Capítulo 20
Liam
En comparación con muchos de mis compañeros, me encontraba perfectamente. No lograba entender por qué había tenido tanta suerte; no la merecía. Yo debía haber muerto, pero ahora Nicholas no estaba. Tenía que haber sido yo, ese era mi lugar. Prefería haber tenido esa suerte que sentir esta jodida culpa en el pecho.
Llevaba dos días ya en mi departamento, mientras Ron se debatía entre la vida y la muerte. ¿Merecía estar tan bien? Roman había perdido sus sueños, en cambio, para mí solo había sido un accidente horrible, pero estaba bien, podía seguir como si nada porque no tenía ni un rasguño, más que el golpe en la cabeza que ya no me dolía.
Me sentía tan culpable que, por momentos, me costaba respirar. Llevaba dos días, dos putos días encerrado en mi cuarto sin ganas de nada. Mi madre había hecho todo lo posible por animarme, pero no sentía ganas de nada. McConnie se había ido, y todo era mi culpa.
El recuerdo de la noche del accidente era como una película que se repetía una y otra vez en mi cabeza. Podía escuchar los gritos, el chirrido de los frenos, y luego el silencio sepulcral que siguió, solo traer a mis recuerdos ese espantoso recuerdo me causaba una sensación de vacío demasiado perturbadora. Cada vez que cerraba los ojos, volvía a vivir esos momentos, como si estuviera atrapado en un bucle sin fin. Me preguntaba constantemente qué podría haber hecho de manera diferente, qué decisión podría haber tomado para evitar todo esto, y quizás ninguna decisión evitaría el accidente, pero estaba seguro que hubiese podido evitar la muerte de mi amigo si... si no hubiese sido tan idiota.
Había pensado en visitar a Ron en el hospital, pero la culpa me paralizaba, aunque se lo había prometido a su padre, pero en esos dos días no me había sentido capaz de enfrentarme a esa realidad. ¿Qué derecho tenía yo a estar ahí, viéndolo luchar por su vida, mientras yo estaba relativamente ileso? Roman estaba día y noche en mis pensamientos, había perdido más que nadie y yo seguía aquí, cuestionando mi suerte. La injusticia de la situación era abrumadora y no sabía cómo lidiar con ella.
Sentía tanto, pero a la vez no sentía nada, no sabría como describir lo que experimentaba en aquel momento.
Mis amigos habían intentado contactarme, pero cada vibración del teléfono era un recordatorio de lo que había pasado. No quería su compasión; no quería que me dijeran que todo iba a estar bien cuando claramente no lo estaba. Sus palabras, aunque bien intencionadas, solo me hacían sentir peor. ¿Cómo podían entender lo que sentía? Ellos no estaban en mi lugar.
Ellos no vieron morir a McConnie en sus brazos, no sintieron el corazón detenerse al ver a Roman bajo el autobús, no sentía este dolor en el jodido pecho, por estar vivo.
Preferiría haber muerto...
Mi madre, bendita mujer, no dejó de intentar animarme. Me traía comida, aunque yo no tenía apetito. Intentaba iniciar conversaciones, aunque yo no tenía nada que decir. Me recordaba que necesitaba seguir adelante, que la vida continuaba, pero para mí, todo se había detenido en el momento del accidente. No podía ver un futuro donde esta culpa no me acompañara, no podía estar seguro de que dejaría de doler.
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Linebacker
RomanceSerie: Una noche. Libro #2 Román tenía clara dos cosas: La primera; quería jugar fútbol toda la vida y la segunda; Hannah lo volvía loco. Por otro lado Hannah tenía certeza de algo: nunca caería en los brazos de Román Pierce.