Capítulo 13

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Capítulo 13
Hannah
Un año antes

De alguna manera me había dejado convencer.

¿Qué hacía yo caminando hacia Román Pierce que estaba sentado al fondo de la cafetería del campus con la mirada perdida mientras me esperaba? La verdad era que ni yo misma lo sabía, pero él había insistido tanto que terminé cediendo en vernos, pero me sentía tentada en volver por donde había venido; era una locura. Una maldita locura; las cosas habían escalado a un nivel que nunca imaginé.

Roman, era del tipo de personas que siempre había huido, era alguien que me hacía sentir, y hacer eso me asustaba, prefería vivir en un mundo donde nadie tenía el poder de lastimarme. Junto cuando me detuve con la intención de dar media vuelta y desaparecer, él levantó la vista y esos malditos ojos grises como el hierro líquido se me quedaron mirando de tal manera que me sentí hipnotizada, mientras retomaba mi paso hacia donde estaba él.

En silencio me senté frente a él, en la mesa ya había dos cafés, Ron sabía exactamente cómo me gustaba tomarlo y eso le sumó un punto, aunque no quisiera dárselo.

—Bueno estoy aquí, ¿por qué tanta insistencia? —dije en tono agrio, uno que solía emplear con él, mi mejor arma siempre era tratarlo como si no me importa en lo más mínimo, pero el hecho de solo tenerlo frente a mí me hacía recordar sus labios recorriendo mi cuello y sus manos tocando lugares que nadie más había tocado en mi jodida vida.

Al contrario de lo que muchos pudiesen pensar —por mi personalidad— siempre fui muy reservada con el hecho de llegar con alguien a ese nivel, quizás porque nunca me sentí cómoda como lo hice ese día con él.

—Creo que es necesario que hablemos. —Prefería al Roman mujeriego que seguramente no le importaba ni el nombre de la chica con la que follaba, pero cuando quería ser alguien decente él lo conseguía, quizás también influía el hecho de que Rose le cortaría el pene si me hacía daño.

Mis manos rodearon el café caliente frente a mi y sonreí, pero de manera cínica como si lo que él quería fuera una declaración absurda cuando la verdad era que mi corazón galopaba de manera desbocada en mi pecho, no quería oír que tenía que decir, no quería sentir. 

—¿Hablar de que, Roman? solo follamos, no espero que me pidas matrimonio por eso. —Vi como su mandíbula se tensaba y su mirada se oscurecía un poco.

—Hannah. —Mi nombre sonaba como una advertencia en sus labios, cosa que hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, ¿porque me ponía el hecho de verlo como troglodita?

—Hannah, nada, digo la verdad no espero nada, así que no debes preocuparte —mi voz fue neutra mientras llevaba la taza a mis labios y sorbió un poco del capuccino con doble espuma que siempre me había gustado. 

—Pues quizás tu no esperes nada, pero yo sí. —Eso me hizo tensar y él lo pudo notar haciendo que se riera. —Calmante, no estoy diciendo que estoy enamorado de ti, solo que siempre me la has puesto dura y nunca pensé llegar a tanto, pero si ha pasado ¿porque no seguir disfrutando de ello?

LinebackerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora