Capítulo 18

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Capítulo 18

Liam

Me dolía la cabeza. Era un dolor punzante en la parte baja de la nuca, como una resaca de las fuertes, de esas que te dejan en cama un par de días. La sensación era tan intensa que parecía que el más leve movimiento podía desencadenar una tormenta en mi cerebro. No recordaba haber bebido, ni recordaba qué había pasado, ni dónde estaba. La última imagen clara en mi mente era el partido, la adrenalina corriendo por mis venas mientras jugaba con mi equipo, luego la pelea con Román porque habíamos pedido. Pero todo lo que vino después era un borrón.

Sentía los ojos pesados, como si un enorme peso los mantuviera cerrados. Intenté abrirlos, pero hacer solo eso era un esfuerzo enorme, casi imposible. Tenía que haber sido una fiesta de locura para que me sintiera de esa manera, aunque sabía que no era el caso. Arrugué el rostro e intenté levantar una mano para taparme la cara, buscando protegerme de la luz que intuía me rodeaba. Pero al moverla, un dolor punzante recorrió todo mi cuerpo, desde los dedos hasta la punta de los pies, como si cada nervio estuviera en llamas. ¿Qué demonios había pasado? Mi mente estaba atrapada en una niebla densa y opresiva.

«¿Qué cojones?» fue lo único que pude pensar.

La desesperación comenzó a abrirse paso a través del dolor y la confusión. No podía entender por qué me sentía así. Mi mente tenía una laguna enorme que no quería aclararse, pero de algo estaba seguro: no me había ido de fiesta. Esto era algo mucho más grave que una resaca de mierda. Empezaba a sospechar que algo muy serio había ocurrido, algo que mi mente se negaba a recordar. ¿Dónde estaba Román? ¿Qué les había pasado a mis compañeros?

Después de mucho intentarlo, logré abrir los ojos. Me encontré en una habitación con unos jodidos tonos pasteles que solo lograban que me doliera más la vista por la claridad. La luz blanca y fría de las lámparas fluorescentes parecía perforar mis retinas. Me costó un momento enfocar correctamente, mis ojos luchaban por adaptarse al entorno. Luego pude notar que el lugar estaba lleno de máquinas, con sus luces parpadeantes y el sonido constante de los monitores. Nuevamente, me llevó un momento reconocer que estaba en un hospital. ¿Qué mierda había sucedido? Mi corazón se aceleró al pensar en mis compañeros y sobre todo en él, no sabia que seria de mi si algo le había sucedido. ¿Estarían bien? ¿Habíamos tenido un accidente? La sensación de impotencia me envolvía, y el miedo comenzaba a apoderarse de mí.

Iba a tener un maldito ataque de pánico. Sentí como si todo el aire abandonara mi cuerpo y el pecho empezó a dolerme de una manera tan intensa que tuve que apretarlo con mis manos, aunque eso también me causaba dolor. Mi respiración se volvió errática, rápida y superficial, y el sonido de mi propio corazón latiendo en mis oídos era ensordecedor ¿Me estaba muriendo? eso era lo que sentía, que en cualquier momento mis sentidos dejarían de funcionar.

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