Capítulo 8

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Capítulo 8 Román

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Capítulo 8
Román

Fueron los peores cuatro días de mi vida, donde me sentí la persona más inútil del mundo y a la vez un pésimo ser humano por sentir celos de mi novio. Liam ya tenía oportunidades claras y yo, alguien sin un plan B, aún estaba sin un suelo firme donde pisar y tenía miedo, era solo un niño asustado de no poder cumplir su sueño.

Pero hoy era el día, era jueves y ya el médico me había dado el alta, los mareos y dolores de cabeza habían pasado, pero me había perdido tres días de prácticas, así que debía ganarme mi lugar para el juego del fin de semana, no podía perdermelo, sabía que podían haber ojeadores allí. Apenas comenzaba la temporada, pero era el momento donde solían ver los prospectos y quienes valen la pena y yo quería estar en esa lista.

Esa mañana fui a clase como todos los días, al acabar me fui directo a la práctica llegue antes que todos y empecé a calentar, en serio lo extrañaba, cuando ya adquieres una rutina era difícil adaptar el cuerpo y la mente a algo diferente y aunque solo fueron cuatro días se sintió una eternidad.

Para todos, era el chico fiestero, pero la realidad era que cada mañana me levantaba a las cinco y salía a trotar, a las seis, estaría entrando al gimnasio y a las siete, rumbo a clases, al salir siempre estaba puntual en las prácticas y nunca he faltado a ninguna —a menos que estuviera lesionado, que era algo que no ocurría muy seguido—, así que mis compañeros no se extrañaron de verme allí, porque sabían que aunque el mundo se hubiese acabado la noche anterior, siempre estaría puntual.

Estaba haciendo algo de peso cuando el primero de ellos entró en el salón de calentamientos, McConnie, al verme me sonrió y se acercó a mí para chocar los cinco como dos idiotas.

—Oh se te ha extrañado en las prácticas estos días, Pierce. —Le sonreí mientras llevaba la botella de agua que había puesto a un lado de mi, a mis labios. Liam, me había dicho que había sido echado en falta, pero no me lo quería creer, porque todos somos reemplazables y más, en este medio.

—Yo también extrañé el campo —dije con una risita mientras él me lanzaba su paño lleno de sudor a la cara.

—Gracias hermano, también te extrañe —respondió entre risas mientras empezaba su rutina antes de ir al campo a practicar jugadas que nos podían salvar el culo durante algún partido.

Mi novio llegó de último —como siempre— corriendo con las manos llenas de lo que suponía era pintura y solo me dio una sonrisa tímida antes de dirigirse a la caminadora y trotar un rato allí, ya que no le daba tiempo de calentar mucho más.

Desde que me contó de su pequeña reunión en la oficina del entrenador con Robert Jefferson las cosas estaban algo extrañas entre nosotros y sabía que era totalmente por mi culpa, ese sentimiento de envidia que me consumía había colocado las cosas tensas entre nosotros, sabía que no estaba bien, joder si lo sabía, pero no lograba calmarlo y por lo incómodo que me sentía terminaba alejándolo un poco de mi.

LinebackerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora