un momento y finalmente agarró el sandwich y lo mordió, eso me hacía sentir más tranquila.
No sabia como seria la vida en adelante, para mi quizas seria lo mismo, pero a esta familia, le había cambiado la dinámica completamente, ya nada sería lo mismo, nunca sería igual.
Luego de un rato volvimos al pasillo donde estaba la habitación de Roman, allí estaba Rose sentada frente a la puerta con los ojos llenos de lágrimas, me dolía el alma verla así, ella amaba a su hermano, y verlo sufrir, la hacía sufrir a ella.
—¿Ro? ¿Estás bien? —pregunté con suavidad mientras me sentaba a su lado, ella me miró un segundo y luego se lanzó a mis brazos y empezó a llorar con fuerzas —¿Ro, que paso?
No dijo nada por un momento, solo lloró en mis brazos tratando de soltar todo el dolor que sentía en su alma, Roman era una base importante en la vida de mi amiga y verla asi de mal me arrugaba muchísimo el corazón.
—Hannah, no puedo más —soltó entre dientes, su voz cargada de dolor y rabia—. Entré para estar ahí, para apoyarlo... pero él... ¡él me trató como si fuera nada! Como si no importara... y yo sé que está sufriendo, sé que perdió tanto, pero...
Sentí una ola de indignación recorriéndome mientras escuchaba sus palabras. Sabía que Roman estaba pasando por el infierno, que la pérdida de su pierna lo había destrozado. Pero aun así, no podía soportar la idea de que lastimara a las personas que solo querían ayudarlo. Tomé aire, sintiendo la furia hervir dentro de mí.
—Esto no es justo, Rose —dije, en un tono más duro de lo que pretendía—. No se merece que lo traten como a un niño que puede hacer lo que quiera.
